Introducción:
El mundo que nos rodea está cargado de estímulos, plagado de entes, formas, animales con los cuáles nos relacionamos, pero a pesar de ser un mundo prácticamente por descubrir, obviamos de la forma más absurda la belleza que nos engloba, ¿Acaso nos fijamos en la belleza de las hojas verdes de los árboles? ¿O la belleza del gemido del viento? Hoy en día, vivimos obviando toda clase de natura, excepto aquella que nos concierne. Por ello, este poeta maldito busca conectar al lector al mundo natural, fusionando así al lector a dos mundos : el mundo tangible e intangible. El mundo tangible es aquel con el que nos relacionamos, aquel dónde sentimos estímulos de otros seres vivos, a diferencia del mundo intangible, aquel que solamente concierne al poeta y al lector, es decir, al mundo introspectivo. Son estos dos mundos los que compondrán los poemas de este libro, desvariando entre los mundos más tangibles y e intangibles posibles, según la voluntad y la inspiración del escritor, abandonado a su suerte en busca de sus musas. La principal acción de este dramaturgo es hacer al lector observar el mundo desde otros ojos, ojos que sean capaces de detenerse a mirar el balanceo de una hoja movida por el viento, o el revoloteo dubitativo de una mariposa. Quizás esta voluntad impetuosa de mezclar al lector a la natura sea provocado por la vida tan rápida a la que estamos sometidos, cargada de estrés y nerviosismo. Es cierto que muchos autores encuentran belleza en la ciudad, puede que la encuentren en las flores que crecen en la basura o puede que en las inmensos edificios que encierran al ciudadano en un mundo de vagas metas y objetivos que cumplir, dormido en los brazos de Morfeo. Quizás sea cierta la belleza de la ciudad, quizás se encuentre la belleza en el movimiento de las personas, en el bullicio permanente o incluso en las ratas de cloacas que consumen sin deceso. Para concluir, este poeta maldito sólo desea que se disfruten sus poemas, que encuentren la belleza de sus versos, y que sobretodo que encuentren en los poemas que éste componga aquello que el lector desea encontrar, sin atarse a normas transcritas. ¿Qué sería sino la belleza de la poesía?
