Capitulo 0. Amenaza Fantasma

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..."Los amorosos juegan a coger el agua, a tatuar el humo. A no irse. Juegan el largo y a veces solitario juego del amor"... Jaime Sabines.

Florencia, Italia. Enero, 2017.

«Más allá donde se oculta el sol, estas tú» suspiró el imponente hombre que estaba de perfil al enorme ventanal de hierro artesonado de su despacho, mientras  las primeras sombras de la noche caían sobre el Giardino delia Gherardesca.

Recordaba, hacia tiempo, ver a su padre en ese mismo lugar, observando las sequoias y frunciendo sus pobladas cejas como si las respuestas a sus interrogantes las pudiera encontrar allí.

Los faros de un Stradale '67 alumbraron el arbolado camino que conducía a la entrada principal de Casa di Bari, la palaciega residencia de la familia Vitale en Florencia.

—Ha llegado ya, Fabio —informó detrás suyo, Aurelio Marino, su auditor—. Me apena haberte hecho venir, pero debías atender este asunto en persona.

Las bajas temperaturas provocaban que una neblina se elevase por encima de los árboles, notó distantemente. Como un espeso polvo de hadas, que acariciaban el húmedo suelo y conforme la noche aparecía, brindaba un misterioso aliento en la oscuridad.

—No te disculpes Marino —dijo finalmente, manteniendo una voz cuidadosamente uniforme—. Por supuesto habría preferido equivocarme, pero las cosas resultaron así y es tiempo de arrancar el mal de raíz —concluyó volviéndose hacia el hombre.

Marino asintió.

Fabio frotó su nuca con cansancio. Había tomado un vuelo desde México apenas tuvo confirmación del problema que enfrentaban en la matriz del Consorcio Vitale en Florencia.

— Apenas zanjemos este asunto, podrás volver a tus negocios y a Renata —afirmó el hombre y se alejó para darle unos segundos más para prepararse.

«Ahora me sería de utilidad algún consejo tuyo padre» exhaló echando hacia atrás la cabeza.

Imperiosos pasos se escucharon tras la puerta de doble hoja del despacho, cuadró los hombros y se dio vuelta.

El resplandor de una lámpara brilló sobre su negro cabello. Sus verdes ojos apenas contenían la furia que corría por su sangre. Alto y elegante, Fabio Vitale, italiano hasta la médula dirigió su envergadura de metro noventa hasta su escritorio.

Su mirada escudriñó con recelo el moreno rostro de Guido Capone, antiguo administrador de su padre. Sin mediar palabra, le indicó que tomara asiento, le vio abrir su chaqueta y sentarse frente a él con cautela.

—Infiero que ya leíste los informes del último cuatrimestre —comenzó a hablar Guido, sosegado, acariciando con las puntas de sus dedos el dosier que estaba frente a él sobre la mesa—. Lamento mucho los resultados, nuestras ganancias de la última inversión apenas ascendieron a un 12% en lugar del 30% que habíamos pronosticado —se disculpó sin mirarle a los ojos.

Fabio fingía hartazgo, en realidad analizaba su lenguaje corporal y esperaba el momento de callarle la boca.

—No debes avergonzarte. Eres muy joven aún —expresó Capone esbozando una insolente sonrisa—, estuviste apartado de tu padre y encargarte de este emporio de un día a otro no es sencillo. Es cosa de aprender. Ya irá mejor la próxima vez —expresó con suficiencia. Fabio frunció más el ceño. Guido se recargó en el respaldo de su asiento y con descaro prosiguió: —He pensado en lo complicado que es para ti, manejar todo esto alternando con tus negocios en México. Deberías nombrarme Director General del Consorcio o vender tu otra empresa y regresar a casa. De ese modo podrías enfocarte en lo importante y evitarías elegir carteras con menos riesgos para el futuro. Es mi recomendación para ti.

Nosotros... en el tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora