CAPÍTULO 1: "La carta"

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BERENICE

—¡BERENICE!

Odio mi nombre.

Mierda, lo odio.

Aprieto mis libros muy cerca de mi pecho y dejo que mi frente se estampe contra mi casillero. No quiero girar y no lo haré. No cuando mi mejor amiga está gritando mi nombre desde el otro extremo del pasillo.

 — ¡BERENICE!

Estúpida, ¿puedes al menos dejar de tener runa voz tan chillona?

Sí, esta soy yo Berenice Gomez. Mis padres me llaman Nice para darle un estilo más californiano a mi persona y, claro está, aplacar un poco mi vergüenza por haberme puesto el nombre de mi bisabuela: Berenice. Tengo diecisiete años y curso el bachillerato. Bueno, cursaba, ya que hoy es mi último día como estudiante de secundaria. El próximo año, con la fe de todas las montañas, seré toda una universitaria.

Sí, de las más arrebatadas.

Porque es obvio que el año que viene no me quedaré a vestir santos.

—¡BERENICE!

¿Podrías callarte, perra?

Me escondo entre la multitud de jóvenes desenfrenados por el fin de clases, y trato de avanzar lo más rápido posible hacia la salida. No quiero que Isis me encuentre. No deseo que ella me recuerde que hoy es mi última oportunidad con el amor de mi vida. Y tampoco necesito sus reproches acerca de mi poca capacidad de coqueteo, de mi falta de feminidad y de mi gran talento para decir groserías. No, definitivamente eso sería lo más jodido de todo. Sumándole el hecho de que mi rubia amiga tiene toda la razón. Porque vamos, Richie nunca se hubiera fijado en mí, cuando tiene a una gran cantidad de porristas con uñas pintadas y lindas pestañas a su alrededor.

Debo ser realista.

 —¡BERENICE! ¡DETENTE!

Me detengo en la salida de la escuela y espero a que Isis llegue. Me preparo para las mismas frases de siempre. Las que ella siempre utiliza cada vez que salimos de vacaciones. Esas que me hacen sentir un poco perdedora.

—¡BERENICE FRANCISCA DELPILAR GOMEZ!  —exclama al estar a solo pocos metros. 

Voy a matarla.

Se ve tan cansada y exhausta que parece haber salido de la clase de gimnasia. Sus cabellos rizados están por encima de sus grandes anteojos y tiene una que otra gota de sudor en su frente y labio superior.

—Te he oído desde los casilleros, maldita. Deja de hacer que toda la escuela se entere de mi horrendo nombre —trato de dirigirme hacia los escalones de la entrada.

Isis me detiene, extiende su mano y me muestra un sobre blanco.

 —¿Y eso?

 —Es para ti.

—¿Son calificaciones?

No, por favor. Materias reprobadas ahora no. He sido buena chica este año. No he salido de casa por las tardes. He estudiado matemáticas hasta las tres de la madrugada y he reemplazado las noches de pijamadas con Isis por Biología.

 —¡No! ¡Ábrelo!

—¿Acaso es una carta de despedida? ¿Te vas del país? ¡¿Te vas del país?!  —pregunto exaltada.

—¡Mierda, no! ¡Solo ábrelo!

Me asombro. Isis no es de hablar groserías, ella es una chica muy culta y respetuosa. Es casi como mi yo contrario. Mi mejor amiga representa con claridad todo lo que yo no soy. Quizás por eso nos complementamos tan bien. Quizás por eso Isis y yo somos casi inseparables.

LAST SUMMERHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin