- Hola –dice Marcos mientras sonríe.

Héctor había quedado en la puerta, escuchando y mirando todo.

- ¡Hola, Marcos! – le responde, devolviéndole la sonrisa.

- Paula, tengo que contarte una cosa...

Él agarra su mano, con suavidad. Con su dedo pulgar, la acaricia.

- Mamá y papá no van a venir...

- ¿Por qué? ¿Mamá está enfadada conmigo? –dice con sus ojos llenos de lágrimas. – Pero si nos deja volver a casa seré buena...

- No, Paula, no es eso... Está en un sitio del que no puede volver.

- ¿Por qué? ¿Se les ha roto el coche? – dice más tranquila al saber que no está enfadada.

- No, Paula, allí no hay coches, ni carreteras... -él hace una pause y mira a Héctor en busca de ayuda. – Mamá y papá fueron a navegar... Y el barco se hundió. Y no sabemos dónde están.

- Quizás están en una isla secreta –dice Paula sonriendo.

- Puede ser... -sonríe Marcos de vuelta. – Pero a partir de ahora, esta va a ser nuestra casa.

- Pero a mí este sitio no me gusta... Es feo, todo está oscuro y hay monstruos... ¿Por qué mamá nos ha dejado aquí?

Antes de que Marcos pudiera contestar, sin saber el qué, Héctor entraba por la puerta. Cogió asiento entre los dos hermanos, y procedió a tranquilizar a Paula.

- Yo te voy a decir por qué... -dice Héctor. – Pero es un secreto, ¿eh?

Paula sonríe mientras asiente con la cabeza.

- Este colegio es mágico. Los ruidos son mensajes, ¿no sabías? Cada vez que oigas un portazo, es que tu mamá te está dando un beso. Y si se va la luz, y se queda todo oscuro, es que tu mamá te está dando un abrazo. Y cuando oigas silbar al viento... ¡Eso es lo mejor!

- ¿Qué es? –dice Paula impaciente.

- Eso es que tu mamá te está diciendo que te quiere mucho...

- ¿Y los monstruos del bosque?

- ¡Son hadas! Las hadas buenas, que viven en el bosque.

- ¿Y qué hacen las hadas?

- Si alguna vez te encuentras con una, debes cerrar los ojos y pensar un deseo – Héctor acaricia la mejilla de la niña. – Y si no estás triste, se cumplirá.

Paula, con una sonrisa cada vez más grande, mira a su hermano.

- ¿Por eso nos ha traído mamá a este colegio? ¿Porque es mágico?

Marcos asiente lentamente con la cabeza. Él bien sabía todas las mentiras que Paula ahora mismo estaba procesando, pero desearía creer eso también. Todo es mejor en los cuentos de hadas. De repente, una gran ventolera hace que las hojas de la mesa vuelen. Paula mira hacia arriba y grita:

- ¡Yo también te quiero, mami!


19:54 p.m.

Paula y Evelyn, su compañera de clase, corren por el pasillo. Ambas iban abrigadas, con sus chaquetones puestos. Ellas vigilaban que nadie pasara, para que no fueran vistas mientras se dirigían a la puerta. Pero María se tropieza con ellas.

- ¡Uy! –grita María, logrando mantener el equilibrio. - ¿Qué hace aquí estas niñas a estas horas?

Ella sonríe mientras se agacha, para quedar a la altura de las niñas.

- ¿Por qué estabas llena de sangre? – pregunta Paula. - ¿Has matado a alguien?

- No... - responde acercándose a ellas. – Pero yo soy muy mala...

Las niñas se alejan despacio. Pero María se acerca. Cada paso que ellas retroceden, María lo avanza.

- ¿Sabéis qué les hago a las niñas?

Las niñas quedan paralizadas, con miedo.

- ¡Cosquillas! –grita María.

María les hace cosquillas. A cada una con una mano. Las niñas se retuercen, sin poder parar de reír, hasta que María para.

- Venga, ¡a la ducha!

Tras eso, las niñas vuelven a correr y María se dedica a hacer su tarea. Ellas corren, cada vez más cerca de la puerta. Se esconden cuando un grupo de adolescentes pasa. Y de nuevo, corren, saliendo del colegio.

Corren por los alrededores, escondiéndose tras un árbol. La verja estaba abierta. Antonio, el guardabosque, estaba tras ella, cortando leña para la chimenea. Cuando él está de espaldas, las niñas corren hacia un árbol más cercano a la verja.

- Te digo que en el bosque no hay monstruos... -le susurra a Evelyn. – Hay hadas, y les puedes pedir deseos.

- ¿Y cómo sabes que son hadas buenas?

- Me lo ha dicho el director, pero es un secreto.

- Pero... si nos ven salir al bosque, nos van a castigar.

- Pues pídele como deseo al hada que no te castiguen...

- ¡Es que no quiero gastar mi deseo pidiendo eso!

- ¡Pues cállate para que no te oigan, pesada!

Antonio camina hacia el colegio, con unos bloques de leña en su carretilla. Pero él había cerrado la verja. Rápidamente Paula ve un tronco caído, cerca del muro de madera que separa el colegio del bosque. Paula sube al tronco, con cuidado.

- Vamos... -le dice a su amiga.

- Es que... no tengo ningún deseo. ¡Mejor voy otro día al bosque!

- Eres una cobarde...

- ¡Mentira! Es que no quiero ir.

- Pues peor para ti...

Evelyn corre hacia el colegio. Paula coloca un pie sobre el muro. Luego otro. Con cuidado, se sienta sobre él. Y con un saltito, ya estaba en el bosque.


En multimedia: Iván Noiret.

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⏰ Última actualización: Aug 27, 2016 ⏰

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