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— Comenzó así: Fue un martes, 7 de marzo de 2017, cumplíamos un año de noviazgo y como celebración, ambos, decidimos ir a un restaurante nuevo que habían establecido a tres calles de nuestra casa, se especializaban en comida mexicana y japonesa; cosa que me encanta, no hizo falta mencionar más cuando me propuso la idea. Bien —lancé un mechón de mi cabello hacia atrás—, alrededor de las seis y media ya estábamos casi listos para salir, sólo faltaba yo como siempre, entre eso y la revisión que le hizo a la casa para dejarla segura nos dio las siete, hora a la que salimos.

Cuando estábamos de camino al auto nos topamos contigo, ¿recuerdas?, nos dimos un saludo rápido, te fuiste y nosotros nos montamos en el coche. Todo empezó cuando le pedí a Liam que encendiera la luz para buscar mi celular que se había caído, cuando lo encontré debajo del asiento trasero hallé algo más adherido a él, un condón, usado. Mi cerebro se detuvo a pensar por un segundo, buscando en lo más profundo la forma de que ese condón lo hubiera usado conmigo, y no con otra; no hubo tal recuerdo. Tan pronto como recogí mi celular y el preservativo del suelo me lancé contra él, con la misma calma que la situación me estaba dando; o sea, ninguna. El negó todo, se propuso a lanzarme historias muy bien dramatizadas y elaboradas, diciéndome que había sido conmigo, etc. La poca cordura que tenía se me estaba yendo junto con los diez minutos que llevábamos en el auto y el aún no me daba una historia contundente. Mi cabeza se puso a imaginar lo peor, poniéndome en un ataque de depresión y enojo crítico. Le lancé el condón a la cara y empecé a golpearlo en el hombro una y otra vez, el hecho de que no le estuviera haciendo nada me empezaba a frustrar, por lo que por instinto mi mano se dirigió hacia la guantera y sacó un puñal que el guardaba ahí, cuando mi mano sostuvo el mango con firmeza volví a golpearlo, pero esta vez en el pecho, y con el filo del cuchillo —sonreí—, cuando lo hice sentí como la hoja del cuchillo desgarraba su piel y se abría paso hacia dentro, en ese momento quedé en shock, mi mano duró aproximadamente algunos quince segundos aplastando el cuchillo contra él para que falleciera más rápido. No lo hizo y eso me frustró aún más; así que en un movimiento rápido le saqué la navaja y empecé a clavársela por todo el abdomen. Mientras lo hacía me pude ver yo misma sonriendo, y excitada, cosa que me tomó por sorpresa pero que no me llegó a disgustar, al contrario, anhelé más esa sensación y sin pensarlo volví a apuñalar el cuerpo sin vida durante otros dos minutos, llenando todo el auto de sangre al igual que mi ropa. Cuando deshice mis ganas de más me alejé de su inanimado cuerpo y volví a mi asiento, respirando agitadamente mientras intentaba recuperar el aire, en medio de eso me propuse a mirar detenidamente el líquido rojo que corría por mis brazos, manos y piernas, mientras en mi rostro la sonrisa seguía intacta, incluso la excitación se había prolongado.

Al cabo de unos diez minutos te vi caminar hacia el auto, ahí regresé a la normalidad y vi la gravedad de la situación; intenté salir del auto para pedirte ayuda y en eso un pedazo de metal se agarró a mi vestido, desgarrándolo y haciéndome una herida en la pierna —cosa que fue útil si me permites decirlo—, cuando salí del auto recuerdo bien que casi lloras del susto al verme cubierta de sangre, por suerte entendiste mi situación como toda una buena amiga y vecina haría —volteé el rostro, encontrándome con sus ojos—, la cosa es que cuando revisaste el cuerpo quisiste llamar a la policía y, eso no estaba bien, estaba segura de que iría a la cárcel, y no me gustaba como sonaba eso. Nuevamente la desesperación regresó a mí y sin pensarlo volví a empuñar fuertemente el cuchillo y, cuando te vi distraída me lancé sobre ti, recreando la misma escena que hice con Liam. No te negaré que esa adrenalina y ese éxtasis volvieron a mí, al igual que tampoco te negaré que me gustó.

Tal vez te estés preguntando "como saliste ilesa de todo eso", pues —le quité un flequillo rubio de los ojos, regresándolo a su lugar—, en el momento que la policía llegó, cuando yo no la llamé, mis instintos de supervivencia salieron a flote, les conté con el rostro más desbastado que pude dramatizar que Liam intentaba abusar de mí, cosa irónica porque éramos novios, y que en el momento que quise resistirme él intentó detenerme, haciéndome esa herida que tenía en el pie, les dije que en un intento de escapar lo golpeé, tomé el puñal y se lo clavé en el pecho y, que como veía sus movimientos me asusté y pensé que me seguiría haciendo daño, por lo que continué apuñalándolo hasta no ver más respuesta de su parte. Por suerte ya me había hecho cargo de ti por lo que no hubo necesidad de explicarles esa parte, y eso que mi padre se hartaba diciéndome que ver películas no serviría de nada.

Igualmente me llevaron para más declaraciones ya que no se terminaban de tragar el cuento, al final no tuvieron más opción que creerme y marcarlo como "defensa propia", cerrando instantáneamente el caso. Todo eso, apuñalar personas en plena calle, correr el riesgo de ser atrapada, y el éxtasis del momento habían despertado algo dentro de mí que ni siquiera yo conocía. Y me encanta.

Pe... Oh, ya es hora de irme —revisé mi teléfono, el cual empezó a sonar—, fue agradable haber pasado este momento contigo —apoyé mi mano derecha sobre el piso incorporándome por completo, y tras plantar un beso sobre su pálida y helada frente la lancé al acantilado, viendo como su cuerpo sin vida era víctima de la gravedad y era atraído hasta lo profundo—, te traeré compañía pronto —sonreí. 

AniversarioWhere stories live. Discover now