Así es él.

Y soy la única que no lo soporta.

Esa actitud hosca que estas tontas encuentran sexy me tiene de los nervios. Aquí, él es intocable y todos se desviven por tener su atención. Otros profesores, las profesoras, la trabajadora social, las empleadas del comedor, la encargada de la limpieza y hasta el director Roldán, caminan sobre nubes de fascinación por tener a tan respetuoso profesional dando clases en esta humilde escuela. La hora del almuerzo es una pesadilla. Todas las chicas lo buscan desesperadamente con la mirada y cuando lo ven, susurran histéricas sobre su atractivo físico y lo que quieren hacerle, pero ante tal derroche de poder de dios mitológico que el profesor siempre muestra, ninguna es tan valiente como para hablarle siquiera.

Él entra todos los días al salón de clases y no saluda a nadie. A nadie. Ni unos "buenos días, estudiantes" o "¿cómo estuvo su fin de semana, queridos alumnos?" Nada de nada. Entra, abre su caro maletín para sacar papeles y enseguida comienza la clase de la misma manera amargada que mostró desde el primer día. Es obvio que no vino aquí para socializar, vino por dinero.

Muerdo mi lápiz negro mientras sigo tratando de resolver estas ecuaciones, pero me están costando mucho. Tengo un buen promedio y me gusta estudiar, pero sinceramente, los números no son lo mío a pesar de que trabajo de cajera en el supermercado local. Quiero ser estilista profesional. Siempre me ha gustado vestir, peinar y maquillar a los demás. Recuerdo que cuando era niña, lo hacía con mi madre. La maquillaba, la peinaba y ella también lo hacía conmigo. Luego nos íbamos a la sala de nuestra casa a modelar como si estuviésemos en una pasarela y al ritmo de la canción Vogue de Madonna. Ah, como extraño esos tiempos en donde éramos una familia unida y feliz. Pero todo cambia constantemente, para bien...o para mal.

Justo como ahora.

Suspiro con pesar y alejo los problemas de mi mente volviendo al presente.

No se requiere usar uniforme en nuestra escuela y eso me encanta porque puedo vestirme a mi gusto, siempre cumpliendo con las normas establecidas. Por mi situación, hace mucho que no me compro ropa nueva, pero hoy quería sentirme y vestirme bien porque sí es cierto que el color de la ropa influye en tu estado de ánimo. Y como el color azul transmite autoridad y confianza, y el rosa transmite calma y disminuye el estrés, me puse unos jeans azules rasgados al frente que me quedan ajustados, pero se ven elegantes con la camisa rosa que tengo puesta. Para completar mi outfit, llevo unas botas en color marrón. Mi mochila es de una conocida marca...en versión pirata, pero vamos, que se ve como si fuera el original. Además, nadie en esta escuela me nota lo suficiente como para ser su tema de conversación y centro de atención porque todo eso, se lo lleva nuestro profesor.

Pero estoy muy cómoda conmigo misma y soy muy buena en combinar prendas, en pedir descuentos en las tiendas y en canjear cupones porque debo administrar bien cada centavo que gano. Me gusta maquillarme también, pero no en exceso. Mi maquillaje es sutil, muy bien aplicado y sin haber tenido experiencia ni estudios previos. Mi madre decía que yo tenía un don para ver lo que la gente necesita, lo que le queda bien o mal de acuerdo con la forma de su cara o su personalidad. Ella también me dijo que sería una gran estilista. De verdad que estoy muy entusiasmada por comenzar en el mundo de la moda y ser reconocida por mis propios méritos.

A duras penas termino de simplificar los ejercicios que nos dejó el profesor y al parecer, justo a tiempo también porque él mira el caro reloj en su muñeca derecha y levantándose, su voz truena: —Tiempo.

Escucho varios tonos de suspiros: algunos pesados, otros soñadores y otros quejumbrosos. ¿El mío? Ninguno de esos. Yo solo bufé y lo hice interiormente porque no quiero ser objeto de la ira del profesor si lo hago sonoramente. Ya lo he visto antes cuando un alumno lo desafió y no es bonito.

Profesor Grullón (Editando)Where stories live. Discover now