Esta ciudad es grande, pensó Beca. Quédate, fue su segundo pensamiento. Y no entendía por qué estaba pensando en todo eso. La conocía hace tres horas, o menos, no sabía mucho de ella, pero creía que eso era suficiente. Lo único que sabía por seguro en ese momento era que ella le agradaba demasiado.
- En verdad espero que lo encuentres alguna vez.- el contacto visual que reinó el lugar en ese momento fue suficiente para que Beca se sintiera incómoda. Había algo diferente en Chloe, algo que no había visto antes, y podía traducirse en profunda y misteriosa concentración. Intentó hacer otra cosa, buscó un par de papeles y los ordenó junto a los otros, bajo la caja registradora. Era hora de salir de esa cápsula donde el tiempo parecía volar, y hacer las cuentas para cerrar el día en el club.
- Creo que debo irme y dejarte trabajar.- observó Chloe.- Estuve mucho tiempo aquí y casi no lo noté.
- ¿Quieres que te lleve?- preguntó Beca, rápido, sin pensarlo demasiado.- Está nevando y creo que no deberías... Ya sabes, ir a pie.- su actitud balbuceante hizo sonreír a la pelirroja.
- Una vez me dijeron que no debía subirme al auto de un extraño.- la forma en que cruzó sus piernas y se relajó otra vez sobre el asiento, hizo creer a Beca que ya tenía una respuesta afirmativa.
- Bueno, has estado haciendo preguntas las últimas tres horas. No me considero un extraño en realidad.
- La casa de mi amiga está a cinco calles de aquí, no debo caminar demasiado.
- Ok.- aceptó la otra, con un encogimiento de hombros aunque eso la frustró un poco.
- Espera, no te pagué el café y las donas.- quiso sacar su cartera pero Beca la detuvo con su mano.
- No, eso corre a cuenta de la casa.- sonrió y sacó suavemente la mano que tenía sobre su brazo.- En verdad, no tienes que pagar por esto. Quizás, entonces, consideres volver alguna vez.

Y sin poder evitarlo, Chloe se sonrojó, por primera vez desde que había llegado estaba completamente callada, incapaz de decir ni una sola palabra ante el último comentario que Beca había hecho. Había recibido propuestas para quedarse en algunos lugares, pero  siempre implicaban una noche o lo que fuera que durara la "magia". Sin embargo, nunca, en ningún otro lugar, alguien le había pedido que regresara. Beca no la había tocado, ni siquiera había intentado hacer un movimiento para acercarse a ella, sólo se había quedado ahí, al otro lado del mostrador, con una taza de café en sus manos y sincero interés en una conversación que no había tenido demasiado sentido. Y le había pedido que regresara. O lo había sugerido. O quizás nada de eso, pero así lo sentía.
Beca era diferente, no había dudas de eso.
- ¿Estás bien?- su voz la sacó de sus pensamientos y cortó el silencio sepulcral en el que se había metido.
- Sólo estaba... Pensando.
- Espero que estés considerando al menos pedir un taxi, la nieve no da tregua.- señaló hacia afuera y Chloe notó que en verdad la tormenta era fuerte.- ¿Alguna vez notaste que la mayoría de los taxistas son personas extrañas? Es sólo una observación.- se encogió de hombros y la pelirroja rió.
- Es una buena observación.- su móvil vibró, una notificación apareció en su pantalla y ella leyó. Beca estaba atenta, aunque estuviera contando el dinero de la caja registradora, pero intentó no darle mucha importancia. A lo que no podía pasar sin observar era a su perfecto perfil, a su boca curvada hacia un lado y su ceño fruncido para concentrarse en la pantalla que tenía en frente. Era hermosa, pero de una forma que nunca había visto antes. Parecía que sin importar el ángulo, nunca encontraría imperfecciones en ella. Era una locura pensar en que una mujer así estuviera sola en San Valentín.- Si dejas de mirarme, terminarás más rápido de hacer esas cuentas. Chloe nunca levantó los ojos de su móvil, pero Beca entendió que su mirada punzante estaba siendo realmente obvia. Siguió en lo que estaba, trató de convencerse de que invitarla a cenar era una mala idea, pero cada vez encontraba menos argumentos que sostuvieran su teoría.
- Esa canción es fantástica.- comentó Chloe, y se concentró en la música que sonada.
- Another life. Debo decir que esta producción es casi completamente mía.
- ¿Puedo pedirte algo?
- Lo que quieras.- la forma en la que respondió dejaba mucho librado al azar. Lo que ella quisiera, todo y más era lo que estaba dispuesta a darle.
- Mañana me iré, y en verdad me gustaría llevar algo de tu música en mi viaje. ¿Crees que puedas preparar algunas canciones en un pendrive para mí? Claro, si no es mucha molestia tenerlo para mañana. No me molesta si no puedes, sólo...- la pelirroja deseaba detenerse, mostrar seguridad como siempre, pero todo estaba siendo muy complicado en ese momento.
- Estaré disponible desde las ocho, ¿está bien a esa hora?
- Está perfecto.- sonrió ampliamente y supo que ese era el final de su conversación, al menos por ese día.- Te dejaré terminar en paz. Muchas gracias por el café y las donas.
- Curiosamente dejaste la de chocolate, ¿quieres que la envuelva?
- No, es un color demasiado triste para mí. Pensé que quizás podrías combinarla con tu café negro sin azúcar.
- Oh, seguro, es una muy buena combinación.- Beca dejó de hacer lo que estaba haciendo sólo para observarla mientras se envolvía otra vez en su bufanda, deslizaba los guantes en sus manos y abrochaba su abrigo.
- Te veré mañana entonces.- extendió su mano derecha y Beca sonrió. Habían estado hablando por algunas horas y esa despedida le parecía demasiado formal, pero no dijo nada. En su lugar tomó la mano que ella le ofrecía, dió un apretón y le dedicó una sonrisa.
- Buenas noches, Chloe.
La mencionada tomó la bolsa de cartón donde guardaba el vaso que Beca le había regalado a cambio de la donación de libros, se bajó del asiento y caminó hasta la puerta. Se giró una última vez para observar a Beca detrás del mostrador, para verla concentrada en terminar su trabajo y seguramente ir a descansar en su casa. Le había encantado encontrarla, hablar con ella, sentarse a pasar el rato ahí y no en otro lugar. Sonrió por última vez, a pesar de que la otra no estaba mirándola, y salió por donde había entrado.
Beca terminó con los mandatos del día, cerró el local mucho más tarde de lo común, y partió a su departamento en el auto. No tardaba mucho más de diez minutos, pero esa noche hizo que fueran al menos diez más. Recorrió algunas calles que eran más transitadas, a propósito por supuesto, porque no quería convertir esa noche en otra más, en otro día ordinario dentro de sus rutinas perfectamente marcadas. Quería hacer todo al revés. Tardar más en llegar, cenar en la sala, relajarse sobre su cama y por qué no, darle una oportunidad a ese listado de películas ridículas que Jesse había dejado enganchado con un imán en su refrigerador. Chloe era la culpable. Ella había pasado por el local y había cambiado su percepción sobre el día, y entonces le parecía una verdadera pérdida de tiempo intentar que todo fuera igual a los anteriores.
Reprodujo una película, aunque en realidad estaba más concentrada en llenar un pendrive con música para el viaje de su nueva ¿amiga?. Jesse no había dado ni una señal de vida, así que supuso que estaba muy bien acompañado, o quizás todo había sido un desastre y no quería hablar con ella. En cualquier caso, la atraparía en alguna parte para contarle todo al día siguiente. Todo. Sin guardar detalles. Así era él.
Terminó con su selección de música pasados los treinta minutos de la medianoche, y apagó el ordenador, pegó una cinta blanca sobre el pendrive y escribió con su mejor caligrafía el nombre de Chloe. Más de doscientas canciones acompañarían su viaje, y esa selección le parecía la mejor que había logrado en muchos años. Dejó el pequeño dispositivo junto a las llaves del local y decidió que era hora de apagar sus pensamientos y descansar.
Para cuando el despertador sonó, quería entender por qué le había pedido a Jesse que no atendiera el lugar ese día. Necesitaba entender a esa Beca que había pensado en estar todo el día en el club, porque la mañana definitivamente no era lo suyo. Observó a su lado, sobre la mesa de noche estaban las llaves del local, las del auto y las de su casa. Junto a ellas, el pendrive que había preparado para Chloe la noche anterior. Quizás sí tenía un motivo para pelear con su mal genio y salir de la cama ese día.
Hacía frío, mucho más que cuando se había acostado a dormir, se notaba que la nieve no había cesado en toda la noche y por tal motivo, había poca gente en las calles. Sin embargo, la vista desde su ventana, en el piso catorce, era hermosa.
Dejó de dar vueltas por el apartamento, tomó sus cosas, se envolvió en su abrigo gris y salió rumbo al local, agradecida porque su auto tenía buena calefacción y no sufría el frío de Nueva York. Aparcó el vehículo solo un par de metros por detrás de la puerta de entrada al club, tomó sus cosas y se preparó para recibir el frío viento sobre su rostro cuando abriera la puerta para bajar. Era una mujer de veranos, del sol radiante y camisetas livianas. El invierno de Nueva York era su época más difícil en el año.
Entró al local y dejó el cartel de cerrado en la puerta. Tenía que ordenar los libros que Chloe había llevado, además de clasificarlos y colocar un anuncio sobre ellos que indicara que eran nuevos. Trataba de invertir cada mes en nueva lectura, y esa sería la segunda vez en dos semanas que actualizaría la biblioteca.
Sacó la caja detrás del mostrador, la llevó cerca de la estantería nueva que todavía olía a madera recién pintada, pero antes de empezar a ordenar los libros se sentó sobre uno de los sillones y les dió un vistazo. La mayoría eran libros con trama romántica, por supuesto. Y había también algunas buenas historias de suspenso y drama. Todos estaban en excelente estado, como si los hubiera leído sólo una vez y luego dejado de lado para empezar otro. Se quedó asombrada con una pequeña colección de cuatro libros de John Katzenbach, y pensó que ella jamás regalaría libros de ese tipo. Tomó el que llevaba por título "Historia de un loco", y recordó que lo había leído en un viaje corto a México, sentada en la playa, disfrutando del sol y el aire que bronceaban su piel pálida. Ese había sido su mayor descubrimiento literario, y nunca había parado de comprar libros de ese autor después. Se detuvo en algunas líneas que recordaba haber leído,y luego de un rato el tintineo de las conocidas campanas hizo que levantara la mirada para encontrarse otra vez con la pelirroja entrando a su club.
- Ey, por aquí.- llamó su atención y Chloe caminó hacia ella con una sonrisa en su rostro. En ese caso llevaba un abrigo rojo, jeans negros y una gorra tejida del mismo color. Verse más bonita quizás sería considerado un delito, demasiado injusto para el resto de los seres humanos en la tierra.
- ¿Qué haces?- se acercó a ella, sonrió cuando estuvieron frente a frente y se sentó a su lado.
- Esta colección es fantástica, ¿en verdad quieres donarlos a todos?- tenía en sus manos el libro que estaba leyendo antes de que ella llegara, lo cerró y se lo mostró.- John Katzenbach, es de mis autores favoritos.
- Prefiero los romances.- aclaró, y Beca pensó que eso era algo muy predecible.- Pero cuando conocí a ese autor, me enamoré de sus obras. Llevo uno suyo para el camino ahora.
- Parece que tenemos algo en común.- dijo la dueña del lugar, devolviendo el libro a la caja y levantándose del sillón.- ¿A dónde irás ahora?
- Estaré en Maine algunos días, me dijeron que hay puertos asombrosos para visitar.
- Estuve en Portland, allí en Maine. No había visto un puerto tan lindo antes. Hay costas rocosas, debes caminar hasta el último faro, donde no hay mucha gente. No te arrepentirás.- la miró desde el mostrador, y alcanzó el pendrive que había preparado para ella.
- ¿Has viajado mucho?
- Conocí algunos lugares, mucho más de lo que piensas. Y salí dos veces del país, para ir a México y España.- otra vez estaba caminando hacia ella, a paso lento y sosteniendo el pequeño dispositivo en su mano. Se lo entregó y la otra lo agarró como si fuera una pieza de gran valor.- Son casi veintiún horas de música. Es menos de un día pero creo que servirá para entretenerte un tiempo.
- Gracias.- hubo un silencio, algo incómodo, pero inevitable. Las dos se miraban, se evitaban y volvían a jugar con sus miradas. La química entre ellas no era algo normal para dos personas que apenas se conocían, y ambas lo sabían, podían sentirlo cuando el corazón se les aceleraba pero ignorarlo parecía la mejor opción.
- ¿Tiene horario el inicio de tu viaje?
- Debería ir a buscar a Aubrey y despedirme de ella. No regresó a casa anoche y...
- ¿Aubrey?- Beca reaccionó y la miró.
- Mi amiga, la que te conté. Salió anoche con este chico y no regresó. Sólo espero que él sea un buen muchacho.
- Lo es.- rió y luego todo encajó en su cabeza. Chloe no lograba entenderla, lo demostró con su gesto de confusión y casi la obligó a aclarar lo que estaba diciendo.- Aubrey, rubia, alta, ojos azules, ¿no?
- Sí...
- Salió con Jesse, mi amigo. Está bien, él es un buen chico.
- Qué pequeño es el mundo...
- Así que ella no regresó a su casa... Imaginé que Jesse no estaba solo cuando pasé por la puerta de su departamento hoy y todavía no había despertado. Gracias por la información.
- Aubrey me dijo que estaba saliendo hace cinco minutos, nos veremos en su departamento y luego partiré.- se levantó de su lugar, Beca supo que esa sería la última vez que la vería por ahí y algo se sintió mal dentro suyo.- Tengo algo para ti.- buscó entre sus cosas y sacó un libro.- Este no es para tu biblioteca, quiero que lo tengas y puedas leerlo en algún momento. Conseguí esta traducción en un viaje, y creo que deberías darle una oportunidad.
- Rayuela.- repitió el título plasmado en la tapa, lo tomó entre sus manos y sonrió.
- Cortázar, autor argentino, un revolucionario de la literatura. Este libro es una forma asombrosa de entender la vida, y el amor. Tiene algunas anotaciones, recomiendo que no las leas hasta formar tu propio juicio sobre cada palabra.
- Gracias, Chloe. Yo repito mi deseo de anoche, espero que puedas encontrar algo que te atrape.- la acompañó hasta la puerta, y supo que tenía que despedirse.
- Fue un gusto conocerte Beca.- no extendió su mano pero hizo un paso hacia adelante, justo cuando estaban llegando a la puerta del lugar, quedando a sólo centímetros de su rostro. La miró con seriedad, sus respiraciones estaban siendo imposibles de controlar, y Beca le pedía a sus piernas que no fallaran en ese momento, que se quedaran firmes hasta que Chloe saliera del lugar. Pero ella no estaba pensando en irse, no sin sentir el sabor de lo que parecía prohibido. Se acercó con cautela, sus manos se posaron con suavidad sobre el rostro que tenía en frente y al segundo de hacer contacto con su piel, todo en su cuerpo reaccionó. Sería una estúpida si se marchaba sin besarla. Sorprendentemente fue Beca quién tomó la iniciativa, inclinó un poco su cabeza y besó a la pelirroja, quien separó sus labios lo justo para recibir los suyos. Las manos de Beca acunaron al rostro de Chloe con la suavidad con la que se toma a un bebé, profundizó el beso y sonrió en su boca antes de separarse.
- Espero que eso te de una excusa para regresar.- murmuró y la dejó libre para seguir su camino. Pero Chloe no se movió por unos segundos, se quedó ahí mirándola, preguntándose qué la hacía tan interesante para ella, qué era tan imponente en esa mujer que acababa de conocer.
- Cortázar lo escribió, “No puede ser posible que estemos aquí para no poder ser..."
- ¿Y eso que significa?
- Dimelo tú cuando termines de leer el libro.- la sonrisa con la que acompañó su frase, provocó que Beca mordiera su labio inferior y bajara su mirada.- Adiós, Becs.
Caminó hasta el auto rojo que había dejado estacionado frente al local, miró a ambos lados para corroborar que nadie viniera y poder abrir la puerta sin problemas. Beca estaba apoyada en el marco de la entrada de su local, todavía con los sentidos alterados luego de besarla, y entonces, cuando ella estaba a punto de subir, supo que necesitaba hacerle una última pregunta.
- ¿Te veré otra vez?
- Sí.
Chloe se subió al auto, puso las llaves y el motor empezó a sonar unos segundos después. Beca estaba lista para verla marchar, porque al menos sabía que le había dado un motivo para regresar.

San Valentín. Bechloe One-ShotWhere stories live. Discover now