Una fogata en el pecho

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Aún me persigue el recuerdo de estar en la terraza con tormentas infernales y el viento azotándome el pelo, moviéndome el alma.
Mi ser bailaba sobre el delirio expulsado por sus mentiras, deslizaba adrenalina por mi sangre. Voces lloriqueaban por una reacción, no percibían por mi mirada que eso era algo ya inalcanzable; me había zambullido en papel, había perdido el juicio, el humo me pudrió, pues no tenía control de mí misma. ¡Qué muerte más lenta!

Quisiera poder controlarlo, correr dentro de mí sin preocupación alguna. Pero el miedo me persigue durante décadas, tiemblo entre niebla para escaparme de aquel enigma que sufre mi sensatez. Se descompone mi poca lucidez, una fogata en el pecho, me arrancan las piernas, me sangra el pensamiento, mi alma sale a volar.
Jamás abrí los ojos, ni volví a la lucidez, mi cuerpo se veía a lo lejos acostado sobre piedras con moho, ojos arrancados, agujas en el cuello, cerebro desintegrado. 

La sangre helada, la vista negra, el cuerpo frágil.

Epifanía síquicaWhere stories live. Discover now