¿Como quería saber más?
Sólo le bastaba con observar a su aprendiz. Aprender más de lo que ella hacía. La veía hacer muecas en su rostro, la veía sonrojarse como ponerse nerviosa. También la veía enojada y de alguna manera odiaba verla llorar. Eran tantas expresiones que veía de ella pero que sin embargo no le molestaba verlas y memorizar cada una de ellas.
Sin embargo, detrás de todas esas emociones, detrás de todo eso que lo invitaba a observarla cada vez más, el aprendió. De alguna manera puede decir que aprendía de su maestra humana. Y se le hacía curioso todo lo que aprendia gracias a ella.
Incluso ahora, que podía aprender de la suavidad de su piel, que podía guardar en su mente cada poro, cada rasguño y pequeña marca que guardaba en su piel.
De la suavidad de sus manos contra su escamosa piel. De su dulce y tentadora fragancia que envolvía a la chica. E incluso, de la suavidad de sus labios contra su 'cráneo'. Y es que verla tan expuesta a él, tan dispuesta al deseo, era algo que quería guardar a la perfección.
Sus ojos verdes cegados de placer. Los deliciosos gritos que salían de lo más profundo de su ser. Y el dulce néctar que resbalaba de entre sus piernas, se estaba volviendo su perdición, nunca llegó a imaginar que esto se volvería tan adictivo. Sentir como su pequeño cuerpo lo recibía, adentrarse en ella y empezar el suave vaivén de sus caderas, era como la gloria.
-¡Oh Elias! ¡Duele!
-Dime si en algún momento te hago daño
-Sólo tengo que acostumbrarme a ti --Respondió aún con el dolor marcado en su rostro -Nunca me harías daño
Ver su cuerpo rojo, sentir su respiración errática. Y es que está vez ambos estaban aprendiendo a como amarse. A como demostrarse su amor de una manera mucho más pasional. Ambos estaban aprendiendo el arte del placer y ambos memorizaban el cuerpo del otro.
Las caricias habían empezado aquella noche, los botones desaparecían y pronto la ropa aparecía mágicamente en el piso. Elias observaba sin pudor el fascinante cuerpo de su aprendiz. Era pequeña y era una hermosa mujer. La curiosidad empezó a dominar y pronto el ya estaba sobre Chise.
Aprendia como tocarla, como hacerla enloquecer e incluso que hacer para que ella gritara su nombre. De por si le gustaba observarla, ahora en este acto pasional, sería difícil separar su mirada de ella. Quería guardar todo, quería aprender todo, quería memorizar hasta el rincón más oscuro.
Incluso su rostro rojo, sus ojos cerrados y sus pequeñas manos apretando las sábanas debajo de ellos. Aunque Elias no se quedaba atrás, la intensidad de salir y entrar del cuerpo de Chise, como sus paredes lo apretaban, era algo alucinante. Los gritos saliendo de su pequeña boca, un instinto llegó y acercó su 'rostro', unos labios humanos la besaron.
Chise abrió los ojos ante la sorpresa y se dio cuenta que aquel rostro humano que creo Elias la estaba besando. Bajo sus ojos para darse cuenta que su piel seguía teniendo aquel color morado, sólo su rostro había cambiado, ya que aquellos mechones rubios aún seguían teniendo la apariencia de sus cuernos.
Acarició con suavidad las mejillas humanas de Elias. Este se separó con lentitud de sus labios dejando un hilo de saliva que los unía. Chise sonrió y Elias le siguió, acaricio con suavidad las mejillas de ella.
-Te amo Elias... --Susurró.
Ante aquellas palabras, sonrió Elias y abrió más los ojos, los cuales brillaron ante ella. Chise sonrió, incluso con aquel rostro que le dejaba mostrar sus rasgos humanos, ella sabía que Elias estaba feliz.
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People who observe, live to learn and not to criticize
FanfictionElias era muy observador. Incluso no podía negar que se la pasaba todo el día observando a Chise. Era curioso todo lo que podía descubrir. Pero el quería saber todo y aprender de ella. Incluso quería aprender y memorizar cada poro y cada suavidad de...
Único.
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