No eran necesario tres como ellos allí.

Al otro lado de la habitación la persona en cuestión sabía que el muchacho de la última fila, el de mirada aguda y mente bloqueada, pervivía su presencia. Sabía que aquella mañana su poder estaba fuera de control y sobre todo sabía el peligro que eso representaba.

*

Era usual que Lisa llegara tarde a la escuela, de la misma forma que su madre al trabajo, ambas tomaban juntas el camino hacia dos diferentes destinos. Helena, su madre, era la culpable de las tardanzas pues siempre recordaba justamente antes de salir que debía de imprimir un reporte, no encontraba su pendiente plateado o, lo mas frecuente, deseaba dormir 15 minutos mas. Lisa se sentaba en la pequeña mesa de cocina, comía su desayuno mientras observaba a su madre correr de un lugar a otro por la casa. Los días en lo que solo estaban ellas dos, muy pocos, las cosas iban bien porque Miriam, su tía, no estaba para pelear con nadie con respecto a la impuntualidad, pero aquellos como aquel en los cuales su tía se encontraba era un caos.

Lo primero que solía hacer Miriam era observar a su hermana en silencio, cual madre, luego cuando ya no podía aguantarse utilizaba ese tono de "eres un completo desastre" y saltaba con un completo discurso sobre la importancia de puntualidad y la mala imagen que Helena le proyectaba a su hija. Tras eso, todos los informes, pendientes y reportes quedaban olvidados para salir de la casa tan rápido como canta un gallo.

Pensaba en todo aquello mientras corría hacia su primera clase, para la cual iba cinco minutos retrasada. Iba tan distraída en lo gracioso y ridículo de aquello que no notó que la observaban hasta que sintió un frío recorrer su espalda. Se dio la vuelta con rapidez, observó ambos lados del pasillo, pero no había nadie allí. La sensación de sentirse observada persistía, e iba creciendo mientras pasaban los segundos. Dio unos cuantos pasos hacia atrás observo el pasillo con paranoia a pesar de estar plenamente consciente de que nadie estaba allí. Frustrada, por no decir asustada, giró sobre sus talones y continuó su camino con mayor rapidez hacia su clase.

*

Casey observó como Lisa entró tarde a clases, como solía hacer siempre. La profesora simplemente la observó entrar, le dio una media sonrisa y escribió sobre la lista de asistencias. Por lo general eso era lo que solía pasar siempre, los profesores rara vez se quejaban de su tardanza, pues aquella muchacha tenía una inteligencia como pocos en su año, si bien no era la mas sobresaliente se acercaba bastante y solo porque ella lo deseaba de esa forma.

Casey había aprendido mucho acerca de Lisa, lo que le gustaba y lo que no, comida, libros, sabía que siempre tomaba una botella de agua antes del almuerzo, que se quedaba quince o veinte minutos esperando a su madre al final de clase. Sabía que Lisa dibujaba bastante bien, aunque no le gustara hablar de ello y sobre todo era plenamente consciente de la adveración que sentía Lisa por su primo. Aunque Casey no sabía lo que realmente deseaba, aquello por lo que se esforzaba día a día por acercarse a ella y toleraba sus malas caras.

– Hola –dijo Casey mientras la observaba tomar asiento y sacar con rapidez su cuaderno, lucía nerviosa y observaba la puerta como si esperara que alguien entrará en cualquier momento–¿Qué harás este fin de semana?

– No mucho –Lisa respondió siempre con frases cortas, limitándose a contestar lo esencial. Ella miraba extrañada el comportamiento de Lisa esa mañana, después de descubrir que nadie entraría en el salón tras suyo enfocó con rapidez el pisaron y copió unas frases que había en el–. ¿Cómo estas?

– Bien, muy bien –respondió un poco sorprendida de la pregunta, usualmente ella no se molestaba en tomar esas iniciativas–, ¿te gustaría ir a la villa de los padres de Diego?

Pottens I: El Secreto de los Clanes (Pausada)Where stories live. Discover now