—Sí, señor.

La chica esperó en la puerta a que Arwen se acercara con la niña en brazos. Arwen intercambió una mirada cómplice con Kalen antes de sonreírle a su hermana y después tímidamente a Aelric y seguir a Alice fuera de la biblioteca. La niña se despidió de Aelric y de su madre con la mano por encima del hombro de su tía, y sonrió abiertamente a Kalen antes de despedirse de él también.

Kalen sintió una sensación extraña ante la naturalidad de la niña. No estaba acostumbrado a demostraciones de afecto y mucho menos tan sinceras. Casi sonríe al pensar que Enya era capaz de ganarse a la gente como su madre y su tía.

—¿Y bien? — Preguntó Aelric, nada más volvieron a quedar solos los tres. A Vera se le congeló la sonrisa en la cara y puso toda su atención en Kalen, retorciéndose las manos mientras esperaba su respuesta.

—Esta mañana, —comenzó a decir recostándose contra el escritorio. — he recibido la llamada de Arwen.

Vera y Aelric se miraron y él se acercó hasta ella y la rodeó con sus brazos intentando calmarla ofreciéndole su apoyo. Para Kalen no pasó inadvertido el gesto, y comprendió que su hermano no le había contado nada, así que comenzó a contar lo ocurrido como si ninguno de los dos supiera nada.

—En realidad, te buscaba a ti, Aelric – su hermano levantó una ceja, pero no dijo nada. — Joseph me pasó la llamada, yo acababa de salir de la piscina y estaba a punto de darme una ducha para ir al trabajo. En cuanto me dijo que era Arwen, supe que algo no iba bien. Sé que ella no hubiera llamado si no se tratara de algo grave, así que me preocupé. Me dijo que alguien había entrado en vuestro piso...

Observó la reacción de Vera, quien se llevó una mano a la boca y ahogó una exclamación, visiblemente preocupada.

—¿Le han lastimado? –preguntó Aelric antes de que Kalen pudiera explicarse más.

—No, por suerte. Como habéis podido comprobar, ella está bien. Asustada, pero es fuerte, e inteligente, así que lo ha manejado mejor de lo que cabía esperar.

Vera se apretó contra el pecho de Aelric, agradeciendo que la estuviera sosteniendo. No quería derrumbarse y sabía que tenía que escuchar a Kalen, pero saber que su hermana había estado tan cerca del peligro la ponía enferma. Esos hijos de puta le habían vuelto a declarar abiertamente la guerra y sería una estúpida tonta si no sintiera miedo. Sabía muy bien de lo que eran capaces.

—¿Qué pasó? – preguntó manteniendo su voz todo lo firme que fue capaz y ganándose el reconocimiento de Kalen.

—Alguien buscó por toda la casa alguna documentación. En todas las habitaciones los papeles, libros, revistas y cuadernos estaba revueltos y tirados por todos lados, pero por el aspecto de la casa y la forma en que se marcharon de allí, sin entrar en el dormitorio de Arwen, podemos deducir que no encontraron lo que andaban buscando.

Aelric besó a Vera en la cabeza, sabía lo mucho que esto le estaba afectando, la conocía, y sabía que se sentiría culpable, pero no estaba dispuesto a que volviera a alejarse. Fuera lo que fuera, tenían que enfrentarlo juntos.

—¿Te has ocupado de todo, Kalen? ¿Habéis puesto una denuncia en la policía?

—¡No! – respondió Vera volviéndose hacia él entre sus brazos completamente alarmada, y dejando a Aelric sorprendido por su reacción.

—Pero... —comenzó a decir este, y Kalen le interrumpió.

—Tranquila, Vera. No hemos ido a la policía. – ella le miró sorprendida y aliviada al mismo tiempo, preguntándose hasta qué punto Kalen estaba al tanto de todo. – Los dos estuvimos de acuerdo en que lo último que necesitábamos era a la policía metiendo las narices en este asunto, antes de que pudiéramos resolver, al menos, hasta qué punto estabais en peligro. Por eso la traje aquí, es más seguro. Creo que fuera quien fuese, no puede relacionarla con nosotros, y aquí estará completamente a salvo. Me encargué de su seguridad como tú le prometiste qué harías, Aelric. No voy a dejarla correr ningún riesgo, al menos, hasta que estemos completamente seguros de que no corre ningún peligro regresando allí.

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