CAPÍTULO 39 | No hagas que me arrepienta

930 143 31
                                    

BRADLEY

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

BRADLEY

—Tenemos que mostrarle esto a Heather—digo.

Stephen me da la espalda y, afortunadamente, me impide seguir viendo a Maddie. No se ha movido desde que se acercó a ella. Sabe que está muerta, que ese es su cadáver, y aunque no entiendo cómo es que no puede quitar los ojos de esa imagen, él lo sigue haciendo. Estoy justo en la entrada. No pienso entrar, ni acercarme, pero algo en mí se da cuenta al cabo de un minuto que no voy a sacar a Stephen de este lugar ni siquiera amenazándole.

Me vuelvo, saliendo de la habitación con la intención de ir a buscar a Heather. Mientras lo hago, mientras me acerco al lugar en el que sé que ella se encuentra, algo me dice interiormente que será una estupidez. No va a ayudarnos, ya no más al menos, y aún así seguimos buscándola. Sin embargo... quiero creer que sigue siendo ella. Que sigue dispuesta a salvarnos como lo estaba en un principio.

Heather no puede dejar de ser Heather.

Llego a la casa y, desde la entrada, veo que su puerta sigue abierta, tal y como la había dejado yo. Ni siquiera se ha inmutado. Sigue sentada al pie de la cama con la manzana y la botella de agua a un lado. Sus ojos me localizan al instante en el que me acerco pero, aún así, no hace ni dice nada. Sólo me mira mientras me siento a su lado, bastante cerca de ella.

Permanezco en silencio los primeros segundos, permitiendo que el ambiente se vuelva incómodo. No tengo muy claro si Heather también siente la tensión, pero si así es, o no le importa o no piensa hacer nada al respecto, razón por la cual me toca comenzar a hablar a mí.

—Hemos encontrado a Maddie.

Ella asiente con la cabeza, aún mirándome.

—Genial.

Veo su cabello oscuro, sus ojos que transmiten algo que ya no puedo descifrar. Antes era sencillo. A través de ellos podías saber si estaba asustada, nerviosa, tranquila, lo que sea. Pero ahora, por más que lo intente, no lo entiendo. No parece haber algo en ellos.

—Está muerta—aclaro, y por un momento pienso en explicar la situación pero no puedo hacerlo. No encuentro mi voz.

Tengo que dejar de mirarla. Recuerdo haber dicho esas palabras tantas veces... siempre relacionadas con mi hermana. Era lo mismo una y otra vez. Quiero hablar con ella, quiero abrazarla, quiero tenerla conmigo... pero está muerta.

Tomo aire y, de algún lugar, intento seguir hablando.

—Hay otra habitación oculta detrás de la otra casa—murmuro con un hilo de voz, apenas audible pero algo siempre será algo—. La hemos encontrado, pero dentro había... una silla. Maddie estaba sentada sobre ella, cubierta de sangre.

Heather hace una mueca de disgusto. Me gustaría ver a través de sus ojos algo que no sea similar a un vacío como el que transmiten en este exacto momento.

PerfidiaWhere stories live. Discover now