— Es la única manera de vernos — confirmó el tomando un cigarrillo mientras bajaba la ventana.

Al llegar los encargados fueron a recibirnos.

— Señor Roberto bienvenido, tenemos ya su programación y queremos poner toda nuestra disposición para lo que necesite — comunicó el gerente

— Muchas gracias — contesté al girarme y querer presentar a Ricardo, pero ya no estaba, conociéndolo ya debía estar atacando el bar de su habitación.

Tenía poco tiempo, una vez estaba todo acomodado inicie con el congreso. Esas 3 horas se hicieron eternas, solo fui hasta mi habitación, tome una ducha y caí como una piedra.

En el transcurso de la semana cada vez se intensificaba esos dolores de cabeza, algunas noches tuve que tomar analgésicos fuertes para poder dormir, otras veces Ricardo era el que me ayudaba a relajarme.

— Amigo hoy te olvidas de discursos, ética y comités, libérate y descansa — comentó, mientras pedía un taxi.

— ¿A dónde vamos? — pregunte al ver que íbamos hacia una zona de diversión.

— A divertirnos — respondió, — Hace rato no lo hacemos, es hora de retomar nuestras noches de hombres.

— No me opongo, de verdad necesito olvidarme de todo — confirmé.

Esa noche tomé, baile, deje que fluyera el ambiente en nosotros; Ricardo en varias ocasiones había comentado sus sentimientos; yo era su amor platónico, pero a la vez su imposible. Tengo pocos recuerdos de los que paso después de salir de esa zona; por ahí escuche que Ricardo habló sobre la libertad; que debería ser para los que se la merecieran, que la justicia tarde o temprano siempre llega, algo de poner un alto a las personas que actuaban irresponsablemente; y lo último fue de ser tolerantes.

El siempre luchaba por tener una mejor vida; tanto para él como para las personas que él quería. Nunca pudo sobrellevar el abandono de su padre por irse con una prostituta, tampoco asimiló el hecho de que su madre lo dejara abandonado en un hospital cuando el enfermó por culpa de ella. Esa noche ella llegó borracha, no lidió de buena manera la solicitud de Ricardo cuando le dijo que tenía hambre, su respuesta fue abofetearlo y dejarlo afuera en el patio. Lo que casi lo mata fue el momento en que se vio sin techo ni comida. Cuando quiso acudir en busca de ayuda fue ignorado; notó que la justicia solo llegaba para aquellos que tenían dinero y poder.

Despertamos en el hotel, ¿el cómo llegamos?, ni idea; y el ¿sí fuimos más allá?, creería que sí, porque todo mi cuerpo se sentía agotado y adolorido.

— Buenos días — dijo él cerca de mi oído — Sí que disfrutamos.

— Si, extrañaba esto — logré decir en un estado semidormido

— Descansa, nos vemos más tarde

Confirme con un movimiento de cabeza, no tenía energías para hablar ni levantarme, simplemente me acomode de lado y seguí aprovechando ese sueño que me llevo a lo más profundo.

Gritos, gente corriendo de un lado a otro, fuego y humo por todos lados, alguien gritaba ¡El carro explotó y había una mujer adentro!

Las sirenas de ambulancias, policía y bomberos; aquel lugar era una odisea de miedo y terror. Ricardo venía a mí consumido por el fuego.

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RETOS DE MISTERIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora