Todo loco tiene su consuelo

19 1 0
                                    

Son las 3 de la mañana. Me levanto de la cama después de llevar casi 4 horas dando vueltas entre las sábanas.

Sin saber muy bien por qué, mi cerebro no quiere descansar hoy. Soy incapaz de encontrar la razón por la cuál, no puedo evadirme de mi cuerpo y empezar a volar en los entresijos de mi mente.

Finalmente, he decidido levantarme, mover mi cansado cuerpo con las pocas fuerzas que aún me quedan hacia mi cocina, pillar una cerveza e ir a mi despacho a pasar esta noche acompañado de la luz artificial de una pequeña lámpara.

Me siento en mi silla, echo el respaldo hacia atrás y pierdo mi vista en el blanco techo de la habitación. Mientras tanto, abro el botellín de cerveza y cato el primer sorbo de mi única y pequeña felicidad nocturna.

"Qué sabor más extraño tiene", pienso mientras cojo la botella y empiezo a buscar la fecha de caducidad en el papel que tiene pegado. Qué suerte la mía, está caducada.

Suspiro y, seguidamente, tomo el segundo sorbo. Ni el mero hecho de su sabor o de lo que provoque en mí más tarde, importa ahora.

"¿Qué me pasa?". Deposito mi pierna izquierda encima de la mesa, mientras bebo otro trago de ese brebaje caducado.

Tengo un sueño atroz, a penas tengo fuerzas para aguantar mis ojos abiertos, pero soy incapaz de conseguir desconectar la mente. Hay algo en mi pequeño sistema neuronal que quiere dar vueltas a algo y aún no sé a qué.

Entre tanto, empiezo a jugar con la botella y su contenido. Mi cabeza juega dos papeles: El de niño, disfrutando de algo tan banal como ver cómo el líquido choca con las paredes critalinas de la botella. Y el de padre, viendo, desde la distancia, cómo voy a ser capaz de derramar el contenido de la misma, sobre la mesa en la que estoy apoyado con la pierna.

Después de tanto jugueteo, toca buscar la pieza del puzzle que no encaja.

Mi vida no va mal, no es una maravilla, no estoy para tirar voladores, pero esa no es la causa de mi perturbación nocturna.

¿Puede que sean mis amistades? No lo creo, intento rodearde de buena gente, gente que me aporte algo más que una simple e hipócrita condescendencia. Hace tiempo que considero tener amigos de verdad. Gente con las ideas claras, directos, sinceros. Gente capaz de ayudarme a evadirme de mis probelmas y, al mismo tiempo, aportarme alguna idea para solucionarlos. Son buena gente, me siento seguro a su lado.

Un tema menos del que preocuparse y la misma duda que continúa dando vueltas a mi cabeza.

Sigo pensando cuál será la respuesta a este enigma. Mientras tanto, mi barriga se empieza a quejar. Seguramente, debido al pésimo estado de la cerveza.

¿Es posible que sea el amor el problema que ronda mi mente? No, no es que sea ningún casanova o que vaya sobrado en ese tema, pero hace ya un tiempo que deseché la ilusión de desear un amor verdadero y busco mi propia felicidad.

Otro tema descartado. Vuelvo a la realidad y veo mi solitaria cerveza bajo tenue la luz de la lámpara. Hace como 15 minutos que no rozo ese manjar de dioses, a pesar de no estar en las condiciones más óptimas.

¿Qué es lo que me pasa? Ni yo mismo me entiendo. Me siento como un ser perdido en la ciudad que le vio crecer desde crío.

Con todas mis esperanzas perdidas en el hecho de conseguir calmar mis pensamientos y disfrutar del gozo que produce el roce de mi cuerpo con las sábanas, empiezo a acercarme la botella a los labios mientras pienso que no todo está tan perdido.

Sí, es cierto, hoy no dormiré y tendré que afrontar un duro día que empieza en, apenas , unas horas. Pero, esta noche, disfrutaré vagando en lo más profundo de mi mente acompañado de mi pequeña botellla y de su líquido, el cuál, ha tenido días mucho mejores.

Subo la mirada, de nuevo, hacia el blanco techo y pienso: "Podría ser mucho peor, viejo amigo".


You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 03, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Desde mi punto de vistaWhere stories live. Discover now