Entonces alguien le preguntó qué haría para su cumpleaños.

Todo se derrumbó ahí, toda su felicidad desapareció en cuestión de segundos con una simple pregunta. Dentro de unas semanas tendría veintiséis, dentro de unas semanas sería un año mayor, “Un año más cerca a tu muerte” bromeó uno de sus amigos después de la pregunta, pero era cierto, un año más cerca a morir, ¿Y qué había hecho él? Nada, ir al colegio, graduarse, no asistir a la universidad, tener un trabajo mediocre en una tienda de música que apenas alcanzaba para la renta de su mediocre apartamento y tratar de entrar a algunas bandas para ser por lo menos el baterista de repuesto. Su vida era decepción tras decepción y con su cumpleaños cerca, eso sumaría otro año de no hacer nada.

Lo único que Josh recuerda del día siguiente es salir de su casa, tener un paquete de tinte morado en la mano y estar bajo la lluvia con una camisa de jean y una camiseta blanca sin mangas debajo de ella.

A Josh realmente le gustaba esa camisa.

El chico volvió a aparecer, solo que ahora tenía las mangas de su canguro remangadas, era verano, y aunque estaba lloviendo aun hacía calor. Josh pudo notar como el chico tenía unas líneas que iban por su muñeca y antebrazo, el chico no parecía tanto de tener o gustar de tatuajes, pero al parecer tenía. Esta vez el chico paró y volteó a mirar a Josh por lo que parecían horas, aunque solo fueron unos minutos. El chico parecía que quería decir algo, pero no podía, Josh simplemente miraba los brazos del chico, recordando los tatuajes de memoria y tratando de ver si tenía otros.

Minutos después, el chico simplemente se marchó como si no hubiera pasado nada.

Tres meses, eso fue lo que le tomó a Josh para volver a teñir su cabello, unos amigos le dieron como regalo de cumpleaños un viaje a Corea y en el camino conoció a una banda que iba a necesitar a un baterista para unos conciertos ya que el suyo iba a tener un hijo y no se quería perder el acontecimiento.

Josh pidió vacaciones por dos meses de su trabajo, lo cual hace que casi lo despidan, pero valió la pena. Viajaron por la mayor parte de Estados Unidos y unas dos ciudades en Inglaterra para dos festivales.

Pero el baterista volvió y Josh tuvo que irse porque, “Viejo, tocas de lo mejor, pero él siempre va a ser nuestro baterista”

Esta vez fue rosa, un rosa como algodón de azúcar, Josh sonrió un poco al ver su cabello, sus rizos hacían parecer que en realidad era algodón de azúcar. Pero no salió de su casa con una sonrisa, salió con la misma expresión, con el ceño fruncido, y ahora salió con una camiseta gris.

La camiseta tiene rosa alrededor de todo el cuello y hasta la mitad de la espalda.

El chico tardó más en aparecer esta vez, pero cuando lo hizo, estaba llorando a cántaros, sus sollozos se podían escuchar claramente bajo la fuerte lluvia, caminaba un poco más rápido de lo normal, tenía la cabeza agachada y sus manos estaban ocultadas dentro de su canguro, paró a mirar a Josh de reojo, no importaba que sus ojos estuvieran rojos e hinchados o que Josh no podía distinguir entre las lágrimas y las gotas de lluvia, su expresión seguía siendo la de confusión a ver al chico sentado sobre un columpio, tinte cayendo sobre su cara y deslizándose por su cuello, el chico misterioso volteó completamente para mirar a Josh su boca se abrió, como si quisiera decir algo, pero en lugar de eso escapó un sollozo, haciendo que el chico negara la cabeza y volviera a caminar, y antes de que Josh ya no lo pudiera ver notó como el chico empezó a correr.

Josh pensaba que iba a cambiar de color durante las fiestas. Pero no pasó. Durante todo el invierno su cabello fue rosa, él supuso que era por los halagos que recibió por parte de su familia “Ese rosa es muy bonito, Joshua, me gusta” y por darles el gusto a sus sobrinas “¡Pareces el príncipe del algodón de azúcar!”

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