Capítulo 3

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El humor de Ross no era agradable en los últimos años, al principio, cuando lo conocí, sí que lo era. Pero de repente todo cambió y ahora es el hombre que es ahora: una mierda.

En fin, su humor no era agradable pero hoy sabía que necesitaría ser muy fuerte para no ceder ante él.

— Buenos días. — lo saludo entrando a su oficina y dejando unos papeles tras cerrar la puerta detrás de mi.

— ¡Te he dicho que me importa una mierda! — le grita al teléfono, al escucharme se da la vuelta y rueda los ojos. — Espérame un segundo.

— De acuerdo... — murmuro.

— No tú, le estoy hablando a Laura. — le responde fríamente. — ¡Rydel, no me interesa! Créeme que no lo hace. ¿Emma? ¿Qué diablos tiene que ver la hija de Laura?

Lo miro sorprendida ante la mención de mi hija. ¿Qué tiene que ver ella?

— De acuerdo, ¿sabes qué? Vete a la mierda. — dice para después colgar.

Vaya... ¿No soy la única a la que trata para la mierda? ¿Sería igual con su esposa? Bueno, dudo que a ella le interese algo que Ross haga.

— ¿Vas a decirme qué quieres o te quedarás ahí mirándome como una estúpida? — me pregunta.

Estoy a punto de disculparme, pero entonces lo pienso mejor. ¿Por qué me tengo que disculpar? Yo no hice nada malo en absoluto.

— Primero, háblame bien porque hoy no tengo ganas de lidiar con tu mierda. Segundo, vuelve a tratarme como se te de la jodida gana y juro que le diré a mi padre que me has golpeado, no una, sino varias veces, y no quedará una maldita empresa en la que acepten a una mierda de hombre ambicioso. Tercero, quiero que tú, mi empleado, revises esos papeles. — digo con la mirada en alto.

No sé de dónde saqué tanto coraje, pero un rostro viene a mi mente: Emma, mi hija, preocupada por mi mientras me cura una herida que su padre me había hecho.

La cara de Ross épica, pero yo no me inmuto.

— Yo... Lo siento... — murmura mirándome arrepentido tras unos minutos de silencio. — Realmente lo siento...

Ross se sienta en el sillón y mi enojo dura hasta que esconde su rostro entre sus manos y se estremece. Me siento a su lado y lo abrazo insegura, tal vez me grite o me golpee. Nunca se sabe con él.

— Ábrazame más fuerte... — pide en un susurro. — No muerdo.

— No estoy muy segura de aquello. — bromeo, pero de todas formas lo abrazo con fuerza y lo acurruco en mi.

Él suelta una leve risa mientras tiene apoyada su cabeza en mi pecho y yo acaricio lentamente su cabello. No sé cuanto tiempo nos quedamos así, pero sinceramente no quería moverme.

— ¿Quieres hablar sobre el problema? — le pregunto con suavidad.

Ross se incorpora y me mira, su rostro queda a centímetros del mío y cuando una sonrisa, una sonrisa verdadera, se instala en su cara... No puedo evitar sonrojarme.

— Realmente no quiero hablar sobre aquello... — murmura.

— De acuerdo. — acepto con dificultad, su mirada va hacia mis labios y luego a mis ojos.

— Pero si quiero hacer esto...

Lo miro nerviosa, no sabiendo cómo iba a terminar esto, pero mis nervios se disipan cuando coloca una mano al rededor de mi cuello, acariciando suavemente mi mejilla con su pulgar, y me acerca a él para después besarme. No dudo en corresponderle, no cuando lo hacía con tanta ternura y dedicación.

Her (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora