A los 18 años queremos muchas cosas, tenemos expectativas, metas y creemos que algunas son posibles en sueños y otras ni lo intentamos. La verdad es que es evidente que si hacemos lo último jamás llegará nada. Si algo he aprendido es que uno siembra quién es y lo qué hace.
Siempre me gustó el diseño editorial, los libros, escribir, las letras y lo que se podía llegar con las comunicaciones. Es calar en un lector atacando todos los sentidos. Es hacer que lo escrito desde que se estampa hasta que se entrega perdure, no se quiebre y pueda ser replicado.
Así fue como tuve muchos ideales, personas que admiro profundamente y que hoy tengo la suerte de decir que son mis amigos. Lo pienso y no lo creo.
Hace unos meses jamás hubiese creído estar cerca de mi primera meta y se lo debo netamente a mi familia que sin su apoyo me hubiese tardado en lograr cosas pero sobre todo a mi misma. Por no rendirme y seguir intentándolo y buscar más opciones y en ese sentido no tener miedo a ser terca. Trabaje, iteré, busqué formas de aprender, de ser autodidacta, de encontrar mi área.
Lo hice, lo logré y ahora solo puedo decir que si la oportunidad no está, ármala.
YOU ARE READING
20 cosas que aprendí a los 20
RomanceNo dejamos de aprender y a veces pienso que lo evitamos por estar demasiado tiempo atentos a cualquier cosa menos nosotros mismos. Aún así, mientras tengamos amor todo promete salir bien. Todo lo que sea hecho con amor vale la pena.
