Capítulo 13: Marzo de 2012

605 50 17
                                    

Me había hecho la idea de que no volvería a escuchar su voz. ¿Era cierto que estaría simplemente avergonzado? ¿O era que estaría arrepentido y, tal vez, algo molesto conmigo? Lo ocurrido en esa última noche quizá no había significado nada para Horst; él era un mago de alto renombre y yo no era más que una miserable e insignificante prisionera... Era de esperarse que hubiera tomado todo aquello por una mera equivocación sin pies ni cabeza.

Había gastado mi mente imaginando todo tipo de posibilidades, pensando si había sido yo quien había cruzado la línea o si había sido él quien había sobrepasado su propia franja de límites. En cualquier caso, es evidente que rompimos las reglas. Ambos. Desde el momento en que llevé mis labios a su mejilla supe que estaba metiéndome con algo que muy difícilmente encontraría la forma de justificar, pero también estuve segura de que nunca antes había sentido una emoción tan intensa por el modo en que la respiración de alguien chocaba contra las orillas de mi boca.

Al menos no desde hacía años.

Me puse de pie al distinguir el sonido de unas pisadas. Por precaución, me aseguré de pegar la espalda a la pared en cuanto escuché a aquella persona cruzar por el acceso de mi celda.

—Hola, Yvonne.

Lancé un suspiro al aire, no sin que mi sonrisa hubiese delatado gran parte de mi alivio.

—Hola, Horst —respondí sin demora.

—¿Cómo...? —Dejó pasar unos segundos antes de retomar la palabra—: ¿Cómo has estado?

—No muy bien sin tus visitas —admití.

Hubo otro instante de silencio.

—Oye, yo... lamento no haber venido en los últimos días —vaciló—. Digamos que estaba algo... confundido.

«Punto para usted, Philip»

—No quería hacerte pasar por un mal momento —añadió, tragando saliva de manera audible—, así que pensé que lo mejor sería tomar distancia y reflexionar en mis posibilidades de acción por un tiempo.

—Entiendo. —Asentí.

—En especial porque también necesitaba disipar las sospechas de cierto mago.

Estaba hablando de Norman, lo sabía. Y lo que sea que hubiera pasado entre ellos dos, al menos podía estar segura de que no había acabado en una completa catástrofe.

—Por favor, dime que no tuviste problemas y que simplemente decidiste apartarte por voluntad propia —le supliqué, juntando las manos a manera de ruego—. Tan solo eso necesito saber.

—Problemas, ¿con quién?

—No lo sé, Horst, solo... —suspiré— no soportaría enterarme de que algo malo te sucedió por culpa mía.

—¿Otra vez con eso?

—Es que en serio me preocupa...

—No va a pasarme nada, ¿vale? —intervino con calma—. Ya te lo había dicho.

De acuerdo, pero él aún ignoraba todo el montón de posibles escenarios que mi cabeza se había enfrascado en considerar: sanciones, juicios, interrogatorios, encierros, torturas, exilio... La lista era larga y temible, de allí que el hecho de volver a tenerlo frente a mí bastara, aunque sea, para que mi cuerpo se permitiera respirar con tranquilidad.

—Lo sé —avancé unos pasos hacia él—, pero tu desaparición se prestó a que imaginara todo tipo de cosas. Incluso llegué a creer que no volverías a venir.

—Lo lamento, Yvonne, nunca tuve intenciones de angustiarte.

Sonreí, y con el sonido de su voz guiando mi marcha, recortar la distancia me resultó todavía más sencillo que en aquella última ocasión.

Su recuerdo es invisibleWhere stories live. Discover now