Canto 7:

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Cuando Ulises llega a la ciudad, recubierto por una nube que el no veía, echa por Atenea, que era para que nadie lo moleste con preguntas, entonces le pregunta a una chica donde esta el palacio del rey Alkinoo, y esa chica era Atenea encarnada en una chica del pueblo. Atenea lo guía con la nube alrededor, y le dice que no hable con nadie, porque no quieren a los extranjeros, y al llegar al palacio le dice que entre y venere a la mujer de Alkinoo, Arete, que nació del hermano de Alkinoo, y es la esposa del Rey, o sea la honorable Reina. Al acabar de decir estas palabras, Atenea se lanza hacia el vasto mar, abandonando la amable Esqueria; atraviesa Maratón, la gran ciudad de Atenas, y se dirige a la sólida morada de Erecteo. Ulises entre tanto se encamina hacia el soberbio palacio de Alcino; con el corazón agitado por mil preocupaciones, se detiene, antes de trasponer el umbral de cobre. Cincuenta mujeres esclavas vivían en este palacio; las urnas se ocupaban en moler bajo la piedra el rubio trigo, las otras, sentadas en fila, o tejían la tela, o hilaban la lana. Más allá del patio, hay un jardín de cuatro arpendes; por todas partes está circundado por un muro. Allí crecen árboles altos y verdes, perales granados, de brillantes frutos, dulces higueras y olivos siempre verdes. Los frutos de estos árboles no cesan en todo el año, no faltan ni un invierno ni en verano. Ulises atraviesa la casa, siempre envuelto en la densa nube de que le rodeara Atenea, hasta que hubiera llegado junto al poderoso Alcino y junto a Arete. Entonces con ambas manos abraza las rodillas de la reina; inmediatamente la nube se aleja de él, y todos se callan y lo contemplan mientras que el le ruega que le ayude a volver a su patria. Cuando termina de decir esto, se sienta al lado de las cenizas del fuego, lo que a esto un anciano le dice al Rey que lo siente en una silla apropiada, y que le den vino; esto es aceptado, y el divino Ulises come y bebe. Entonces el Rey dice que todos tengan vino, y les dice que vuelvan a sus casas, y que ellos alojaran al extranjero (y también dice que puede ser un dios). Entonces Ulises dice que no es ni semejante al Dios, y le pide de nuevo ayuda para volver a su patria. Se van todos, luego de aplaudir a Ulises, y solo queda el, la reina, y el rey. Entonces la reina dirige estas palabras: Extranjero, deseo ser la primera en interrogarte: ¿de quién eres, pues? ¿Cuáles son los pueblos que acabas de dejar? ¿Quién te ha dado esos vestidos? ¿No dijiste que después de haber errado por el mar, fuiste arrojado a estas playas?. Entonces Ulises le cuenta todo desde como estaba con la ninfa, y le dice que lo ayudo la hija del Rey. Entonces el rey dice que su hija lo debía haber acompañado, a esto le retruca Ulises que no que el era impresentable, y su hija le dio ropa. Entonces Alkinoo dice que le honraría si se casara con su hija, y que mañana le tendría preparada su partida, aunque sea mas allá de Eubea, ciudad totalmente alejada. Ulises le pidió a Zeus que Alkinoo cumpliera lo que dice, y mientras la reina le prepara el lecho a Ulises, y luego el y el rey duermen.

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