Prólogo

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Mamá está rara. Desde que murió papá, está triste. Y distante. Yo también estoy triste, pero no igual que ella. A veces llora y no sale de la cama. Cuando entro, me echa a gritos. He tenido que empezar a hacerme cargo de la comida, la casa... y de ella. Pero a veces me es imposible. Hace cosas extrañas: habla sola, se enfada con todos o se tapa los oídos y huye cuando enciendo la televisión o la radio. Pasa días sin dormir. A veces, sale a la calle a comprar pan y se enfada con el panadero; vuelve corriendo, llorando o hecha una furia. Se pelea con los vecinos o hasta con el cartero. Dice que ellos han empezado diciéndole cosas malas. Después se encierra y llora, no me deja entrar.

En el colegio se ríen de mí. Dicen que mamá está loca, chiflada. Estoy segura de que el padre Adrián diría que está endemoniada. No lo sé, porque hace mucho que no vamos a la iglesia; Dice que la gente la mira mal y hablan de ella. Los vecinos susurran. Cuando paso por delante de ellos cesan y me miran con cara de pena. Otros de miedo. Nadie se atreve a hablar conmigo, y mucho menos tocarme. Piensan que lo de mi madre es contagioso, y que yo no tardaré a estar como ella. Yo me encuentro bien, pero tengo miedo, ¿y si es cierto?

No sé qué hacer, cómo actuar. Mi madre ya no es mi madre, no se parece en nada a aquella mujer que me cuidaba, me hablaba y me abrazaba.

Ahora es una desconocida, y mi vida se ha vuelto del revés. No entiendo nada y estoy cansada.

¿Loca? ¿Chiflada? ¿Endemoniada?

No sé qué hacer, y nadie nos ayuda porque todos nos temen.

Estoy sola y solo tengo trece años. ¿Qué hago?

El Castillo de las RevelacionesWhere stories live. Discover now