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Su voz.

En ocasiones, se aventuraba a escucharla evitando usar el traductor universal tan sólo para deleitarse con la cadencia y armonía de sus exóticas palabras.

Cuando lo hacía, Shepard terminaba dándose cuenta y le obsequiaba con un delicado y cálido pellizco en su mandíbula, mientras le deslumbraba con aquella contagiosa risa tan llena de vida y matices; una que sólo le dedicaba a él.

Quiso enseñarle a decir algo en su idioma, pero él carecía de la habilidad y fisonomía para poder ser el alumno que ella, posiblemente, hubiera deseado.

Ahora, tan sólo deseaba haberse esforzado más.

Su lacónica y definitiva despedida, acompañada del exquisito roce de su temblorosa mano humana, sacudió los cimientos de su ser cuando, al alzar el rostro para observarla una última vez, se cruzó con aquella mirada de infinita profundidad esmeralda.

Pese al terror reflejado en su pálida faz, él se vio incapaz de responder de inmediato. Quería decirle que la amaba, que su vida había comenzado el día que descubrió que, sin ella, su propia existencia carecía de significado, mas ante aquel sentido e improvisado adiós de labios de su amante, su tímido 'te quiero' en respuesta no bastó para desvanecer el temor en ese dulce rostro que tantas noches había resguardado entre sus dedos, que tanto había besado y deseado, que tanto había idolatrado...

Se maldijo por no ser capaz de expresar la profundidad que portaban sus últimas palabras; las últimas que jamás le diría. El pánico ante la más que posible pérdida se apoderó de él, y cuando quiso alzar su mano para acariciar los ángulos de su hermoso rostro una vez más, ella ya corría con decisión hacia su aciago final.

La vio marchar, directa a una solitaria muerte; su traductor interpretando, una y otra vez, con un escueto y débil 'te quiero', su respuesta definitiva, cuando el cataclismo de emociones habría amenazado con confirmar que, ahí, justo en ese inexorable final, cuando sus ojos se cruzasen con los de él, descubriría que jamás amaría a nadie más como a ella.

—Te amo con la intensidad de mil soles, Shepard, y siempre lo haré. —rezó finalmente en aquella extraña lengua, casi como una despiadada broma del destino.

Pero el eco de aquella confesión sin testigos rozó el oscuro vacío, pues ella ya no se hallaba ahí para escuchar su tardía revelación.

Y es que 'no hay Shepard sin Vakarian', pero mientras le quedase aliento en sus exhaustos pulmones, el recuerdo de aquella voz, aquella risa y despedida, jamás le abandonaría.

No hay Shepard sin VakarianWhere stories live. Discover now