Shelly agitó el líquido ambarino y dio un largo trago, pero para Vera no había pasado desapercibida la expresión de rabia que había tenido su rostro ante aquella confesión.

—Su esposa era una flor delicada. Hija de uno de los profesores de música más famosos del país, incluso dirigía la orquesta nacional. Tenían buena posición, pero no les gustaba la política. Sin embargo, ella era por naturaleza demasiado humanitaria. Creía que todo el mundo tenía derecho a las mismas cosas, y que las diferencias sociales eran una lacra que estrangulaba no solo al buen desarrollo del país, sino a la evolución humana. Intentó que su marido cambiara la política de empresa, como un ejemplo de lo que en realidad podía conseguirse si los recursos se distribuían equitativamente. Por supuesto, él no llevó a cabo tal reforma, aunque intentó contentarla haciendo algunos cambios, y eso causó un cierto desencuentro en su matrimonio. Finn tuvo muchos problemas tratando de evitar que la sociedad se hiciera cargo de ella, y hasta tuvo que enfrentarse a una acusación de traición dentro del círculo, pero consiguió que fuera desestimada. Afortunadamente para él, ella murió al dar a luz a sus gemelos, y eso terminó con los recelos y sospechas que caían sobre él, y Finn volvió a dedicarse en cuerpo y alma a su empresa.

—Pero precisamente... ¿no fue eso lo que les molestó? Ellos querían un trozo del pastel, no estaban de acuerdo con sus beneficios. – volvió a hacerse la ingenua. Quería saber hasta qué punto Shelly conocía todo lo que Finn y ella habían hecho para protegerse.

—Así es, después de todo, los cambios que había realizado para contentar a su esposa le convirtieron en líder del sector, haciendo que sus beneficios subieran como la espuma, superando con creces al resto de empresas de la competencia. Pero Finn hizo un pacto con ellos y mantuvo un justo margen dejando su propia empresa en el estancamiento, compartiendo con la Sociedad todos sus proyectos, los cuales no fueron muchos en estos años. —Shelly agitó su mano en el aire. — Hasta que su hijo se marchó y Finn perdió un poco el norte.

—¿Crees que el que su hijo desapareciera desencadenó de nuevo su carácter?

A Vera le costó mucho mantener su expresión de inocencia al recordar el remordimiento que atormentó a Finn hasta su muerte, por haber provocado que su hijo se marchara.

—Sí, es evidente que así fue. Él había mantenido los proyectos discretamente aparcados. La sociedad estaba al tanto de todos ellos, Finn cumplía su promesa, pero les llegó una filtración que decía que el proyecto solo estaba a un paso de ser aprobado. Le llamaron para desmentirlo y él los tranquilizó. Las cosas permanecieron así por unos años más, hasta que alguien les fue con el cuento de que habían creado un prototipo y que el proyecto ya estaba poniéndose a prueba.

—Fue cuando me encargaron su caso.

Shelly asintió.

—El resto ya lo conoces. Por eso te digo que saques a la niña del internado, esta gente no se toma a bien las negativas, están acostumbrados a salirse con la suya, y después de lo de hoy, no tengo que decirte que no están contentos contigo.

—Pero yo tengo las pruebas. – le respondió en un intento por defenderse.

—Sí, pero eso no les impedirá buscar la forma de llegar hasta a ti, y sin el respaldo de él, no hay nada que les impida terminar contigo. Si quieres salir bien de esta, vas a tener que usar bien tus cartas, sin dejar de lado ninguna...

—Sé lo que estás insinuando, Shelly, y no voy a meterle en esto. Finn le dejó fuera, y no voy a ser yo quien cambie eso.

—Piensa bien antes de descartar nada, Vera. ¿Y de verdad crees que él no forma parte de la Sociedad?

—No me gusta tu tono sarcástico, Shelly. Y sí, estoy segura de que no forma parte de ella, Finn se encargó de que así fuera. Me doy cuenta de que por alguna razón no te caía bien la esposa de Finn, pero tienes que admitir que, a él no parecían molestarle tanto sus ideales, después de todo.

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