1. Erase una vez un sueño

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Hace ya mucho tiempo de todo. Seguramente demasiado como para recordar ciertos detalles.

Pero nunca nadie olvida su meta en la vida, su sueño. Es algo hermoso tener aspiraciones desde que empiezas a tener algo de sentido común.

Yo las tenía. Quizás como toda persona en el mundo.

¿Quién no ha soñado con llegar a los dieciocho años y comenzar una carrera en la universidad? ¿Crecer, sacar una matrícula de honor y ejercer de ello? Tener la casa de tus sueños. Esa en la que puedas tener tu habitación de princesa. Una cama de acero forjada. Tu mosquitera cubriendo finamente. La colcha neutra con cojines floreados que rompan con los colores pero mantenga la armonía. Una mesita de madera, quebrada y con la pintura blanca desconchada por los años. Una butaca tapizada con tela blanca llena de flores en tonos rosados, junto a un estante lleno de libros collado a la pared al lado del ventanal de la habitación. Una lámpara de pie para cuando el sol se esconda poder seguir leyendo. Paredes blancas a tu alrededor para respirar paz, tranquilidad, sentirse libre, y una pared. Tan sólo una de color turquesa.

No todo el mundo entendería porque tanta importancia de dicha habitación. Era mi zona de confort. Donde planeaba mi vida, donde me sentía yo. Mi rincón favorito en este mundo. Mi habitación era ese lugar seguro. Un lugar donde nada podía afectarme, ni tan solo los dragones internos. Mi habitación el día de mañana tenía que ser así.Un lugar donde respirar la paz que las situaciones de la vida intentasen robarme.Mi rincón seguro, donde ningún dragón me quemase hasta reducirme a cenizas.

Ver el mar sentada desde el asiento de la bajo ventana con una taza de té entre las manos.

Una casa de dos plantas la cual el blanco y el azul fueran los colores que la vestían. Donde el mimbre, las plantas, y las alfombras artesanas con colores tierra, azules y rosas dieran vida a su interior. Tener un porche que signifique rozar la arena con los pies, o al menos sentir el olor a mar. Algo que para mí es sinónimo de vida.

Tener al amor de tu vida, alguien que te mire como si el mundo, el universo entero, existiese porque tú estás en él. Una persona que te rodee con sus brazos y te haga sentir que todo irá bien. Que puedas perderte en su mirada sin dejar de sentir que es tu hogar. Un príncipe azul que te ame sin límites. Embarcarte en una locura que acabará en desastre, lo sepa y aún así no te suelte de la mano. Alguien para toda la vida. Casarte de la forma más romántica, tierna y mágica. Tener hijos. Procrear en este mundo pequeños seres con la única intención de enseñarles la belleza de la vida, lo bonito de la definición del verbo amar.

Lo hermoso del simple hecho de que ellos, nosotros, podamos existir.

Ser alguien en la vida, sentirte valorada, única y excepcional. Soñar por encima de todo e ir cumpliendo sueños. Afrontar las batallas necesarias. Salvar miles de vidas, salvar la tuya propia.

Quizá ese fuera el problema. Ante puse mil vidas antes que la mía y dejé todo aquello que me hacía ser yo.

¿Que iba a ser de mí?

Perdida entre la frustración, la añoranza de ser quien era y una vida totalmente contraria a la que soñé. Yo, Aloha la que temía a esto y a la soledad. Divago por este lugar al que llamamos mundo.

Aloha y sus dragonesWhere stories live. Discover now