CAPÍTULO II. Todo por una amiga.

16 1 7
                                    



          El hombre que posa junto a Daniela en la foto que acaba de mostrarme unos segundos atrás, resulta ser nuestro nuevo profesor de Lengua y Literatura. Siento desde mi posición el vuelco que le da a Daniela en el corazón. Bueno, quizá he exagerado, pero no me gustaría estar en su pellejo en estos momentos. Observo el color pálido y la expresión de mi amiga. Creo que el profesor aún no se ha percatado de que la chica con quien compartió un amor de verano, está sentada ahora en uno de los pupitres de su nueva aula. Y no sólo está sentada en su aula, sino que será su nueva alumna durante el curso de Segundo de Bachillerato. Uno de los años más importantes, académicamente hablando. En este momento, siento compasión por mi mejor amiga. Y yo temía que este año iba a ser duro para mí, después de que Alejo comenzara curso en mi mismo instituto.

— ¡Ayúdame a pasar desapercibida, Clara! ¡Le hice pensar que estaba en el primer año de Universidad! — leo la nueva nota que me lanza Daniela golpeándome la mejilla—.

— ¿Qué quieres qué haga? — le contesto en una nueva nota y se la lanzo con cuidado no llamar mucho la atención de la mirada de nuestro nuevo profesor—.

          El joven profesor aún está colocando las cosas encima de la mesa. Quizá es su primera clase, y los nervios le están pasando una mala jugada. Lo observo con temor. No sé cómo reaccionará cuando vea a mi mejor amiga en el rol de estudiante. Me muerdo el labio inferior tratando pensar algo. Y escribo rápido una nota a mi otra amiga, María.

— Voy a hacer un numerito y necesito que me sigas el juego y nos ayudes a Daniela y a mi a salir del aula— escribo en la nota y después se la lanzo a María cuidando de que nadie lo vea—.

          Cuando lo lee, encoge sus hombros y me observa con gesto confuso. Por el rabillo del ojo veo como el maestro comienza a escribir en el encerado. Un vuelco en mi interior me dice que es el mejor momento de actuar. Me levanto precipitadamente de mi sitio y me coloco justo delante de Daniela.

— ¡No me encuentro nada bien! ¡Creo que me está dando un bajón de tensión! — mi corazón palpita fuerte en mi pecho y no sé muy bien si va a funcionar mi plan. Los dados están echados—.

          El profesor gira precipitadamente sobre su cuerpo y me contempla abriendo los ojos y desencajando su mandíbula. Puedo ver temor en sus ojos. Posiblemente sea una de las primeras veces que da clase y no se esperaba que fuera suceder eso. Quizá había estado en casa planeando mil formas de romper el hielo con sus alumnos. Posiblemente, había ensayado mil veces en su espejo la gesticulación. Sin embargo, yo en un instante trucaba sus planes, en un acto desesperado de alejar a mi mejor amiga de su vista.

          El profesor se acerca a mí con pasos temblorosos.

— ¿Te acompaño afuera? Aún hace estos días mucho calor, y quizá algo de aire te sienta bien— llega donde yo estoy y trato ponerme delante de Daniela para que no se fije en ella—.

          El joven me presiona el brazo con su mano y me da un leve apretón, en lo que parece un gesto tranquilizador. Lo que ya no sé, es si se está tratando de tranquilizar él, o me trata de tranquilizar a mí. Cierro los ojos, y trato de mostrar gesto de debilidad. A mi hermana le dan en muchas ocasiones bajones de tensión y sé lo que sucede cuando eso pasa. Miro por el rabillo a María, que reacciona y se levanta con rapidez

— No se preocupe, profesor. Mi amiga Daniela y yo sabemos mejor que nadie como ayudarla. Nosotras la acompañaremos— dice María con seriedad y me agarra del otro brazo.

          Mi interior da un vuelco. María acaba de decir en alto el nombre de Daniela y como es de esperar, el maestro reacciona abriendo los ojos al escuchar el nombre de nuestra amiga. Intento tapar más a Daniela, con mi cuerpo. Daniela, sin embargo, se levanta y agachando la cabeza para pasar desapercibida por la mirada del profesor, me coge también del mismo brazo que María quedando detrás de ella. Hago un gesto teatral, como si me fuera a desplomar. En mi interior no doy cabida a lo que estoy haciendo, nunca me había imaginado que tendría que hacer toda esa parafernalia para ayudar a mi amiga. También teatralmente me sujeto a mis amigas. Tanto Daniela, como María comienzan a caminar hacia la puerta y yo me apoyo en ellas. Todo se sucede muy rápido y el profesor se ve muy nervioso. Está tan nervioso, que no se percata de que mi amiga es su amor de verano y siento como mi plan está teniendo éxito. Si nos hubiéramos quedado en clase, estaba casi segura de que al final la iba a terminar viendo.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 25, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Podríamos llamarlo destinoWhere stories live. Discover now