- Señorita, por favor, no haga esto mas difícil - Intervino otra de las chicas. Kaghome la volvió a ignorar. Su día no estaba saliendo como ella esperaba.
- Suficiente - La misma rubia que la atendió, miro hacia el hombre que estaba parado en la puerta - ¡Alfredo!
Ante su solo llamado, el hombre que media cerca de dos metros y era tan ancho como un ropero, camino hacia la azabache, que no le quitaba su dura mirada de encima.
- Señorita, acompañeme - Coloco su mano sobre el brazo de ella, pero la azabache lo alejo al instante.
- Si me tocas, sera lo ultimo que hagas - Amenazo, casi logrando que el hombre ria.
- Por favor, no quiero sacarla por la fuerza.
- Usted no va a sacar a nadie por la fuerza aquí - Una voz imponente se dejo oír por sobre todos los murmullos que se estaban ocasionando - No se atreva volver a tocar a mi mujer - Gruño, y luego miro a la azabache que le sonreía con cariño - Pequeña - Se acerco a ella, pero ella fue mas rápida y salto hacia él, envolviendo sus piernas en su cadera.
- Hola, guapo - Beso su nariz, haciéndolo reír.
- Veo que me has extrañado para venir hasta aquí - Beso sus labios con ímpetu, y luego sonrió - ¿No tendrías que estar trabajando? - Con cautela comenzó a tocar sus piernas, subiendo para encontrar el borde de su falda, cuando noto donde se encontraba, casi dejando al descubierto su trasero, la dejo en el suelo.
- Señor, yo lo lamento - Se disculpo con rapidez el hombre - No sabia que era su esposa.
- No es mi esposa, es mi novia - Tomo la mano de Kaghome, llevándosela a sus labios para besarla - Y tu no tienes la culpa. Ve a tu lugar de trabajo.
- Claro, señor - Hizo una mínima reverencia y con rapidez camino hacia la entrada.
- Y ustedes - Miro a las tres recepcionistas, que estaban muy pálidas debido a lo sucedido - Les aviso que ella es mi novia y tiene libre acceso a cada lugar de la empresa que ella desee.
- Claro, señor - Respondieron las tres a la vez.
- Vamos, pequeña. Te enseñare el edificio.
- En realidad, en este momento, solo quiero conocer tu oficina - Sonrió lisonjera, logrando que el cuerpo del pelinegro reaccionase.
- Eres una maldita - Murmuro sobre su oído y, tirando de su mano, la guió hacia los ascensores. Kaghome volvió a mirar hacia donde la rubia estaba y, estaba vez, era ella la que le sonreía con altivez.
***
Se encontraban ambos acostados, desnudos, sobre el sillón de la oficina de Inuyasha.
(AUTORA RANDOM APARECE... Ustedes querían lemon, lo se, malditXs pecadorXs ( ͡° ͜ʖ ͡°) Pero nop. Esta vez no va a haber lemon en este puritano capitulo. Se joden ʕ•ᴥ•ʔ Bueno. Sigan leyendo. Nos vemos... Cuando menos lo esperen muajajajaja *Risa tenebrosa con las manos al aire y rayos de fondo*)
Ella estaba recostada sobre el pecho de él, sintiendo las caricias que hacia sobre su cabello. Era el mismo paraíso.
- ¿De verdad no interrumpo nada importante? - Le pregunto, mirándolo a los ojos, viendo como sonreía.
- Claro que no, pequeña. Te adoro, y me encanta pasar tiempo contigo, pero si tuviera algo que hacer con urgencia, te lo diría - Beso su frente, logrando que ella sonriera - La interrogante aquí es, ¿Por que no estas trabajando?
- Es que... - Se levanto de ese cómodo lugar, envolviendo su cuerpo con una manta que el pelinegro tenia allí - Hoy fue Kikyo a mi trabajo.
- ¿Que? - El pelinegro se sentó como un resorte, mirándola - ¿Por que?
- No lo se. Me reclamo que te dejara porque ella quería estar contigo, y porque te extrañaba. O algo así - Como si el frío la invadiera de repente, abrazo sus piernas, sin poder mirarlo. Sabia que la amaba, acepto estar con él a pesar de eso y, sin embargo, dolía mucho. Le dolía saber que aun la quería.
- ¿Y tu que le dijiste?
- Que si tu querías estar conmigo, que yo no te iba a obligar a nada, porque eres un hombre adulto que toma sus propias decisiones. Pero luego de... Bueno, le dije que nos dejara en paz - Con cautela lo miro, sonriendole levemente - Pero yo entenderé si quieres volver con ella.
- ¿Luego de que?
- Nada. Solo digo que si quieres...
- Kaghome - La interrumpió con voz dura - La conozco lo suficiente como para saber que es capaz de cualquier cosa, ¿Que te hizo?
- Nada - Murmuro, corriendo su mirada.
- Kaghome - Volvió a llamarla con severidad.
- Solo me tomo del cabello, pero los clientes que estaban allí lograron alejarla de mi... - Su relato se vio interrumpido cuando sintió como ese pelinegro la tomaba con fuerza entre sus brazos. Ese solo gesto la relajo instantáneamente. Como amaba estar entre sus brazos.
- Discúlpame, pequeña. Es todo culpa mía. Tu no mereces esto.
- No. No es tu culpa. Yo decidí estar a tu lado a pesar de que aun la amas - Inuyasha se alejo, tomando su rostro entre sus manos y beso con cariño su nariz.
- Ya no es así - Coloco un mechón de su cabello tras su oreja y luego volvió a besar su nariz - Eres preciosa, ¿Lo sabias?
- Inu - Murmuro, con su voz quebrada por la emoción, y se tiro a sus brazos, queriendo no llorar. Nunca había sido una mujer sensible, pero estar con este hombre la perturbaba en limites insospechables.
- Lo se, pequeña. Quédate conmigo. No me iré a ningún lado.
- Si. Siempre me quedare a tu lado - El abrazo perduro unos largos minutos, hasta que un golpe en la puerta los interrumpió - ¡Mierda! - Siseo la azabache, parándose para poder cambiarse.
- ¿Quien es?
- Soy yo, señor.
- Mabel, mierda - Gruño - Espero un segundo - Miro a la azabache que peleaba por colocarse las medias y sonrió - Es mi secretaria.
- ¿Puedo meterme allí? - Señalo una puerta blanca - No deseo que me vea así.
- Claro, pequeña. Es el baño. Ve - Con rapidez, la azabache junto sus pertenencias trotando hacia el cuarto. Inuyasha solo pudo mirar como su redondo y jugoso trasero rebotaba con cada paso que ella daba - ¿Por que tenias que interrumpir, mujer? - Gruño para si mismo, para comenzar a caminar hacia la puerta, arreglándose la corbata.
- Señor Taisho, disculpe que lo interrumpa, pero tenemos un problema.
El pelinegro se sorprendió, nunca había visto a su secretaria de esa manera, agitada y pálida. Definitivamente, no era una buena noticia.
ESTÁS LEYENDO
Arreglando corazones ღ
RomanceInuyasha No Taisho, un magnate petrolero que lo tiene todo, menos el amor de la mujer que ama, Kikyo. Harto de sufrir por esa mujer que lo maneja como quiere y cuando quiere, se adentra en un bar para emborracharse hasta perder la conciencia. Allí...