Capítulo 8

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Abrí los ojos frunciendo el ceño al escuchar tanto movimiento a mi alrededor.

-¿Quién diablos está haciendo tanto ruido?

-¡Dijiste una palabra fea! –Gritó de repente Henri haciendo que mi cabeza doliera aún más.

Esperen... ¿Henri?

-¿Henri? ¿Qué haces aquí?

-¡Anoche volviste con mamá! ¿No te acuerdas? –Resoplé llevándome la mano a la cabeza.

Dios, me iba a explotar...

-Sí, sí que me acuerdo, Hen. Pero no grites, por favor...

-Ten, para eso hay solución. –Amber entró ahora en escena con un vaso de agua y una pastilla en la mano. –Henri, cariño, vé a jugar a tu habitación en lo que yo hablo con tu hermana.

-¡Pero ahora vienes a jugar conmigo, ¿verdad?!

-Sí, hijo. Ahora voy. –El niño asintió saliendo de la habitación más feliz que una perdiz cerrando la puerta tras de él. –¿Qué pasó anoche, Jacielle? Explícamelo ahora mejor. 

-Discutí con Brad...

-¿Por qué?

-Evitó mi pregunta cuando le dije que si algún día nos casaríamos. –Amber alzó las cejas.

-¿Te das cuenta que es una bobería?

-¿Una bobería? –Repetí mirándola mal. –¿Te parece una bobería que quien crees que es el hombre de tu vida no quiera casarse contigo?

-Tengo entendido que en ningún momento te contestó...

-¡Pero evitó la pregunta y es lo mismo! Es lo mismo, Amber.

-No lo es, Jacie... –Suspiró sentándose a mi lado para abrazarme. –Eso puede significar que aún no está preparado para el matrimonio...

-Joder, que tiene treinta y siete años ya.

-¿Y qué?

-Que con esa edad ya va siendo hora de que forme una familia, Amber.

-No todos tenemos que seguir ese estéreo tipo de vida, Jacielle. –Suspiró para buscar algo en la mesilla de noche y dármelo. –Ten, llámalo y soluciona las cosas como personas civilizadas. Nada de gritos ni peleas.

-Joder... –Resoplé cogiendo el teléfono para buscar su número en la agenda mientras que ella me dejaba sola en la habitación.

Un tono, dos tonos, tres tonos y...

-¿Hola? –Fruncí el ceño al oír una voz femenina del otro lado. ¿Había marcado el número de Bradley? –Hola, ¿quién es?

-¿Quién eres tú y por qué tienes el móvil de Bradley?

-Oh, lo siento. Brad se está duchando. ¿Quiéres que le dé algún recado?

-¿Perdona? –Solté en cuanto oí esas palabras. –Mira, sea quien seas, dile al imbécil del engreído que se acabó. ¡Y que nunca más vuelva a llamarme! ¡Agg! –Grité tirando el móvil contra el suelo.

¿Pero se podía ser más estúpida en la vida? ¿De verdad creía que Brad y yo estaríamos juntos para siempre? Por favor, ya había engañado a alguien conmigo, ¿por qué ahora sería diferente?

Me pasé las manos por la cara con brusquedad limpiándome las lágrimas que se me habían escapado mientras me ponía de pie.

-No voy a llorar... No vale la pena... –Me repetí una y mil veces mientras me arreglaba un poco para salir.

Recogí el móvil del suelo para meterlo en el bolso sin ni siquiera comprobar si aún seguía funcionando tras el golpe, pero no me importa.

Ya no me importaba nada.

-¿Jacie? ¿Ya lo solucionaste?

-No hay nada que solucionar. Me voy, nos vemos otro día, Amber. –Salí de la casa como una endemoniada para subirme a mi coche y arrancar a toda velocidad.

Ahora sí que se podían ir todos los hombres a la mierda de mi parte.



NARRADOR OMNISCIENTE

-¿Quién era? –Preguntó Bradley una vez fuera del baño ya duchado y vestido.

-No lo sé... Una chica, y no estaba muy contenta...

-¡¿Jacielle?! –Gritó quitándole el móvil de las manos a su ex mujer para mirar las últimas llamadas. –¡Joder! La he cagado. ¿Qué te dijo?

-Que te dijera que se había acabado y que nunca más la llamaras. –Y efectivamente, la chica no respondía al móvil. –¿Era ella, Brad? ¿La niña de la que me hablabas anoche?

-No la llames niña, Alexa. Y sí, era ella.

-¿Crees que pensó que tú y yo...

-Claro que lo pensó. –Dijo entre dientes volviendo a marcar su número, pero nada. –Joder, Jacielle... Cógelo ya...

-Lo siento. No quise causarte problemas...

-No, la culpa es mía por decirte que respondieras sin saber primero quien era. –Maldeció por lo bajo sentándose en el sillón para llevarse las manos a la cabeza. –Nunca debí haber venido a tu casa, Alexa, joder...

-Eh, sabes que siempre seremos amigos pase lo que pase. –La mujer dueña de la casa se sentó a su lado para darle ánimos. –¿Por qué no vas a buscarla a su casa?

-No creo que esté allí ya. La conozco perfectamente como para saber que cuando se enfada le gusta ir a beber.

-Entonces deberías de ir a buscarla al bar que frecuenta...

-No, ese bar cierra por la mañana y solo abre por al mediodía. –Volvió a resoplar marcando ahora el número de Amber con esperanzas de que ella supiera algo.

-¿Brad, qué pasa?

-¿Está Jacielle contigo?

-No, acaba de salir como una furia de casa. ¿Qué pasó?

-Hubo un malentendido. Avísame si llega a tu casa, por favor.

-Sí, claro. Lo mismo digo para ti. Avísame si no la encuentras.

-De acuerdo. Adiós. –Colgó suspirando para ponerse de pie. –Voy a buscarla, Alexa. Gracias por dejarme pasar la noche aquí.

-De nada, Brad. Sabes que las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti. –Brad asintió recibiendo el abrazo que su amiga le daba.

Ahora será mejor que busque a Jacielle antes de que cometa una locura. Pensó saliendo de la casa para subirse a su coche rápidamente.

WANDA, Más Allá Del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora