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Habían transcurrido varios días después de la noticia de que su padre no los recordaba, por otra parte, Chuuya, su otro padre, había estado tan deprimido que se encerraba en su habitación y solo salía para hacer la comida, un comportamiento un tanto infantil de su parte, eso era lo que Fumiya creía.

El problema era que las provisiones estaban escaseandose.

Parado frente al refrigerador casi vacio, el pequeño castaño soltó un  suspiro bastante sonoro que parecía más un gruñido, cerró los ojos buscando calma y sabía que ya era demasiado.
Saliendo de la cocina con paso firme, se dirigió a la habitación de su padre y con los nudillos de los dedos, toco la puerta.

-Papá, la comida se acabó... debemos ir por más

-Perdón pero no tengo ganas de salir. ¿Quieres ir tu? -dijo el de cabellos naranja al otro lado de la puerta -Recuerda traer solo lo necesario.

-Esta bien -habló lo suficientemente alto para que su padre lo escuchara, se alejó unos pasos y susurró -Que molesto... mira lo que causas maldito Osamu Dazai

Colocó la mochila en su espalda y se dirigió a la ciudad, leyendo de nuevo la pequeña hoja con las cosas que necesitaba que había hecho antes de salir.
Luego de caminar, tomar un tren y caminar de nuevo, llego al supermercado que acostumbraba ir con su padre. Era incómodo ir solo, la gente lo veía demasiado, los guardias parecían seguirlo, al parecer, asegurándose de que no se robara nada, acto que obviamente ofendía al niño.

Justo cuando iba a salir del lugar, no se percató de alguien frente a él, que terminó chocando con la persona...

-¡L-lo siento! -dijo una voz bastante familiar -¿Esta bien?

-Si... supongo... -intentó ponerse de pié, pero un dolor en su tobillo no se lo permitió.

-¡¿Eh?! -dijo la persona con la que chocó -¿Fumiya-kun?

Cuando escuchó su nombre, levantó la mirada, encontrándose con un chico de cabellos albinos.

-Chico... ¿tigre?

**EN PAUSA** You will always be You  [Soukoku-BSD {Mpreg}]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora