Comet él subestimado.

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Creía haberlo matado, aún recordaba con perfección su cabello moviéndose contra el viento, mientras se dedicaba ha sacar la manta del guerricornio favorito de su madre. Había hecho tantas cosas, como apuntarle a su padre con la varita al corazón, le habían hecho creer que fue él culpable de la muerte de su amada Moon, pero ahora la realidad se mostraba ante sus ojos, él supuesto leal Rey River fue él culpable de la muerte de sus dos padres.

—Regrésame lo—rogó con el llanto ahogado en su garganta—él no se tiene la culpa de nada.

—Lo siento mi reina—se mofo sonriendo con sarcasmo—ahora no se encuentra aquí.

Su llanto no fue tan catastrófico como se le esperaba ha la reina Butterfly, fue tranquilo, calmado mientras intentaba dejar de llorar, insistía en unir las piezas del rayo que conformaba la varita de su adorado hijo. Esta destrozado, más que eso.
Estaba hecho pedazos, ni toda la magia en el universo le devolvería a su adorado hijo.

Él chico terricola que había llegado al reino para salvar o visitar a su hijo ahora estaba inconsciente, el golpe le había hecho estamparse contra uno de los cimientos destruidos de alguna casa del reino. Atravesó el pecho del hombre que había destruido todo su mundo, pero gracias a la magia negra que había estado practicando por años, su cuerpo era casi indestructible.
El amigo monstruo de Comet solo le miraba atento, sólido y hasta confundido. ¿Qué caso tenía ya armar de nuevo la reliquia familiar? Porque Comet había destrozado todo el sentido de la situación, con el hechizo susurrado, sin querer alejarse de Ludo.

—Chico karate—aplaudió él amigo sapo toro de Comet—despierta.

Él chico de cabello cobrizo se levantó con dificultad y una gran confusión en el rostro mirando detrás del monstruo de color verde que señalaba a la reina Butterfly que iba subiendo en potencia sus sollozos.

—Creo que la reina necesita ayuda—declaro mirando un poco y jugando con sus manos de manera nerviosa hasta descuidada.

Porque una piezas del rayo destruido no encajaba de la manera apropiada.

—Vamos, vamos ¿Por qué no encajas?—sollozo bajito con las lágrimas resbalando se por las mejillas ya coloreadas por el llanto—Vamos.

—Reina...

La mujer de cabello azulado limpio un poco sus lágrimas, y señaló con los brazos abiertos hasta los trozos que estaban regados en la tierra. Su voz se quebró mucho antes de que las palabras pudieran deslizarse correctamente.

—Tal vez si logro armar la varita lo traiga de vuelta.

Él chico y él monstruo compartieron miradas realmente preocupados por la salud mental de la mujer de piel azulada, porque no era normal ver a la siempre tranquila Star Butterfly, reina de Mewni llorar desesperada o intentando conseguir algo.

—Pero esta pieza no encaja—sus hombros se movieron de manera rápida y descontrolada.

—Toma—él chico de sonrisa despreocupada se agachó a su altura—intenta con esta—y le ofreció otra pieza para terminar el armado.

Por primera vez desde que comenzó a llorar un pequeño gesto de sonrisa surgió por sus labios. Mientras ellos unían pesado por pedazo la varita, Comet navegaba (o mejor dicho se hundía) en la magia corupta que tenía dentro de su varita. Movía los brazos intentando bracear, pero totalmente inútil con el peso de todo intentando hacer que se rindiera. Sus mejillas brillaron cuando un poco de su propia magia estuvo cerca de él, ahí fue cuando entendió que las marcas en sus mejillas solo brillaban cuando estaba cerca de la magia pura, de la que usaba ha diario para sus hechizos.

Nado buscando un poco más de ese tipo de magia, porque aún no estaba seguro si su madre le buscaba como esperaba, si estaba triste o le extrañaba para buscar una forma de sacarlo, después de todo le había ignorando cuando esta le dijo que saliera corriendo cuando hizo el hechizo susurrado. Las mejillas se apagaron y él logro entrar en pánico.
Porque quería ver a Marek, quería estar con la familia Díaz en sus días malos y buenos. Aunque se pusiera celoso de Jackson.

—¡Vamos!—golpeo sus mejillas intentando que sus marcas volvieran a brillar—¡Oh vamos!—las marcas brillaron una vez más.

Se agitó buscando el último brillo de magia pura entre toda la magia corrupta. Se agitó en su dirección y se sumergió al ver que se alejaba cada vez más de sus brazos, las lágrimas salieron de sus ojos suaves y sin desviación alguna. No pudo respirar, era demasiado tarde para regresar a la superficie perdiendo la consciencia.

—Oye Comet—una voz lejana y desesperante le hizo abrir los ojos.

Miro a Glossaryck con los ojos entrecerrados sin importarle que le pegará con una cuchara llena de esa horrible sopa que Solía preparar.

—¿Crees que esto necesite Sal?—pregunto sin importarle en nada la mirada incrédula de Comet—oye, oye—siguio empujando—hola...

—¡Ya basta!—griro enojado y se atragantó cuando Glossaryck le metió la sopa ha la boca.

La escupió limpiando su lengua para escuchar como él ser mágico decía que hacía falta sal. Él solo pudo quejarse durante todo el tiempo que estaban juntos, pensando en todo lo malo que era estar con quién lo traicionó para ayudar a River. Mientras lloraba pensando que solo jugaba con él, Marek debía pensar que estaba muerto al igual que su mamá. Y quién debía ser su guía antes sólo pensaba que era superficial y tonto, sumergió las manos dentro de la sopa sin importar cuantas veces Glossaryck pidiera que se detuviera, sus manos sostuvieron una pequeña esfera de magia sacándola de la sopa.

Todo brillo dorado, sus ojos, sus mejillas, la magia había regresado, un nuevo unicornio había nacido de su poder.
Mientras Star y Marek lograban armar el rayo de la varita cuando está se elevó brillando, potente y uniéndose de nuevo para tomar un nuevo aspecto. Comet salía glorioso, había logrado llevar su forma mewbertad a un nuevo nivel. Star pudo sentirse orgullosa de eso, sus manos se movieron en un saludo cuando su hijo le sonrió.

—Hola mamá.

—Hola cariño—las lágrimas ya no eran tan amargas.

Comet pareció recordar algo, porque su expresión se volvió más seria.

—¿Dónde está River?—la voz sobre puesta pudo hacer que ella señalará por dónde estaba caminando él hombre.

Un rayo de magia concentrada salió de la varita sin importarle otra cosa que destrozar a su enemigo. Y lo consiguió, dándole una victoria al reino. Pero con él ahogándose por el cambio inesperado, cuando pudo concentrarse todos (hasta su madre) se encontraban encima suya en un abrazo asfixiante.

¡Hey! Un tiempo sin vernos. Espero que les guste el capítulo. No sé si dejar la historia con este final o seguir.

La corona del Rey.Where stories live. Discover now