—No he dicho tal cosa. Solo dije que hace cinco años que no tengo sexo. Además, no es como si hubiera sido sexo de ese capaz de hacer temblar tu mundo. Solo fue... sexo.

La palabra sexo saliendo de sus labios repetidamente no debió de haberme afectado, pero lo hizo. Vaya que lo hizo. Aclaré mi garganta para hablar bien y me obligué a seguirla.

—Bueno, si alguna vez necesitas ayuda con eso, puedes... ya sabes, acudir a mí. Yo podría arreglar tu problema —me ofrecí.

Ella puso los ojos en blanco sin dejar de caminar y entonces entró al lugar. Llegamos a la cocina, sacó una jarra de agua helada del refrigerador y nos sirvió dos vasos grandes. No pude evitar hacer un sonido de satisfacción cuando el líquido me refrescó. Beber agua fría en un día caluroso cuando mueres de sed tiene que ser uno de los más grandes placeres de la vida.

—Aprecio tu oferta, de verdad, pero no es necesario que te sacrifiques tanto por mí —dijo. El sarcasmo goteaba por su voz.

—No lo tomes como un sacrificio, mejor piensa en él como... un favor. Ya sabes, como tu mejor amigo debo estar pendiente de tu bienestar y todo eso. —Me miró divertida.

—Lo pensaré.

—No te atrevas a jugar con mis sentimientos, Ferrati.

Su carcajada resonó por toda la habitación.

—Cállate —exigió con la sonrisa aún jugando en sus labios.

***

—Me gusta cómo te ves así —admití.

—¿Así como?

Estábamos de nuevo recostados en su —ahora limpio— patio. Habíamos salido a comer, como acordamos el día anterior, y paseamos un momento entre las calmadas calles que contenían los departamentos estudiantiles. Ahora que ya había atardecido y refrescado un poco, decidimos regresar a su lugar y ver películas, pero en el último minuto terminamos recostados en el césped, conversando sobre cosas sin importancia y viendo cómo se movían lentamente las nubes.

Bueno, la verdad es que yo la había estado viendo mientras que ella me explicaba los diferentes tipos de nubes que existían y sobre las tormentas meteorológicas y no sé qué más. Toda una nerd.

—Relajada —dije—, sin estar a la defensiva por una vez. Se podría decir que feliz.

Ladeó su cabeza y me miró agradecida.

«¿Agradecida?»

—Un día sin estar rodeado de enfermedades y muerte puede relajar a cualquiera —reconoció con tristeza. Yo me quedé pensando un minuto en sus palabras y luego fruncí el ceño buscando la manera correcta de preguntarle lo que quería saber.

—Si tanto te estresa ese lugar, entonces... ¿por qué trabajas ahí? Quiero decir, sé que necesitas el dinero y que Dean está ahí, pero podrías encontrar otro trabajo que te pague bien y aun así visitarlo. Puedes...

—No —me interrumpió—, tú no entiendes. No es solo un trabajo para mí, Parker. Los pacientes y trabajadores son como mi familia. He visto a mucha gente buena e inocente ser arrastradas por las garras de la muerte y, créeme, es doloroso cuando cada persona se lleva un pedacito de mi corazón, pero al mismo tiempo es hermoso. Es hermoso ver cómo personas que están en el borde entre la vida y la muerte, son tan felices y positivos, entregan su amor incondicionalmente y yo hago lo mismo con ellos.

»Créeme cuando te digo que las personas más puras y buenas las he conocido ahí, ya sea que estén postrados en una cama o ayudando a los demás. La mayoría de los doctores, enfermeras y otros ayudantes de ahí, no solo están porque es un trabajo bien pagado, están ahí porque sienten lo mismo que yo. Esa conexión tan... profunda, inexplicable. Soy afortunada de poder ayudar y conocer a tantas personas —dijo con un suspiro. Sus ojos no se habían alejado ni un segundo de los míos y pude ver cada emoción que pasaba por ellos. Dolor, amor, anhelo...

»Ver cómo las familias se mantienen unidas aun en las situaciones más difíciles, me hace darme cuenta de que no todo en este mundo es tan malo. Que aún en la oscuridad más profunda puedes encontrar una luz esperanzadora. —Su mirada antes perdida se enfocó por completo en mí. Sonrió y luego dijo algo que hizo hinchar a mi corazón—. Y mi luz eres tú. Eres quien me distrae en los momentos más turbios de mi mente, con tus bromas y tu manera tan relajada de ser. No creo que te hayas dado cuenta de todo el bien que me haces.

Suspiró y yo me quedé unos segundos en silencio solo viéndola y saboreando sus palabras, y no sé qué era lo que le transmitían mis ojos, pero su sonrisa se fue desvaneciendo poco a poco, dejando en su lugar nada más que una expresión de deseo.

Si eso no era una invitación, entonces no sé lo que era, pero yo la tomé como tal.

Me acerqué despacio hasta que pude sentir su aliento en mis labios. Aún no la había tocado y ella ya empezaba a respirar con pesadez. Sus labios entreabiertos me pedían a gritos que los sellara con los míos y sus ojos brillantes me incitaban a que cerrara la distancia entre nosotros.

Un mechón de cabello estaba sobre su mejilla y yo lo quité, colocándolo con cuidado detrás de su oreja, acariciando su piel en el camino. Mi mano fue a la parte trasera de su cabeza y la jalé un poco, hasta que nuestras frentes y narices se tocaban.

Estaba tan cerca viéndose tan dulce, tan tímida, tan diferente a como era con los demás, y lo único en lo que podía pensar en ese momento era en lo mucho que quería besarla; lo quería más que nada en el mundo.

Y eso fue exactamente lo que hice.



Rendirse jamás [PQY #1] ✔ versión 2014Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt