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Estábamos a días de la famosa presentación; era una oportunidad de oro, dado que exhibiríamos nuestros nuevos estilos musicales.

Me hallaba algo nervioso para ese entonces, porque no quería fallar. Todo debía salir bien a como diera lugar, mi futuro y el de Hellaine dependían de eso. Me lo repetía a cada instante y no me permitía olvidarlo nunca, ni por un segundo.

Los ensayos se hicieron más intensos. Pasaba horas encerrado practicando las líneas, los tonos, realizando experimentos que a veces modificaban la rutina, y otras implemente eran descartadas. No estaba de humor para arriesgarme demasiado, no a esas alturas.

Hellaine venía a verme cada tanto, invadía el estudio improvisado que me armé para ocasiones donde necesitaba espacio personal, y me recordaba que debía comer, dormir, ser más humano...

Ella insistía en que debía ceder algo de presión.

- Está bien que sientas esa enorme responsabilidad por nosotros, Jo...- Comenzaba siempre a decirme. – Pero no es saludable pasar tanto tiempo encerrado-

- Mujer, ya te dije que estoy bien-

Sí, podía llegar a ser ácido y fácilmente irritable cuando me lo proponía. Después, claro, me sentía un bruto total. No estaba bien tratarla así, como si fuese un estorbo en mi carrera; estaba lejos de serlo. Si había decidido dar ese paso tan importante y continuar persiguiendo el éxito, era por ella. Era mi mayor inspiración y mi principal razón para mantenerme cuerdo.

Pero a veces me costaba verlo con claridad. Volteaba y lo único que divisaba era una parva de cosas que no precisaba en ese momento, como si estuvieran allí, desperdigadas porque sí y molestándome constantemente: el despertador, el sonido del timbre, los platos que iban y venían sobre una mesada, la televisión, la radio, y algunos comentarios de Hellaine...

Ya lo dije, no era su culpa, era simplemente yo siendo un completo idiota.

Así que, estábamos a días de la presentación, y de repente ella volvió a tener una de sus brillantes ideas: quería terminar de desempacar algunas cajas de nuestra mudanza que todavía estaban apiladas en algún lugar del departamento.

Le repetí que no tenía tiempo para eso, pero tanto ella como George me arrastraron a cenar con ellos, convenciéndome de que era buena idea. "Ayudará a que relajes tu mente", aseguraron. Estaba hecho, debía llevarles el apunte de vez en cuando, aún con toda mi ansiedad por el gran día que se iba acercando.

Nos sentamos en el suelo dibujando una especie de ronda que era lamentable, ya que solo éramos tres. Estaba anocheciendo lentamente, y las luces eran tenues; a George le gustaba estar rodeado de penumbra cuando era de noche. Una extraña y peculiar costumbre suya.

Habíamos pedido algunas pizzas para complacer nuestro tiempo recreativo, así que ahí estábamos, rodeados de comida y cajas inútiles a punto de ser redescubiertas.

Tomamos una cada uno y nos dedicamos a investigarlas. Ni George ni yo tuvimos suerte descubriendo algo que valiera la pena comentar, porque solo hallamos ropa arrugada con olor a humedad u horrorosos adornitos que en alguno de nuestros delirios pensamos que sería bueno adquirir...

- Hey, miren... ¿Qué son estas?-

La pregunta de Hellaine nos alejó del aburrimiento inmediatamente, y cuando vimos lo que sostenía en las manos se nos escapó una pequeña risa en complicidad.

- Ah, esas...- Quiso empezar George, con algo de dificultad. Supongo que estaba buscando palabras que no llevaran a mi esposa a un ataque recurrente de celos o algo así. – Son cartas para Joseph-

Todo aquello que pasó [#FFA2018]Where stories live. Discover now