Capítulo 4: Actuación de tres actos

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Simuló sorpresa y dejó escapar una risa.

- ¡Oh, claro! -Exclamó dándose una palmada en la frente- ¡Qué tonta! ¿Cómo pude olvidarlo? Verdad que Mercedes se fue.

Antonieta río y ella teatralmente se unió con un par de carcajadas.

- Sí, se fue a primera hora, yo estaba recién llegando a trabajar cuando la vi partir en el auto.

Bárbara asintió cortésmente mientras que internamente intentaba averiguar qué estaba pasando ahí, la sorpresa fue tanta que se estaba sintiendo levemente descompuesta, cosa que nuevamente ocultó bajo una máscara de perfecta actuación.

- Claro, bueno, ya que estoy aquí, ¿puedo pedirte un café con leche? - Le pidió.

La muchacha asintió y Bárbara fue a sentarse al comedor que se encontraba vacío a esas horas de la mañana. Durante los minutos que esperó se encontraba en blanco, todavía desconcertada por lo que acababa de enterarse y que aún no creía que era real.

Sin querer se había sentado justo en la mesa en donde la misma tarde del día anterior había estado con ella, con Mercedes. Buscó con la vista respuestas en el diseño de cuadros celeste con blanco del mantel, en la silla donde había estado sentada su amiga, en las lámparas apagadas; no encontró nada. Miró su reloj de muñeca con la vista desenfocada, esperando que el tiempo le diera alguna respuesta, que alguien le dijera qué estaba pasando, pero nada sucedió, ni siquiera se dio cuenta cuando la taza era colocada justo al frente de sus narices.

- ¿Le sucede algo? -Le preguntó Antonieta, sacándola de su trance.

- ¿Eh? No, nada, no te preocupes.

Se recompuso inmediatamente, miró la taza frente suyo y le agradeció con sinceridad. Cuando se quedó sola comenzó a beber del café y a pensar con más claridad. Recordó la conversación que habían tenido, pudo imaginarse allí delante de ella a la Mercedes de esa tarde y ver sus gestos inseguros de nuevo, el cómo evitaba su mirada, sus manos levemente temblorosas. Ahora sabía qué se refería con su 'un momento'. Se había ido, la había dejado ahí y se había ido.

¿Cuánto era realmente 'un momento'? ¿Unos días? ¿Un año? ¿Una vida? Sabía que quizá estaba siendo exagerada, pero no podía evitarlo, estaba hundida en el mar de la incertidumbre y sólo sabía una cosa que la hacía imaginarse millones de cosas horribles; Mercedes se había ido.

No debía haberla dejado sola, pensó. Quizá si hubiese insistido un poco más habría sabido la verdad. A ella tampoco le sentaba bien haberse ido enojada, pero juraba que lo arreglaría todo al otro día, donde ambas estuviesen bien descansadas. No se le había ocurrido ni por un segundo que después de esa discusión Mercedes simplemente se marcharía sin advertirle nada. Y lo que es nada, porque las palabras del día anterior no habían sido claras en absoluto.

Tenía una mezcla entre desesperanza y rabia. Quería matarla pero también abrazarla y no soltarla nunca más. Se tomó el café, y se quedó varios minutos en la mesa, todavía sin saber qué hacer o cómo conseguir más información de forma segura, o al menos eso creía hasta que vio a Ernesto entrar a la hostería.

El hombre saludó a la joven recepcionista y de inmediato hizo el ademán de subir al segundo piso, Bárbara velozmente se levantó y se le acercó antes de que pudiese pisar las escaleras.

- Hola señor Ernesto, lo molesto un minuto. -Le dedicó una sonrisa resplandeciente, llamando su atención.-Sabe que... necesito comunicarme con Mercedes.

- Buenas tardes. -Saludó él con gesto amable-Bueno, resulta que la Meche no se encuentra...

- Lo sé-lo interrumpió con suavidad-sé que no se encuentra, pero de verdad necesito comunicarme con ella. Es que surgió algo en el colegio, algo mínimo, que me encomendó el Padre Reynaldo y la verdad no puedo proceder sin su consejo.

Donde pueda verte  {Barcedes}Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz