Parte 1

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Parte 1

Todos queremos ser amados. Y todos queremos enamorarnos...

Su apartamento era un completo desastre. Papeles por todas partes; recortes, revistas, notas, y ni hablar de las fotografías. Fotografías de él. Fotografías que pensó quemar cientos de veces. Pero no tenía el valor.

Se sentó en el marco de su ventana con un cigarrillo en la boca y la cámara en sus manos. La levantó y fotografió el nublado paisaje que tenía frente a ella. Se levantó de su lugar y rodó los ojos mientras caminaba hacia su teléfono.

- ¿Qué ocurre, Laia? -le preguntó a su amiga contestando de mala gana. No tenía ganas de hablar con alguien.

- ¿Qué me ocurre a mí? ¿Qué te ocurre a ti? Se suponía que deberías estar aquí, ahora mismo.

Diablos.

- Lo olvide -dejo la cámara sobre su cama y revolvió su cabello.

- ¡No me digas! ¡No me había dado cuenta!

- No me grites, mi cabeza está a punto de estallar.

- No me interesa, te quiero aquí ahora.

- De acuerdo, ya oí, ya oí. Ya voy.

- ¡Apúrate!

Colgó al instante y corrió al baño para cepillar sus dientes. Estaba hecha un desastre. Negó con la cabeza y enjuagó su boca para acomodar sus desordenados cabellos. Tomo su teléfono, sus llaves, su mochila y -obviamente- su cámara.

Bajó rápido las escaleras, pero se detuvo antes de llegar a los últimos escalones para escuchar la discusión de sus vecinos del segundo piso.

- ¿Qué quieres que haga? Sí sólo pudieras ser un hombre y participar quizá no tendríamos que hacer esto una y otra vez -le gritó la señora McNali a su esposo.

- Sí, todo yo -respondió este.

- Sí... -ambos se callaron al escuchar el ruido de la cámara de Marie. La miraron. Ella sonrió inocente y pasó de ellos para ir a la salida.

Miró la hora en su teléfono y maldijo en voz baja. Miró a un costado y se echó a correr por la calle.

Es curioso, lo que el mundo realmente ama, no es un amante, es una historia de amor.

No todos creen en el amor...

Bajo la velocidad de su paso cuando llego a una calle donde un policía estaba cerrando el paso con una valla de madera. Ella necesitaba pasar por allí, era un atajo a la carretera.

- ¿Qué pasa? -le pregunto al uniformado.

- Lo siento, cariño, el camino está cerrado -respondió.

- Pero necesito pasar por ahí.

- Puedes tomar el callejón hacia el otro lado.

- ¿Enserio? -preguntó con ironía. Ya estaba de mal humor, y eso no ayudaba.

El uniformado, se cruzó de brazos y la miró sonriendo.

- Enserio.

- Diablos -giró sobre sus talones, y se dirigió por donde este le indico.

Yo creo en el amor, pero claro, yo debería. Soy cupido.

El policía acomodo su gorra y carcajeo mientras la veía correr hecha una furia hacia el otro lado. Le había hecho un favor. Oh, claro que sí.

X - one shotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora