Capítulo XXI: Honestidad.

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—Lo sé, solo iba distraída. Tal vez Guido solo estaba drogado, pero pudo ser peor —respiro hondo—. Espero a través él podamos tener algún tipo de respuesta para terminar con la pesadilla.

Saca el teléfono de su pantalón, luego lo lleva al bolsillo lateral de mi chaqueta de jean, hecho esto, sus manos van debajo de mi camisa, sobre mi abdomen. Dejo ir el aire lentamente por mi boca.

—Tu piel siempre está caliente.

—Y tus manos están frías —respondo, me sonríe.

— Por eso las caliento contigo.

— ¿Qué tal tu primer día? —pregunto.

—Aw, ¿Haremos esa cosa dulce de contarnos el primer día de clases?

—Estoy seguro de que mueres por hablar de ello.

—Tienes tanta razón —Ríe y comienza hablar con demasiado detalles sobre su primer día, obviando el hecho de las fotos de Rose. Fuera de eso, me parece que su día fue aburrido, pero ella cree necesario darme cada detalle incluso aunque sea nulo—. ¿A ti cómo te fue?

—Bien. Exceptuando el encargarme de las fotos, fue como cualquier otro día de clase, sin embargo, hace unas pocas horas vi a Marie.

Sonrío recordando a la mujer bastante mayor a la que llamó mamá, a quien presenté a Dakota. Si bien mamá Marie sufre de alzhéimer, de alguna manera ella logra recordar un poco que su Kye llevó una chica con él. Fue genial verla, cuando paso mucho tiempo lejos de Nottingham me siento preocupado por no saber de ella, es por eso que me encargo de pagarle a Olivia, la mujer del restaurante de las hamburguesas, para que cuide de Marie. De esa manera nos ayudamos los tres.

— ¿Cómo está ella?

—Bien, dulce como siempre y pregunta por esa muchacha a la que debe hacerle ropa de bebé para cuando tenga muchos con su Kye —Me burlo, recuerdo lo exaltada que estuvo Dakota con ese tema. Ella sonríe.

—Me gustaría verla alguna otra vez, si no te molesta.

—No me molesta.

Me incorporo y llevo mis manos a su espalda, adentrándolas debajo de su camisa y sintiendo la frialdad de su piel. Acaricio su columna con la palma de mi mano, arriba y abajo, ella se estremece.

— ¿En tu fraternidad no tienen esta cosa de reunirse y planear todo para escoger nuevos miembros?

—Sí.

—Y estoy suponiendo que tienes un gran rango en esa fraternidad —Asiento en acuerdo—. ¿No deberías estar en esa reunión?

—Me gusta estar aquí, contigo encima de mí.

—Puedo notarlo —Se sonroja y yo rio porque no pienso disculparme por comenzar a tenerla dura cuando ella está sobre mí.

—Ahora dime lo de ese mensaje. Lo que dijiste que me dirías al vernos.

Instantáneamente mi sonrisa se borra y miro al cielo. ¡Mierda! Soy pro honestidad, pero admito que no es tan fácil cuando debes decir algo que no quieres admitir en voz alta.

»Voy a enojarme —Sentencia, bajo la mirada para encontrarme con la suya—. De repente te has tensado, eso quiere decir que no va a gustarme lo que vas a decirme.

—No lo hará, pero te dije que te daría mi honestidad. Así que fui a una fiesta el jueves. Estaban algunos viejos conocidos, bebí un poco e hice algo incorrecto.

»Una chica me besó y no seré un santo diciendo que no le seguí el juego durante unos instantes de costumbre. Fueron segundos, pero no lo negaré.

Contradicciones (#1 El Negocio)Where stories live. Discover now