∆ r u n n i n g ∆

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Tyler reía al pensar eso y mirar su canguro, ya viejo, que no brindaba nada de protección contra el frío.

El chico estaba en el mismo lugar, en ese columpio viejo, dejando que la lluvia lleve su, ahora, tinte verde hacia su camiseta, Tyler quería preguntarle que hacía ahí, pero decidió no hacerlo y simplemente caminar, miró el piso, observando las gotas de agua que caían sobre este, pero algo le molestaba, sentía unos ojos encima suyo que al principio no le molestaban, pero después de unos momentos, cuando ya estaba llegando al final del parque realmente le incomodó, así que volteó a ver al chico que estaba sobre el columpio, lo miraba con confusión, como si él fuera el loco por salir a caminar en la lluvia.

Para cuando el chico del columpio volvió a aparecer ni se molestó en calcular cuantas semanas le tomó en volver a aparecer, tal vez haya sido porque había pasado poco tiempo, o porque sus llantos no le dejaban hacer nada más.

Había salido de su casa ese día en lágrimas, las voces en su cabeza se volvían muy fuertes y los pensamientos se volvieron a memorias de una navaja en sus manos y horas pasadas en el baño sin que su familia se diera cuenta de nada. Ese fue su punto de quiebre.

Mientras las lágrimas caían a sus mejillas sintió de nuevo esos ojos mirando todo lo que hacía, así que antes de llegar al fin del parque, miró al chico del columpio, ahora tenía un azul cielo en su cabello, que cubría toda su cabeza, y una camisa del mismo color cubría su torso, el rostro de Tyler cambió a uno de confusión, como siempre, y trató de aparentar de que no había llorado, pero el chico sabía que lo había hecho, así que simplemente pasó una mano por su rostro y siguió caminando.

El chico volvió a aparecer en dos meses, en una rara lluvia de verano, Tyler amaba el verano por eso, casi nunca habían lluvias, lo que significaba que podía pasar todos sus días sin temor de que llegue una lluvia torrencial y sus pensamientos llegaran como una golpiza a su rostro.

Pero cuando llovió, Tyler salió de su casa con la misma ropa de siempre, solo que ahora subió las mangas de su canguro, hacía calor, incluso con la lluvia fría.

Cuando se acercaba a los columpios del parque notó una figura en uno de los columpios, era el chico, ahora con un tinte morado en el cabello, Tyler bajó la mirada nuevamente, mirando como las gotas de lluvia se evaporaban casi instantáneamente con el contacto del pavimento.

Y aunque trataba de sacar al chico del columpio de su mente, algo le molestaba, no sabía que era, pero tenía que decirle algo al chico, cualquier cosa, así que levantó la mirada y detuvo sus pasos, ambos quedando frente a frente, Tyler estaba a punto de soltar una pregunta, “¿Qué haces aquí?” cuando observó su mirada, seguían siendo esos ojos mocha observándolo, con esa mirada vacía que caracterizaba al chico, pero ahora su mirada se notaba perdida, no era que simplemente lo miraba por mirarlo, lo miraba porque no sabía a donde hacerlo, sus cejas frunciéndose levemente en confusión, como si no supiera que hiciera ahí, ni porque ese tinte morado caía en su camisa por culpa de la lluvia; Tyler cerró su boca, volviendo a caminar.

Pasaron tres meses sin señal del chico, Tyler estaba empezando a extrañarlo, la temperatura empezó a bajar, significando más lluvias, más seguido, y durante las veces que caminaba por el parque mientras llovía y notaba los columpios vacíos no podía evitar ponerse triste.

Durante esos tres meses de soledad en el parque cuando salía para callar sus pensamientos notó cuanto le importa el chico del columpio, cuan necesario era para Tyler, era lo único que tenía para aferrarse a la realidad, esa extrañeza que le daba ver a un chico con el pelo teñido, y ese tinte escurriendo por su ropa era lo que le recordaba que este era el mundo real, que sus pensamientos no podían ganarle para nada.

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