la prueba

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La Prueba 

Mi casa, está vacía, y sin embargo, sé que no estoy sola. Tengo miedo y al mismo tiempo estoy expectante del siguiente golpe de la manecilla que, implacable como el tiempo que mide, avanza, tic, tac, tic, tac. 

Quisiera abrir mis venas y ver cómo mi sangre abandona mi cuerpo, y cuando mi espíritu se levante poder ver como la última oleada de fuerza vital abandona también mis músculos, ver la muerte en mis ojos carentes de brillo. 

Quizás sólo entonces seré capaz atraerte hacia mí, mi sangre será el anzuelo... 
Te veré inclinarte sobre mi cuerpo flácido, el único movimiento que hay en mi cuerpo sería el de mis cabellos revueltos por el viento que se cuela por la ventana que dejé abierta. Retirarías las hebras oscuras de mi rostro, muy cuidadoso, casi tierno, como si fuera yo una escultura de arena. 
Susurrarías algo muy cerca de mi oído, las palabras salen de tus labios envueltas en dolor o tristeza, pero yo no podría escucharlas, sólo sentirlas. Llorarías por mí, lo sé. Llorarías por todo ese tiempo que me dejaste creer que estaba sola, por todas esas veces que pudiste tocarme y no lo hiciste... Pero más que nada, extrañarías el latido de mi corazón, mi corazón que momentos antes te regaló hasta la última gota de mi sangre. 

No podría ya dar marcha atrás. Aún así no me arrepentiría, pues pude verte, ver tus lágrimas, lo que no quisiste tomar de mí, lo usé para comprar tus lágrimas... para probarte a tí que existes, por que yo ya lo sabía.

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