—Seré buena y dejaré que pases la noche aquí, ¿de acuerdo? —la escucho decir, con voz suave. El tipo de voz que podría dormir a uno—. Pero solo una noche. De momento no quiero mascotas, más que nada porque los de tu especie son curiosos y tienden a tirar objetos.

Taiga ladeó la cabeza, los humanos son seres extraños, no encuentran placer a la hora de empujar objetos y ver cómo estos caían. A él le encantaba, pero ya que fue amable, se prometió ser un buen gato por esta noche.

Maulló, y se froto contra sus piernas. La escucho reír y algo en su instinto le dijo que es una buena persona. La mayoría de las personas del pueblo los cuidaban, pero ninguno tenía la valentía suficiente como para querer adoptar un gato callejero. Después de todo, no tenían buena fama.

Pero a Taiga no le molestaría vivir en una casa así, rodeado de lujos y siendo mimado por una chica linda.

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Después de cenar, (T/n) se tumbó en el sofá, organizando su agenda mental. Debía limpiar las habitaciones pendientes –la de invitados, los baños y parte del ático– y acondicionar la suya para cuando la use a la hora de pintar.

A menos que modifique la de invitados y la use como taller de pintura.

Negó con la cabeza, aún no había comprado la casa así que no podía hacerle muchas cosas. Esperaba poder hacerlo en un futuro próximo.

Pero para ello necesita dinero, cosa que no tiene.

Y no había forma en la que fuera a pedirle ayuda a sus padres.

Soltó un suspiro pesado, sintiendo una soledad insoportable. Es la misma sensación que le transmite su departamento en Tokio.

Algo se acurrucó encima de sus piernas, ronroneando sonoramente. El atigrado de pelo corto encontró un sitio perfecto para acostarse, mientras (T/n) acariciaba su lomo repetidas veces.

Es consciente que algo está mal con ella, su aroma corporal se lo dice.

«Los humanos son tan frágiles» —dijo, aunque de su boca solo salió un maullido largo—. «Esta es mí forma de agradecerte por ese atún»

—Si qué eres cariñoso...—la vio sonreír y pronto ella jugaba con sus patas, acariciando las almohadillas.

No supo cuánto tiempo se quedó allí, simplemente jugando con ese minino. Le hablo sobre su trabajo en Tokio, lo mucho que adora el arte y que deseaba poder encontrar una idea que plasmar en su lienzo.

Estuvo media hora de esa forma, hasta que otro golpeteo la hizo girar la cabeza.

Claramente más fuerte que el del gato, porque estando tan lejos de la cocina igual podía oírlo.

Taiga salto de sus brazos y lo vio correr por el pequeño pasillo que conduce a la cocina. Agarró su pesado libro de museología y siguió sus pasos.

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«Te tardaste, Shin. Creí que me dejarías aquí. Aunque la idea no me incomoda ciertamente~» —los finos bigotes se agitaron cuando Taiga comenzó a reír.

El híbrido intento mover la puerta corrediza, pero está trabada. Por lo menos es inteligente y no la deja sin seguro como otras personas.

—¿Te dio de comer? —cuestiono, ladeando la cabeza. Su espeso cabello siguió el movimiento de la cabeza, cayendo de forma agradable a la vista —. Es la única forma en la que te puede caer bien alguien.

Be My Light [BNHA] [Shinsou Hitoshi x Lectora]Where stories live. Discover now