Reencuentro

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Lo que la despertó no fue el extraño olor a sangre fresca que caló en sus sentidos hasta marearla levemente, ni tampoco el pelo de animal que siente a través de su piel expuesta y le ha dado un ligero escozor alrededor de sus brazos, sino los gruñidos bestiales, bajos pero profundos que puede escuchar cerca de su ubicación. Alterada, se reincorpora pensando que todos esos factores jamás han sido parte de su rutina diaria ni tampoco se ha quedado dormida en el establo de Todoroki producto de una inevitable borrachera social. Puede que se haya pasado un poco con el fuego la noche anterior al intentar solucionar su vistoso problema, pero eso no implica que tome las alucinaciones fácilmente. Está segura que anoche se fue directamente hacia su cama para descansar, su pijama puesto es la clara evidencia de ello. Entonces... ¿Dónde diablos estaba?

El lugar en el que se encuentra es algo que jamás había visto en su corta vida de veinticinco años, junta sus piernas sobre su estómago en un leve intento de reconfortarse ante la preocupación de lo que ha sucedido la noche anterior y la posible inestabilidad de su salud mental en caso de que, tal vez, haya llegado hasta allí sin siquiera darse cuenta. Una cueva cubierta de minerales oscuros como la noche cubre todo el interior con precisión del mismo, es un espectáculo digno de admirar si se observa con detalle por la mezcla de colores y el brillo que entrega incluso si no le llega luz directamente, como si hubiese sido derretido por un fuego controlado adecuado para no alterar el esmalte ni su belleza natural. Huesos triturados y carne en descomposición cerca de su lado es lo que pudo oler antes de despertar completamente, indicando fácilmente que se encuentra en el hogar de un posible animal carnívoro. Pero sabe que eso no es posible, más cuando observa que donde se encuentra recostada es como un nido exclusivo de pieles animales y algo de pasto seco para darle un poco más de comodidad y confort, algo demasiado humano a su parecer. Acerca una de las prendas hacia su nariz por mera curiosidad, encontrándose con la sorpresa de un olor fuertemente conocido que le hace soltar la tela casi instantáneamente, tanto que ha soltado un leve gemido de sorpresa.

Es imposible.

No tiene tiempo de preocuparse, casi tan rápido como ha reconocido el origen de ese olor tan peculiar ha escuchado un fuerte alarido desde la salida, junto con un golpe seco y un chillido animal que pareciese indicar agonía.

— ¡La próxima vez que me muerdan los dedos me los comeré hijos de puta! ¡Yo no soy su maldita comida!

Le sorprende la fuerza y agresividad que esa voz profesa ante algo desconocido, y teme aún más por ella. Mira hacia todos lados en un intento de escapar por el lado contrario cuando unas fuertes pisadas se dirigen hacia el interior del lugar, mas lo único que aprecia a través de las esquinas es que el ónix derretido ha tapado todos los orificios disponibles que podrían servirle. Sus pensamientos van directamente hacia la idea más lógica mientras intenta buscar alguna salida, ese desgraciado la ha secuestrado mientras descansaba en la protección de su hogar durante la noche, sin nadie que salvarle o al menos dar alerta de su desaparición. No quiere saber que podría llegar a hacerle si la encuentra aún en su aparente hogar arcaico. Podría tratarse desde un enfermo psicópata que sabe que se ha encontrado actualmente sola, hasta un animal de características divinas que se ha encontrado demasiado tiempo en solitario. Ninguna de las dos opciones le da una buena espina ni un agradable final, además de que solo ella es dueña de sí misma y no permitirá que una bestia de cualquier naturaleza decida sobre su destino, incluso si eso implica su propio sacrificio. Traga profundo intentando controlar sus nervios que la alteran, necesita pensar con la cabeza fría.

Observa un hueso lo suficientemente largo y grueso para protegerla y un plan bastante simple y rápido se le viene a la cabeza. Hora de recuperar su destino arrebatado.

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