Segunda Parte

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Desde lo ocurrido, cada noche, soñaba con un hombre de mirada penetrante que me observaba desde las tinieblas del bosque. Antes de abrir mis ojos sentía que me desvanecía sobre la cama y despertaba tranquila, pero intrigada. Sentía que lo conocía, que antes nos habías visto y que sus brazos me habían sostenido con ternura.

Las mujeres seguían muriendo, una al mes aproximadamente. Según mi abuela, todo dependía del ciclo de la luna: cuando había luna nueva y la noche era más oscura que las otras, una mujer virgen perdía su vida. Una sábana blanca cubría sus cuerpos pálidos y hermosos, deseables.

Esto ya había pasado antes, hace dieciocho años el demonio había abandonado el pueblo sin dar razones, pero de la misma manera había vuelto y estaba desatando el infierno en la tierra.

El día de mi matrimonio se acercaba y no podía correr de mi triste destino, sólo me quedaba enfrentar la realidad y pertenecerle a un hombre que jamás podría amar. Mis padres estaban anticipando todos los preparativos por miedo a que me sucediera algo, todos los días me repetían que yo era una mujer virgen y hermosa, que corría peligro si me sumergía en el bosque. Pero no me importaba, era el único lugar donde encontraba paz y tranquilidad.

Caminé por el bosque, sin miedo, hasta llegar a esa cascada que podía refrescar tu cuerpo. Me quité el vestido y la ropa interior, estaba lo suficientemente lejos del pueblo como para sospechar que alguien pudiera verme. Nadé por algunos minutos para refrescar mi corazón y mi mente, necesitaba sentirme libre mientras lo fuera.

El cielo comenzó a tomar ese color naranjo que anunciaba el atardecer y, por seguridad, debía cruzar el bosque antes de que la oscuridad se adueñara de él. Me vestí rápidamente y acomodé mi cabello.

Escuché pasos que se acercaban a mí y de entre los árboles salió Acacio. Sostenía un hacha y parecía estar muy alerta.

-¿Qué haces? -dijo al verme, parecía sorprendido.

-Me voy a mi casa. -dije rápidamente.

Caminé hacia él para marcharme, pero me tomó del brazo y me arrojó al suelo.

-No te das cuenta del peligro que corres. -dijo mientras desabrochaba su pantalón. -Creo que deberíamos acabar con esto.

Me puse de pie y me dispuse a correr, pero su fuerza me llevó nuevamente al suelo.

-Aún no soy tu esposa. -le grité.

-Lo sé, pero no dejaré que un demonio te posea antes que yo.

Comenzó a forzarme mientras yo gritaba e intentaba golpearlo.

Repentinamente sentí un frío, el boque se llenó de oscuridad y el sol se escondió de repente. Una fuerza azotó a Acacio contra un árbol y lo dejó aturdido. Un hombre lo tomó rápidamente y comenzó a gritarle en un idioma extraño.

Estaba confundida por lo que sucedía, pero pude ver la expresión de aquel hombre: su tez era de un color grisácea, de su boca parecía salir una sombra oscura y alrededor de sus ojos la piel parecía agrietada. Pese a eso, pude reconocerlo, era el hombre de mis sueños.

Acacio salió corriendo tan rápido que su silueta desapareció entre los árboles en cosa de segundos.

El hombre me dio la espalda y comenzó a caminar.

-Espera. -dije rápidamente.

Me puse de pie y caminé lentamente hacia él, quien se detuvo tensando todos sus músculos.

-¿Quién eres?

-Nadie. -me respondió con una voz tranquila, algo que no me esperaba.

-No te tengo miedo.

-Deberías.

-Te he visto en mis sueños.

Él se volteó rápidamente, su expresión ya no era oscura ni tenebrosa. Parecía ser un hombre común y corriente. Me acerqué y lo miré a esos ojos oscuros que parecían traspasarme.

-¿Qué quieres de mí?


TuyaWhere stories live. Discover now