VII

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...

- Solamente contigo Héctor. - Y esas fueron sus palabras. Estaba siendo completamente franco con el esqueleto que del otro lado lo oía y esto no era porque él lo quisiera así, más bien era automático pues Ernesto siempre había sido reservado.
Era como si Héctor poseyera un interruptor que lo volviese honesto exclusiva y únicamente con él.

Héctor dudó, pensaba que sólo quería tocar su lado sentimental.
- Está bien, haré un esfuerzo por... creerte. -

Y a Ernesto estas palabras dolían tanto como cuando te echan limón a una herida, ardía como mil demonios.

Aunque fuese inaudito Ernesto seguía considerando al compositor como su amigo por lo duro que fuese el no reconocía lo vil e inhumano de sus acciones, aunque esto no lo libraba de las consecuencias.

Extrañarlo en toda su vida y muerte no estaba en sus planes, pero ahí se encontraba como un zoquete.

El músico bufó, ganarse a Héctor ya no era fácil.
- Prosigue. Soy todo oídos, pregunteme señor Rivera. -Su tono era de burla, se incorporó y apoyó su espalda en el otro lado de la pared, intentando simular estar cara a cara con su viejo amigo.

El nombrado colocó los ojos en blanco en evidente molestia. Se cruzó de brazos y meditó antes de preguntar, debía ser preciso y conciso, Ernesto era astuto y no se dejaría volver a desenredar con facilidad.
- Sólo... dime, lo que te llevo a hacer lo que hiciste, si sentiste culpa... remordimiento. Sigo sin creer que hubieses podido haberme hecho tal cosa... aún me duele. - Se sintió destrozado, a pesar de todo sus sentimientos lo seguían guiando.

Ernesto se limitó a reír. -Oh, ¿Es esto acaso un confesionario? ¿Quieres que cuente con detalle lo que pasó por mi mente? - En el fondo, inseguro y temeroso por dar a la luz su verdad.
- Padre Héctor, déjeme decirle mis pecados.-

- Ernesto...- Respiró ¿no se podía conversar de forma normal con este idiota?

- Está bien... está bien...- Sin dejar de sonreír, podía sentir la mirada enfadada de Hector a través de la campana.
- Te diré, lo que recuerde, todo es desde mi punto de vista...
Y no escucharé ninguna protesta por ello. - Levantó su voz, sabía lo fuerte y poderosa que podía ser su voz ¿que se puede esperar de una de las voces mas carismáticas y codiciadas de México? mas bien del mundo.

Héctor tuvo que asumir que Ernesto deseaba tener el control, y necesitaba tenerlo sino... no le diría palabra alguna así que guardó su total silencio.

- Si me dolió. - Su voz cambió drásticamente a un tono sombrío y deprimente. - Verte ahí tirado en el suelo...

Y era como si las campanas retumbaran sobre sus oídos, allí yacía la persona a quien más amaba en el mundo, Héctor quien falleció debido al veneno que le entregó su par el que decía ser su mejor amigo.

Ernesto oyó un crujir y no supo distinguir si era algo externo a ellos o su propio corazón, quedó de piedra sin saber de forma absoluta qué hacer, sintió un pesar sobre sus hombros y como el mundo entero se le abalanzaba encima.

No reconocía el hecho pero su cuerpo lo sabía con claridad, con sus gruesas manos tomó al cuerpo de su amigo, sin enterarse de que unas ácidas lagrimas caían sobre sus mejillas.

Lo atacaban estacas en su corazón cual vampiro y así siguió su camino precavido para que nadie sospechara de que estaba llevando a un muerto sobre sus hombros.

Sabía lo que tenía que hacer, pero al llegar a su destino se quedó en blanco, su mente se nubló y un nudo en su garganta lo desgarraba para huír y ser liberado.

Cayó en su mano ¿qué era esto?
¿culpa?
No...

Era dolor, dolor por perderlo, por saber que nunca más podría tenerlo junto a su lado. No volver a tocar esa achocolatada piel morena, no volver a tocar musica juntos, no volver a ver esos ojos de caramelo que con cada sonrisa era una estacada a su corazón de piedra.

Se agarró de sus cabellos, intentando que con el dolor físico pudiera olvidar esa tristeza profunda que carcomia a su ser, pero no, pues se sentía como un castigo por ser el que causara su propia desgracia.

Pero... todo fue culpa de él, en lo único que pensaba era en sí mismo ¿y dónde quedaba Ernesto? A un lado, desolado, sin nadie más para quien confiar.

Pateó su cuerpo envuelto en un frazada para que este cayera en el pozo, le había quitado la mayoría de sus posesiones ahora sería un don nadie, tanto por lo que Imelda lo regañaba.No hubo una despedida calurosa esta vez.

Ernesto miró con melancolía, nadie lo encontraría, nadie sabría quien era y ni siquiera si habría existido, todo se reducía a él, a Ernesto, sería su secreto y capricho.

Ernesto tenía en claro que todas sus acciones no estaban mal, más bien era las consecuencias.

- Derrame lágrimas por ti, todo por ti, no podía verte más. Suplicaba volver en el tiempo y que...- Colocó su esqueletica mano sobre su frente ¿de verdad se iría a confesar en este momento?

Héctor se sintió conmovido, de alguna retorcida forma, de verdad podía sentir como el, tal vez no podía reconocer la culpa pero sabía que a eso se refería.

-No tendrías que volver en el tiempo si no hubieses hecho una pendejada -espetó Héctor. Notó qué tan duro había sonado aquello y se arrepintió un poco de su sentencia.

Las palabras del esqueleto fuera de la campana le sacaron de su trance memorial, dejándole anonadado por poco tiempo. Llevó la mano que estaba en su frente al frío metal que le separaba de Héctor y prosiguió.

-A lo mejor hubiera sido así, pero lo hecho, hecho está -dejó salir esas palabras para tantear el terreno que su anterior confesión había formado-. Pero te intento decir que quizá me arrepiento.

La voz de Ernesto sonaba honesta, como si le estuviese dejando ver sus enmarañados y corroídos sentimientos a pesar de no verse frente a frente. Héctor sentía cómo las palabras de Ernesto tenían un efecto que hacía flaquear su postura en un principio firme.

Sopesó la gravedad del asunto que ambos yacedores de hunanidad tenían entre sus manos, esto podría estar cruzando la línea.

Héctor sintió como su quijada temblorosa por respuestas exhalaron palabras. Ese quizá tan incierto de Ernesto hizo que una pequeñita esperanza creciera en su corazón.
- ¿Me lo dices en serio? - Dijo aún atento, no deseaba pasar un mal rato.

- Sí, Hector. - Aunque, no tenía conciencia sobre sus palabras. Por más que le abatieran sus acciones, Ernesto no sentía remordimiento de lo que había hecho, más bien había un sentimiento de culpa y arrepentimiento de haber dejado a Héctor cometer aquella estupidez, de enamorarse de esa mujer, de visualizar algo más sin él, que por su egoísmo tuvieron que sufrir.
- No miento en nada.- Solamente se reservaba ciertas cosas.

Sus ingenuos ojos se iluminaron de la pura emoción. - Ay, Ernesto...- dijo en un evidente tono de alivio.

- Pero... hay tantas cosas que no te he dicho.-
Pausa, ¿había aún más?

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Hasta aquí llegamos ;)

Me gusta el suspenso ¿a ti no? JSJGJ y vaya que tiene cosas guardadas.

Este fic ya le quedan pocos capítulos 💙

ALGO MÁS, GRACIAS A MI NOVIA QUE ME AYUDA SIEMPRE CON LOS FICS, con este y el de Negrete x Infante.

Acordes desorientados. [Ernector]Where stories live. Discover now