—No necesito una novia por ahora. —Levanté mis hombros y mi hermana bufó desechando la idea como si fuera totalmente ridículo para ella.

—Llevas no necesitando una novia desde que terminaste con Gretchen en la universidad. Dime, ¿tienes un trauma o algo? —Siempre que Juliette mencionaba a Gretchen, lo hacía con un tono de desprecio, ella no la soportó nunca. Tan pronto como la transacción estuvo terminada y Luther salió del vestidor con su traje en una bolsa, nos dirigimos fuera de la tienda hacía los ascensores.

—No tengo un trauma o algo que se le parezca, Juliette —puntualicé mientras caminábamos por el centro comercial de Manhattan—. Sabes que yo no cometo un error dos veces. Ya aprendí mi lección. —Juliette bufó, Luther caminaba delante de nosotros y se rio como si fuera muy gracioso.

Estábamos parados junto a los ascensores cuando una chica de cabellos rubios y enmarañados, vestida como una amante de la naturaleza se acercó sin ninguna razón a mí y tomó mi mano.

—Déjame leer tu mano —me dijo. La miré con el ceño fruncido y aparté mi mano bruscamente—. Vamos, será gratis. —Me sonrió como para hacerme creer que no le faltaba un tornillo.

—Lo siento, pero yo...

—Deja que lo haga, Harry. Tal vez lo necesites. —Miré a mi hermana con esa mueca de "¿Acaso te has vuelto loca?".

—Yo no creo en estas cosas —le dije a la chica. Ella sonrió como si lo hubiese sabido desde el principio.

—Entonces no te afectará lo que te diga —contestó ella. Me mostré recio ante su proposición, pero ahora tenía un punto.

—Supongo que no, adelante. —Le tendí mi mano, pensando en lo ridículo que esto se estaba tornando.

La chica pasó sus dedos por la palma de mi mano derecha, con bastante interés, como si jamás hubiese visto una mano cuando la volteas. Una sonrisa psicópata se dibujaba en su cara, estaba preocupado porque parecía que ella iba a sacar un cuchillo en cualquier momento e iba a cortar mi mano para huir con ella. Juliette esperaba con emoción al lado del ascensor, miré a Luther y él me dio una mirada de "¿Qué más da?" encogiéndose de hombros.

—Eres alguien que sabe lo que quiere —dijo la pequeña gitana—. Uh, tienes éxito en cada cosa que te propones y tu línea de vida es considerablemente buena. —Una sonrisa arrogante se deslizó por mi cara, Juliette levantó una ceja y cruzó sus brazos—. Tu vida es la que cualquier hombre quisiera tener, pero no la aprovechas al máximo.

La miré entornando lo ojos.

— ¿Eso qué quiere decir? —le pregunté. Ella levantó la vista y me sonrió.

—Eso quiere decir que no estás viviendo como es debido —habló como si supiera mucho de la vida. Yo no le atribuía más de dieciocho años y ella venía a hablar sobre cómo vivir.

—Lo siento, pero esto es ridículo. —Retiré mis manos de las suyas y me paré junto a Juliette.

—Eso es a lo que me refiero —murmuró la chica, y a pesar de mi rechazo su sonrisa no desistió—, pero tranquilo, eso está por acabar.

Las puertas del ascensor se abrieron, tomé a Juliette y a Luther del brazo, y los obligué a entrar conmigo, esperando que la gitana loca no quisiera venir también, por suerte ella se quedó afuera.

—Va empezar a vivir y alguien va a ponerlo en su lugar. —Las puertas del ascensor se cerraron en su cara y empezamos a bajar.

—Loca —murmuré.

—Te hacía falta, ya veremos —dijo Juliette.

—Tú también estás loca.

El ascensor marcó la planta baja unos segundos después y las puertas se abrieron de nuevo. Caminamos por el pasillo central hacia la salida. Mi celular vibró en mi bolsillo, cuando lo saqué, la pantalla marcaba "Gary", esperaba que él tuviera listo mi pedido o de lo contrario él estaría completamente despedido.

—Sutton.

—Señor, las flores ya están aquí. La florista ya está arreglándolas como su hermana nos indicó.

—Muy bien, Gary. ¿Ya confirmaste la asistencia de mi madre?

—La he llamado, me ha atendido su asistente, él dijo que iba estar ocupada toda la semana, pero que haría una excepción por usted.

Gary lo dijo como si él sintiera lastima por mí, por tener una madre que me trata como si en vez de su hijo fuera solo uno de sus clientes con privilegios por parentesco. Y no lo culpo, ciertamente yo también estaría apenado por mí.

—Está bien, Gary, perfecto. Una cosa más, si mi madre alguna vez te llama para invitarme a alguno de sus eventos, tú vas a decirle exactamente las palabras de su asistente. O vas a repetírselo a su asistente, lo que sea más conveniente.

—Sí señor.

—Vale, te veo en Sutton's Gary.

Para cuando colgué la llamada ya estábamos en el parking del centro comercial. Juliette estaba metiendo todas sus bolsas de compras en la parte trasera de mi auto. Las siete bolsas más grandes eran de su ropa, la bolsa pequeña de Gucci era de Luther y él la llevó consigo al asiento trasero, porque ya no había espacio para más en mi Lexus. Mi hermana era una agente de la moda que se aseguraba de que tanto yo como su hijo nos vistiéramos bien. Tuvo a Luther muy joven, el padre del niño ni siquiera lo supo, no sabía que tenía un hijo con Juliette hasta que ella decidió decirlo hace cuatro años, su principal razón para mantener el secreto era que odiaba al hombre con cada parte de su ser. Mi hermana siempre estaba cuidando de mí, ella había hecho de madre mejor que mi propia madre.

—¿Ya contrataste a ese fotógrafo? —Ya estábamos en el auto. Ella levantó sus lentes oscuros y los dejó sobre el tablero.

—Sí, se lo he dicho a Sterling esta mañana, su amiga va a hacernos el favor.

—¿Esta mañana? Pero, ¿por qué no se lo has dicho antes? —le reclamé.

—Bueno, solo pude hablar con él esta mañana, estuvo muy ocupado toda la semana —se justificó mientras intentaba localizar su celular en su infierno de bolso.

—Vale, pero, ¿qué pasa si la amiga de Sterling no puede? ¿Qué haremos? ¿Poner a Luther en una esquina con la cámara del Iphone? —Juliette me miró con la mirada que usaba siempre para convencer a todos, el mismo "confía en mí" que había usado conmigo hace dos años el día que nuestro televisor explotó.

—Harry, lo tengo todo bajo control.

Yo bufé.

—¿Cómo se supone...? —En ese momento su celular comenzó a sonar. Ella lo atendió luego de encontrarlo en ese desastre que era su bolso.

—¿Sterling?... —Una sonrisa de suficiencia se dibujó en su cara al mirarme—. ¿Birdie dijo que sí? Vale, dile que recibirá una buena paga. De acuerdo, adiós, te veo esta noche.

Juliette colgó el teléfono y golpeó mi hombro.

—Ahí lo tienes, gruñón. Birdie ha aceptado ser nuestra fotógrafa. —Fruncí el ceño y arranqué el auto.

— ¿Qué clase denombre es Birdie? 

Birdie & HarryWhere stories live. Discover now