XLIII

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Las puertas del palacio en el Makai fueron abiertas con estrepito, un hombre y su hijo entraban furiosos hasta el salón del trono, aún cuando fueron detenidos por los Ghoul que custodiaban el lugar.

–¿Así te atreves a llamarte soberano de los vampiros?– gritó con injurias al rubio rey aquel hombre.

El rey sólo suspiró y se acomodó en su trono, desde que tenía memoria, ese pelirrojo había sido siempre igual.

–¿Sólo harás eso, Shū-sama?– dijo el más joven–¿No ves que mi padre te está retando?

–Ayato, yo no sé dónde está Beatrix–dijo sabiendo el motivo de su visita–Y además no es mi hija, mi hermano es el que decidió ocultarla, así que, no me reclames a mí.

Un perro se acercó al trono, echándose a los pies de Shū, el cual comenzó a acariciarle sin problema de los que estaban allí.

–¿Ves lo que te digo?–dijo Ayato más enfurecido–Ya ni El Viejo era tan irresponsable con éste reino.

El cuerpo de Shū se llenó de ira al oír sus palabras y se levantó del trono.

–¡Nunca en tu patética vida me vuelvas a comparar con él!–Tomó al pelirrojo por el cuello– ¿Me escuchaste?

Ayato sólo asintió mientras que su hijo trataba de liberarlo, sin embargo Shū era mas fuerte que ellos.

–¡Ahora fuera!–le soltó– Ya veré yo que hago con ese asunto.–Y si me entero que te pasó algo por entrometerte y buscarla por tus medios, no tendrás mi apoyo. ¡Largo!

Ambos pelirrojos salieron de allí aún refunfuñando.

El rey colocó una cadena a su "pequeña gran hija" y salieron del palacio en el Makai, para dirigirse al mundo humano.

Llegaron a la mansión Mukami, donde se encontraba Azusa en el jardín, pero le pidió no molestara a sus otros hermanos. Sin embargo Shū dejó a Betty en el jardín con Azusa y entró a la mansión.

Subió hasta la recámara de Yuma, el cual estaba recostado comiendo terrones de azúcar con los ojos cerrados, pensativo. Shū sonrió al mirarlo.

Se acercó a su mano en la que tenía un terrón y el rubio lo tomó con su boca, rozando su piel con sus labios.

Yuma inmediatamente salió de sus pensamientos y abrió los ojos, parándose rápidamente.

–¿Qué quieres?– le dijo al rubio con molestia.–¿Veniste a buscarme porque estás aburrido?

–No claro que...–recordó que le había rechazado antes–Perdoname por lo que pasó antes, si

–¿Crees que puedes llegar así como así, y con un "Perdoname", todo se solucionará? Pues no, claro que no.

–Yuma no, no vine por eso.–el ánimo de Shū se estaba calentando, pero le quería y no deseaba pelear con él.–Sabes qué, sólo vine a preguntar por Ruki, ¿Sabes dónde están él y mi sobrina?

–¿Entonces ya no te importo? Y además no sé a dónde se habrá metido.

–Yuma, ya por favor, sabes que no es así, claro que... Claro que te quiero.

–No me dijo en a donde iría  –ceddió ante el otro– pero sé dónde puede estár.

–Buen chico–Shū tomó un terrón de azúcar y se lo dió en la boca.

Salieron de la habitación y al salir se toparon con Kou y Azusa jugando con Betty, que tenía moños en las orejas y el rabo.

–No, no no!–El rubio quitó a su pequeña de las garras de ellos–Ella es un perro de caza.

–Pero Betty-chan es una princesa!– exclamó Kou.

–Yuma, nos vamos–Shū quitó los moños a Betty y le colocó la cadena.

•••••

–¡Arthur! ¡Arthur!–una voz femenina llamaba a Ruki, en sueños.

El vampiro se despertó sobresaltado en el sofá al lado de Beatrix.

Era medio día, y el timbre del departamento sonó.

Ruki abrió la puerta y se topó con el bototones de la recepción.

–Buenas tardes señor, ¿No cree que no es hora de dormir?– dijo el chico al ver a Beatrix en el sofá.

–¿Sólo veniste a eso?–dijo el ojiazul molesto.

–No, le vine a decir que hay dos sujetos raros en la recepción que preguntaron por ustedes.

–¿Tenían algo fuera de lo normal, era un sacerdote, o uno con aspecto de muerto?– dijo preocupado pensando que tal vez les perseguían de nuevo.

–No, eran más raros. Era uno rubio y alto, con gafas oscuras y un perro, supongo que es ciego, pero da miedo.–les describió con señas– Y el otro era un gigantón que no se si era su guardaespaldas o su pareja, de hecho están....¿Qué hacen ustedes dos aquí? ¡Les dije que no podían introducir animales!

Shū y Yuma estaban tras él saludando con la mano, y Beatrix ahora estaba abrazando a Ruki por la cintura.

–Gracias por avisarme, si los conocemos, de hecho son mi hermano y... –Ruki no supo que decir del otro.

–Y mi tío–terminó la frase ella.

–Ahora adiós–dijo Ruki.

–Pero Señor, no puede entrar un perro aquí–siguió insistiendo el muchacho.

Shū le dió un billete.

–Está bien, me voy. Yo no ví nada.–el chico dió media vuelta y volvió a su oficio.

–Y ustedes dos, no se queden allí parados entren.– dijo el azabache

Ratón de Biblioteca ★2★ [EN HIATUS]Where stories live. Discover now