VIII

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Como la noche del karaoke Ricky y Cepeda no consiguieron follar, Mimi y yo lo hicimos con más ganas. Todo sea por solidaridad con nuestros amigos.

Y desde aquel día todo había cambiado bastante. Mimi y yo habíamos empezado a llevar la relación de forma distinta. Resulta que era una chica genial. En todos los sentidos.

A veces quedábamos para tomar algo tranquilas y hablar un poco. Luego siempre acabábamos en mi cama. Y de repente, había algo más.

Éramos amigas. Si me lo hubiesen dicho hace 3 semanas me hubiera reído. Mucho. Y aquí estábamos.

Le había pedido que me acompañara a mirar una flauta. Era de las pocas personas que no se había reído al decirle que instrumento tocaba.

- Pero entonces, ¿cuántos años estudiaste música? - Estaba mirando y tocando todos los instrumentos.

- He estado nueve años en el conservatorio, con la flauta sobretodo. También toco la guitarra y el piano. - Ella asintió yéndose directa a una Les Paul.

- Siempre me han fascinado los instrumentos. En las giras veía de todo y como que no me atrevía a tocarlo. - Yo le sonreí un poco siguiéndola con la mirada.

- Puedes tocar todo lo que quieras en la academia, y las que tengo en casa. Nunca has cogido una de las guitarras. - Se encogió un poco de hombros.

Tenía la vista fija en su mano. Acariciaba la guitarra despacio, muy despacio. El mástil, las cuerdas, todo el contorno. Me fascinaba el cuidado que le ponía, como si la guitarra se fuera a deshacer entre sus dedos.

- Alguna vez he tocado tu piano. Ya sabes, por encima. Siempre me ha llamado mucho la atención.

- Tendré que enseñarte a tocar entonces. Y tienes que venir a conocer a Manu, es un mago. - Ella me sonrió volviendo a mi lado.

- Es que todavía no me has dicho día. Ya sabes que estoy deseando ver donde trabajas.

- Pues vamos ahora, sabes que está abierta hasta las 8. - Miró su reloj haciendo una mueca y vi en sus ojos que quería venir pero no podía.

- Entro a dar clase en 1 hora, te lo había dicho. - Asentí despacio mientras pasaba los dedos por las teclas de un piano.

- Perdona, ya sabes que últimamente no tengo la cabeza en su sitio. - Se aprovechó de su altura para rodearme por los hombros.

- ¿Y si te vienes tú a mi clase de baile y luego vamos a la academia? Te invito a cenar después si quieres.

No respondí directamente. Tiré de su brazo para sacarla de allí e ir a tomar algo antes de que entrara. Tenía clase de 5 a 7 así nos daría el tiempo justo para llegar a la academia.

Me despedí de Juan, el dueño de la tienda, y eché a andar con Mimi a mi lado. No parecía importarle mucho la dirección porque me siguió sin decir nada.

- ¿Vamos a tomar algo y luego a tu clase? - Asintió sonriendo y cogió las riendas de la situación, como siempre.

No sabía la ubicación exacta de la academia de Mimi así que me estaba dejando guiar. Andábamos en silencio, yo apoyada en ella y ella apoyada en mí.

Había terminado encontrando la compañía de Mimi tremendamente reconfortante. Me gustaba que siempre me estuviera tocando, como si quisiera decirme que siempre estaba ahí

- Doy clases en un estudio que está a 5 minutos andando de aquí. Nos tomamos algo tranquila y vamos, ¿te parece? - Miré a la terraza que me estaba señalando.

Estaba cerrada y tenía estufas por si alguien tenía frío. Todavía no habíamos entrado en primavera así que seguía haciendo algo de fresco.

Mimi separó mi silla y dejó que me sentara. Me hacía gracia que Jadel no hubiera tenido ni un gesto así habiendo sido mi pareja tanto tiempo. La verdad es que tenía un gusto horrible para los hombres.

Together; WarmiWhere stories live. Discover now