—Nathan, necesito tu teléfono.

Espero no sonar tan obstinada, pero mi abuelo peligra ahora.

Sin responderme, busca dentro de sus bolsillos del pantalón y me lo entrega.

Tocar teléfonos de otras personas me causa nervios, me explico: aquel aparato pequeño contiene registrado toda la vida de una persona, es más, cuando lo perdemos en nuestro rango de vista, creemos que es el fin del mundo. Por eso, al tener uno en mis manos, me da nervios encontrarme con algo que no debí haber visto o simplemente leído.

Llamo como lo hice anteriormente y escucho atentamente al teléfono. Mi cuerpo reacciona como antes, se pone tenso y mi respiración es agitada.

—¿Aló? ¿Quién es?

¡Al fin!

—¡Hola!, tía Rosa. Soy yo Rose—le informo. Al parecer no reconoció mi voz.

—¡Rose! ¿Cómo estas, querida?

—Eso no importa ahora mismo—le contesto con firmeza—¿Dónde esta mi abuelo?

No responde inmediatamente como esperaba. Se esta tardando bastante y ya no tengo paciencia alguna.

—Tu abuelo esta aquí—responde al los segundos después. Fueron segundos eternos—Tuvo una tos muy fea antes, pero tranquila... le dimos sus medicamentos a tiempo. Al parecer comenzó con un resfrío leve. Pero, esta durmiendo y descansando en su habitación.

—¿Sólo es un resfrío?

Mi pecho se relaja y mi respiración se vuelve lenta... al escuchar esa noticia.

—Sólo eso, querida.

En mis labios se dibuja una sonrisa mientras siento como pequeñas lagrimas reaparecen en mi, pero estas son diferentes, están llenas de alegría.

Tonto abuelo... casi me das un infarto del susto.

—Pensé en lo peor—le hable con un hilo de voz—Exagere demasiado y...

—Rose, pequeña—me interrumpe—Tu abuelo se encuentra bien y se ocurre algo, te mantendré informada.

Mi tía Rosa no deja ser esa persona tan amable desde que la conocí. Sin duda es una de las pocas personas en que puedo confiar plenamente.

—Gracias, tía. Eh, dales saludos de mi parte al resto de la familia—no dejo de sonreír en estos instantes—y a mi abuelo dile que lo llamare más tarde.

Cuelgo la llamada después de unos segundos de charlar y miro a Nathan con una sonrisa pegada a mi rostro.

Observa mi semblante y me devuelve la sonrisa, dejándome ver pequeños hoyuelos en él. Se acerca con cautela hacia a mi y me seca las lagrimas con la yema de sus dedos.

—Debo suponer que por tu linda sonrisa, él se encuentra bien, ¿verdad?

—Así es.

Ya era de noche e iba camino a casa, bueno, no sola

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Ya era de noche e iba camino a casa, bueno, no sola... sino acompañada. Nathan se volvió a rehusar a dejarme ir sola en el camino.

Me pregunto si en algún momento deja de ser tan amable y caballeroso.

—¿Crees que exagere hoy?

—No, cómo crees—responde, mientras cruzábamos la calle—Sólo estabas aterrada y logre ver que amas mucho a tu abuelo.

—En eso, estas en lo correcto—contesto mirando a mi alrededor.

No tengo palabras para describir el amor que le tengo a mi abuelo.

La ciudad estaba durmiendo, y sólo se escuchaba nuestras pisadas y respiros. Es como si fuéramos los últimos habitantes del planeta, una idea super alocada pero, me saco una sonrisa.

Despejo mi mente de nuevas ideas que puedan encaminarse y lo miro a él. Mi corazón sobresalta al ver su mirada ya puesta en mí, ¿Acaso me ha estado observando todo el recorrido?

—Gracias, Nathan.

—¿Eh?–me mira extrañado—¿Por qué? Si es por lo de hoy... yo...

—No sólo por hoy—le menciono—sino la primera vez que me hablaste. Cuando estaba llorando y me ayudaste con sabias palabras.

No había olvidado agradecerle por aquel detalle.

Logro ver como sus mejillas toman color lentamente y me sorprende lo que mis ojos están viendo.

¡Se ha sonrojado!

—Ya veo, hablas de aquel día—oculta la mitad del rostro con el dorso de su mano y desvía la mirada aún sonrojado.

¡Joder, se ve adorable!

—Recuerdo que ese día te llame loca por no parar de mirarme—deja escapar una risa burlona y esta vez, me esta mirando a la cara otra vez pero, con una mirada juguetona.

Tenia que acordase justo de eso. Hago pucheros como si se tratase de una niña y le enseño mi lengua, burlándome de él.

Ambos reímos al unísono.

...

Habíamos llegado a la casa en que me hospedo, cosa que no me alegro mucho. Estaba dandole la espalda a la puerta para poder despedirme bien de Nathan.

—Ha sido un día agitado, creo yo—murmuro entre pequeñas carcajadas—Lo dire nuevamente, gracias por todo.

—No hay de que. Puedes contar conmigo, Rose.

—Si, así parece—digo en un tono suave—Adiós, Nathan.

Me vuelvo para abrir el picaporte de la puerta y luego abrirla.

—Rose, espera.

Soy detenida una vez que me toca el brazo con cuidado y lo miro enseguida.

—¿Qué sucede?—lo miro confundida y su agarre en mi brazo me ponía nerviosa.

—Bueno, yo...—hace una pausa e inhala antes de hablar—Sé que son los pocos días en que nos hemos conocido, pero...—vuelve hacer otra pausa, más larga que la anterior—¿Te gustaría tener una cita conmigo?

¿Una cita? ¿Lo-Lo dice en serio?

Dicen que si quieres saber cuando una persona miente, tienes que mirarlo a los ojos y descifrar su mirada. En estos momentos, sus ojos no mienten, porque estaban llenos de confianza en si mismos.

Nota de la Autora: ¡Boom! Capitulo 9 terminado. Espero que les haya gustado, comenten si es así y voten
♡^▽^♡

¡Nos vemos!

Es un gusto conocerte Ⓒ (PAUSADA TEMPORALMENTE)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang