CAPÍTULO 44 | Lo que fue verdad y ahora es mentira

Start from the beginning
                                    

Por otro lado, sin embargo, está Bradley. No tengo ninguna forma de hacer que se olvide de mí y, en el fondo, sí que soy egoísta al no querer que lo haga. La primera noche que pasé en casa recibí una llamada de ella al teléfono fijo, lo cual resultó cuanto menos curioso. Al atender no sabía si sonreír o querer matarla por el detalle.

—Tienes que haber visto las noticias—fue lo primero que me dijo en cuanto oyó mi voz.

Comencé a reírme sin hacerlo en realidad. El teléfono fijo está en la cocina y ahí estaba mamá, atenta a la conversación. Ella ya se ha dado cuenta de que pasa algo entre nosotras pero, por alguna razón, no se atreve a preguntar.

—Primero que nada, ¿cómo conseguiste mi número? ¿Y el teléfono fijo, Bradley? ¿Es en serio?

Del otro lado de la línea pude oír que suspiraba, pero no supe si era impaciencia o sarcasmo.

—Existe algo que se llama guía telefónica y es un libro bastante pequeño cuando de Gunnhild se trata, aunque eso no quita el hecho de que suele estar empolvado y oculto debajo de un mueble. Se recurre a él luego de sobrevivir a un juego sangriento que te quita el móvil, ¿no lo sabías?—se burló, y hasta pude imaginármela sonriendo—. Pero no te he llamado para hablar de esto.

Fue mi turno de suspirar.

—Arrestaron a Joey—dije.

—Y a Richard, además de a ese tal Chase—añadió al instante—. Mira, los días seguirán pasando y juro que no voy a creerme jamás que todos esos imbéciles estén en donde pertenecen, pero... ¿no sientes que falta algo? ¿Qué esto aún sigue en pie para nosotras?

Una idea vino a mi mente. Capté que era exactamente la misma que ella estaba a punto de transmitirme, y eso no me gustaba para nada cuando relacionaba peligro y a Bradley, así que intenté cambiar la conversación.

—¿Estás hablando de 00:00 o de... otra cosa, Bradley?—cuestioné mientras le echaba una mirada de reojo a mi madre, quien leía un libro fingiendo desinterés—. Has dicho nosotras, lo cual excluye a Stephen.

Bradley maldijo en voz baja pero aún así pude oírla.

—Deja de dar tantas vueltas, Heather. Sabes a dónde quiero llegar.

—Claro, claro que lo entiendo—pensé por un momento en bajar la voz pero finalmente no lo hice—. Si querías hablar de lo que pasó entre nosotras no tienes por qué utilizar las noticias como una excusa, Bradley.

Cuando esperaba que se enfadara, comenzó a reírse realmente fuerte.

—No tendré nada serio con alguien que aún no se atreve a invitarme a salir y, oh, casi lo olvidaba, que tampoco puede sentir—mierda, no lo sabe. ¿Cómo he olvidado decírselo?—. A ver, nena, quiero ir a visitar a Joey porque tengo un par de insultos para reírme en su cara pero no puedo hacerlo sin esa maldita autorización de mis padres. Dicen que sólo me dejarán ir si voy con alguien, porque pueden entender que quiera reírme en la cara de esa idiota pero no pueden entender que sea la única que quiere hacerlo. Stephen está contento con sus pinceles y tú... eres lo único que me queda.

—¿Estás diciendo que soy tu opción por descarte?

Volvió a reírse y, una vez más, deseé que no dejara de hacerlo.

—Tómalo como quieras pero vendrás conmigo de todas formas.

—Claro que sí—le aseguré.

Di por supuesto en ese momento que ni de coña mis padres aceptarían firmar la autorización así que falsifiqué ciertas cosas para poder estar sentada en donde estoy justo en este momento aguardando a que los policías traigan a Chase a una pequeña sala apenas iluminada con dos sillas enfrentadas y una mesa de por medio. Cuando acepté venir con Bradley supuse que seríamos ambas contra Joey o quien sea, pero al parecer eso no es posible. Las visitas son individuales y duran solo cinco minutos... si tenemos suerte.

PerfidiaWhere stories live. Discover now