Capítulo 1

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Tomó un último sorbo de la botella de soju antes de apilarla junto a las demás ya vacías sobre la barra. No había dicho ni una sola palabra, mucho menos había sido capaz de llorar o de siquiera expresar su tristeza de otra forma que no fuese bebiendo. Tan solo se dedica a observar las imágenes del viaje a Jeju de hace tan solo dos semanas, cuando lucía contento consigo mismo, cuando no existía la sensación de vacío que ella dejó al irse, cuando el amor todavía existía o al menos anhelaba que fuese cierto.

Un hondo suspiro escapó de sus labios, tan pesado que despertó la atención del nuevo muchacho encargado de servir las bebidas, SeongWu ni siquiera se había percatado que el anterior acababa de terminar su turno, solo alza el índice en su dirección y vuelve a apoyarse en sus antebrazos. El hombre le acerca el pedido con cierta curiosidad, se da cuenta de que las mejillas de quien lucía mayor que él mantenían una coloración bastante rojiza al igual que su orejas, dando por hecho que se encontraba a una copa más de perder la consciencia. Intenta detenerlo, mas le es imposible, el pelinegro echa la cabeza hacía atrás e ingiere la totalidad del contenido de una sola vez, manchando su camisa y parte de sus pantalones. Ríe por su acto de torpeza y niega varias veces a las interrogantes que lo atormentan. "¿Me amaba? ¿Estará con él? ¿Debería buscarla ahora?". Le entregó un par de billetes y sin esperar por el cambio, encuentró soporte en la silla contigua y así logró ponerse de pie por unos cuantos segundos antes de perder la estabilidad. Daniel, quien era el único testigo del vergonzoso momento, corre a auxiliarlo.

—Creo que ya debería irse a casa... —dice con tranquilidad en lo que le ayuda a levantarse, rodeando su cintura con un brazo. SeongWu asiente en respuesta, ríe cuando está herido y da los primeros pasos hacia la salida en compañía del más alto.

No estaba entre sus obligaciones guiar a los comensales ebrios hacia una zona segura en la que pudiesen embarcarlos a sus casas, en realidad, era de nulo interés del gerente el bienestar de sus clientes una vez que estos estuvieran fuera del establecimiento. Sin embargo, cuando estuvo a punto de desplomar el cuerpo del otro a un lado de la acera, este comenzó a sollozar, balbuceando lo que sería una carta de desamor para la persona a quien clamaba amar y quien lo habría traicionado también. No solo se convirtieron en el centro de miradas de los transeúntes, que por tratarse de un sábado por la noche no pasarían desapercibidos entre estos. De pronto, la delgada anatomía se apegó a la suya en busca de refugio, como si se tratara de un niño pequeño lastimado, SeongWu lloraba escondido en el espacio ahuecado entre el cuello y hombro, allí descargaba el dolor del término de su relación. Un Daniel perplejo pero enternecido lo estrechó con fuerza; era un desconocido, pero por algún motivo disfrutaba sentirlo a su lado, encajando perfectamente las palmas sobre la cintura de este.

—Debe ir a casa... Le ayudaré a llamar un taxi, no se preocupe. 

Y a pesar de que habló con el suficiente volumen para ser escuchado en medio del lloriqueo, el más bajo se rehusaba a abandonar el abrazo, culpaba a la cantidad de alcohol en su sangre que lo había convertido en un ser indefenso y adorable ante los ojos de su acompañante esa noche.

—Lo siento... —musitó al fin, alejándose con el único objetivo de expresar completa sinceridad al sostenerle la mirada. Daniel se quedó maravillado por las facciones adversas, no habiendo contemplado estas a detalle como ahora, las bolsas bajo sus ojos yacían ligeramente hinchadas pero le otorgaban un aire mucho más inocente, su nariz comenzaba a tornarse rojiza debido a la baja temperatura y sus labios finos a duras penas esbozaban una tenue sonrisa en señal de gratitud, mientras que las lágrimas lucían como diamantes en los bordes de sus ojos, brillando tanto como sus pupilas bajo la luz de la luna. Ambas manos se deslizaron hasta acunarle las mejillas, haciendo uso de sus pulgares para deshacerse de la humedad que todavía quedaba sobre su piel, allí notó los singulares lunares ubicados tal como si fuese una constelación pequeña sobre el pómulo izquierdo.  

Entonces sucedió. Daniel presionó de manera imperceptible sus labios sobre los del otro, un roce minúsculo pero significativo para él, ignoró que se hallaban en un lugar público y de no ser porque el contacto fue esporádico, se hubiese metido en problemas. A SeongWu parecía no disgustarle la idea, después de todo, había entreabierto la boca y ahora personificaba a un infante que no obtuvo lo que realmente quiso. No acostumbraba involucrarse con los asistentes del local, pero no iba a perder la oportunidad de averiguar un poco más de la historia de aquel hombre tan apuesto y de apariencia madura, pero de comportamiento infantil después de unas cuantas botellas de soju.

...

Tan pronto como despertó, tuvo que volver a hundirse entre las almohadas, se sentía mareado y la cabeza le pesaba. Los ligeros rayos de luz se asomaban por la ventana y daban justo al lado de su cama en el que parecía haber descansado alguien más. Talló sus ojos para obtener una mayor claridad y encontró así distintas prendas tendidas sobre el suelo y otros espacios de la habitación, ropa que claramente no era suya y que le era imposible recordar a quién le pertenecían.

—Veo que ya despertó... ¿Cómo se siente? Traje esto para aliviar las molestias. —La voz gruesa irrumpió en sus pensamientos, frente a él aparecía la imagen imponente pero dulce de quien no creía conocer. Daniel avanzó con cuidado hasta apoyar la bandeja de madera a un costado del cuerpo de SeongWu, un desayuno ligero y un par de pastillas que prometían sosegar las consecuencias de haber tomado tanto la noche anterior. El mayor todavía sin entender la situación, ladeó el rostro y lo observó con detenimiento.

—¿Por qué estás en ropa interior...? ¿Qué pasó ayer? ¿Quién eres? ¿Por qué yo estoy desnudo?
—Hyung, ¿si hago esto le viene algo a la mente?

Daniel le acarició los nudillos con gentileza, inclinándose lentamente hasta capturar la comisura inferior de sus cerezos, saboreó los restos de alcohol que quedaban en estos y por alguna extraña razón, el pelinegro no se opuso, aunque tampoco correspondió del todo.

—Por cierto, para ser su primera vez, estuvo bastante bien, SeongWu-hyung. 

I think I like you...Where stories live. Discover now