Pero ahí estaba, sin embargo.

Vittoria Moro y Filippo Melis caminaban a su lado por un corredor alargado, que los llevaría a la habitación donde entregarían la... muestra. Sus estudios sanguíneos habían revelado lo que ya sabía: era un tipo bastante promedio, sin enfermedades.

Poco rato más tarde, se encontraba a solas en un habitáculo que, aunque habían tratado de hacer parecer amigable, no era otra cosa que un cuarto de laboratorio. Un hombre mayo con una bata ingresó entonces y saludó al muchacho, después, le explicó brevemente su labor ahí —recolección de muestras y traslado hasta su destino final—.

—Trata de depositar la descarga directamente en el frasco —le recomendó finalmente el hombre—. Si te cae en las manos o en algún otro sitio, por favor, no la recojas y pongas en el recipiente —le suplicó, torciendo un gesto como si fuese aquello algo que ocurriera a menudo.

Leo no respondió nada.

—Luego de la primera descarga, puedes pasar a la habitación contigua: hay un sofá cama, comida, libros y una televisión.

—¿Primera? —finalmente habló el muchacho.

—Sí —el médico se detuvo y lo miró—: deben ser dos por día.

Dos. Eso no se lo habían dicho.

El médico miró hacia la puerta; Ataleo comprendió que pensaba en los abogados... lo que quería decir que él sabía lo que estaba haciendo ahí: vendiendo a un hijo. Se limitó a bajar la cabeza, avergonzado.

—El método que están solicitando es... —intentó explicarle el hombre con bata—... un tanto más natural del que utilizamos generalmente.

Una vez más, Leo guardó silencio. El hombre continuó:

—Usualmente fecundamos el óvulo directamente y lo insertamos más tarde en el útero de la mujer, pero ella no quiere eso.

«Ella» notó Leo. Era una «ella».

—¿Qué método quiere? —preguntó, pero no interesado verdaderamente en eso...: quería preguntar cualquier cosa, cualquiera... para saber más sobre «ella».

—Uno más natural; a veces las personas creen que habrá problemas con el bebé por la Fertilización In Vitro y quieren darle la oportunidad al espermatozoide «más fuerte» —él ahí hizo un gesto algo divertido— de hacerlo por él mismo, ¿me entiendes? También, a veces, quieren evitar embarazos múltiples por la estimulación ovárica y...

Los pensamientos de Leo fueron al contrato: los abogados habían asegurado que solo habría un niño. ¿Sería posible que lo hubiesen engañado?

—Ella no tomó tratamiento alguno para ovular —continuó el hombre con bata—. Quiere un proceso natural.

«Natural» pensó Leo con sarcasmo.

—Y, ¿para qué una segunda eyaculación? —algo no estaba gustándole a Leo...

—Cuando ella esté por ovular se insertará el contenido de una descarga; al día siguiente, se administrará la segunda.

Leo apretó los labios. Por algún motivo, durante esos dos meses, él había tenido en la mente un óvulo siendo penetrado por una diminuta aguja que llevaría un simple esperma a su interior..., no todos sus fluidos en la vagina de una desconocida.

—Puede sonar extraño, pero es un método utilizado más frecuente de lo que creerías —intentó consolarlo el médico. No funcionó.

—El semen... ¿puede congelarse? —se escuchó preguntar el muchacho; de repente, estaba pensando en que pudieran congelar las... descargas no utilizadas y él terminara con trescientos hijos que jamás conocería.

La sombra de la rosa ©Onde as histórias ganham vida. Descobre agora