Laura
Me despierto al sentir unos suaves besos por mi cara y sonrío al saber de quien se trata, abro un ojo para encontrarme con Ross sonriéndome.
— Buenos días, cariño... — susurra.
Sonrío ampliamente y lo beso con suavidad mientras él se coloca encima mío, en momentos como estos me siento realmente afortunada. Me sonríe levemente mientras sus ojos me examinan con amor y ternura.
— ¿Tenemos que levantarnos? — pregunto acercándolo más a mi cuerpo.
Él está a punto de responder, pero una voz femenina lo interrumpe.
— ¡Mamá, papá! — grita Tessa desde, supongo, la sala. — ¡Vanessa ha despertado!
Suelto un suspiro y Ross me besa una última vez antes de marcharse a ver a nuestra hija, yo aprovecho para ir al baño.
Cuando bajo, Ross está con nuestra hija de tres años en brazos y Tessa está preparando el desayuno en la cocina.
— Yo lo preparo, cielo... No es necesario. — le digo suavemente mientras me acerco a ella.
Ella dirige sus ojos hacía mi y me mira nerviosa, llevaba una remera que tenía grabada "William quiere una muñeca" y unos pantalones cortos por lo que asumo que recién se acaba de despertar.
— ¿Qué te tiene tan nerviosa a estas horas de la mañana? — le pregunto a mi hija de 21 años, quien seguía viviendo con nosotros pero sospechaba que pronto se iría.
Eso rompería mi corazón, y también el de Ross, pero sabíamos que ya estaba grande y estaba con un hombre que realmente la amaba.
— Yo... No sé cómo decirte esto... — murmura.
— Simplemente dilo.
— De acuerdo. — suspira y clava sus ojos en mi. — Estoy embarazada.
— ¡¿Qué?! — pregunto boquiabierta.
— No le digas a papá, no creo que se lo tome bien... — susurra.
Decido bajar la voz y asiento. Ross me mataría, pero sabía lo que sentía Tessa en estos momentos.
— No esperes demasiado para decírselo... ¿Alex lo sabe?
— No, aún no se lo he dicho ya que me enteré esta mañana. Tengo miedo, él se irá pronto a Londres...
— ¿Por qué no vas con él? — sugiero. — Lo amas, él te ama.
— Tengo una vida aquí.
— Puedes tenerla en Londres.
— Pero papá... Luca... Vanessa... Tú... — murmura.
— Estaremos bien. — le aseguro con lágrimas en los ojos.
Tessa sonríe antes de abrazarme con fuerza, no tardo mucho en romperme a llorar. Joder, estaba sensible... Mi bebé, la niña que yo crié como si fuera mía, se iba de casa e iba a tener sus propios hijos.
— Si es niña, le pondré Marie. — me dice.
— ¿Y si es niño?
— Roguemos que no sea así porque odio el nombre Mario. — bromea.
Suelto una carcajada y limpio mis lágrimas para después regalarle una sonrisa dulce.
— Estoy orgullosa de la mujer en la que te has convertido, Tess. — le digo acariciando su mejilla.
— Cuida de papá por mi, ¿si?
— Por supuesto. Lo dejas en buenas manos.
— Le diría a él que cuide de ti, pero creo que ya lo haces bien.