Capítulo 6: Confrontación

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–No eres una invitada Pilar, eres la persona más importante en el evento después de tu madre, solo que no sabía si era apropiado invitarte en estas circunstancias.

–Pero me tenías considerada.

–Siempre –respondió él, con una amable y sincera sonrisa—, pero desde luego que todo depende de ti, aunque sé que tu madre querría que estuvieras presente.

Pilar descubrió en esa oración una fisura en la actuación de ese hombre, porque, de hecho, su madre no sólo no quería tenerla en la inauguración, sino que en ninguna parte.

–Entonces es eso. Bien, voy a venir entonces.

– ¿En serio? Pilar, es magnífico, te aseguro que vas a quedar encantada con todo, no voy a decepcionarte.

—Estoy segura de que no olvidaré ese evento.

Poco después, Pilar fue directamente a la oficina del abogado Ramón Izurieta, sin avisar de su llegada.

Para cuando llegó a la lujosa oficina, que a todas luces había sido redecorada con gran lujo desde la última vez que la había visto, estaba más preocupada que antes de su reunión con Valdovinos, pero al menos esperaba haber interpretado bien su papel y no delatarse: Adán era de temer.

–Buenos días, Pilar.

El saludo del abogado fue cortés, solo políticamente correcto, y la invitó a entrar, aunque no lo dijera, porque no tenía alternativa, ya que claramente no se encontraba a gusto con ella. Y Pilar estaba al tanto de eso; Izurieta, por su parte estaba empezando a preocuparse por el tema: Carmen en la clínica, Adán declarado responsable comercial por la propia artista, y ahora la muchachita con cara de mosca muerta aparecida por sorpresa, en circunstancies que él se esperaba algo mucho menos llamativo.

–Te hacía en el extranjero.

–Llegué hace poco tiempo al país —replicó ella, habla do lento y claro—, pero quiero ir al grano, necesito saber exactamente las condiciones de las que dispuso mi madre en el documento que usted le dio a conocer a Valdovinos.

Valdovinos. O sea que la hija de Carmen ya había estado moviéndose, y por lo visto no había caído rendida a sus pies como todo el resto de las mujeres que lo veía. Una excepción en mil.

–Veo que hablaste con Adán.

–Por eso estoy aquí.

El abogado se puso de pie y fue directo a un aparador, tomándose un tiempo más largo de lo habitual para extraerlo, y poder analizar la situación: después de lo sucedido meses atrás, parecía imposible que ella estuviera de regreso, pero ahora que lo estaba, sus intenciones eran por completo poco claras. Carmen no había considerado siquiera la posibilidad de que su hija volviera al país, pero ¿quién lo habría supuesto? Después de lo que ella había hecho, resultaba casi inimaginable que se apareciera así de pronto, justo en un momento como ese, y con aires de la hija buena en una situación como esa, pero el tacto era fundamental, y a menos que su clienta se lo dijera de forma expresa, la muchacha seguía siendo su hija.

Pilar leyó el documento en silencio y luego se lo devolvió a Izurieta.

–Necesito que suspenda la inauguración de la exposición, al menos hasta que mi madre esté en condiciones de presenciarla, o de autorizarla en persona.

–Pero eso es imposible –replico él, conservando la calma–; Pilar, por favor, esto es un documento perfectamente legal, no puedes simplemente detenerlo.

Pilar sabía que las cosas no iban a ser tan fáciles; pero estaba preparada, no iba a dar pie atrás.

–Ese documento que tiene en sus manos solamente es legal si nadie sabe de la existencia de otro documento, firmado por mi madre y redactado por usted, en el que ella se asegura que nada, absolutamente nada de lo que le pertenece sea removido o modificado si ella no está de cuerpo presente para autorizarlo.

La traición de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora