Capítulo 31

165 18 81
                                    


    —Hola hermosa ¿Cómo estás? —Luego de soltar a Cara besa sus mejillas mientras yo lo sigo mirando demasiado sorprendida.

   —Bien, gracias ¿Tu qué tal?

    —Bien, un poco atareado, tengo a uno de nuestros bebes heridos.

    —Bueno, hoy nos tienes a nosotros para ayudarte —Cara sonríe y nos señala—. Él es Emanuel, mi cuñado y ella es Anastasia, su novia.

    —Ella es quien estaba en el hospital ¿Verdad? —No puedo evitar sonrojarme por ese comentario.

    —Sí, es ella.

    —Oh, bien, me alegro de verte bien y estoy encantado de conocerlos —Él abraza primero a Ema y luego a mí.

    —Gracias, lo mismo digo y gracias por las flores.

    —No hay por qué, bueno basta de tanto hablar, vamos a conocer el lugar.

    Nadie responde, simplemente lo seguimos a través de las puertas.

    Al otro lado hay un bosquecito de árboles altos, con una buena distancia entre ellos, algunos de troncos finos y bien rectos, en cambio otros de tronco grueso y sin una forma perfecta, con follaje denso en lo más alto.

    —La isla es una de las montañas más pequeñas de Italia, está separada por dos partes, primero este bosque de Hayas en su gran mayoría, pero también hay otros árboles y el resto sin árboles.

    Él sigue hablando y explicando cosas sobre el lugar, pero no le presto atención, no es que no me interese, por supuesto que me interesa, pero es que el bosque es hermoso.

    El suelo está cubierto de vegetación y hay insectos por todos lados, de hermosos colores y diversos tamaños. También abundan zorros de brillantes pelaje naranja y blanco. En un momento incluso consigo ver a una familia de marmotas que se esconden bajo las raíces de un árbol.

    En otro momento estoy a punto de gritar "¡un conejo!" aunque por suerte me doy cuenta a tiempo de que en realidad es una liebre, una que pierdo de vista casi automáticamente después de localizarla.

    Entre las hojas de los árboles consigo ver aves volando, aunque no consigo identificarles bien debido a la cantidad de follaje y la altura, pero casi podría jurar que hay buitres y algo parecido a halcones. Además hay pequeños pájaros mayormente marrones, con algunos detalles en negro y blanco, se parecen mucho a los que hay en casa. Por el suelo también hay algunas aves, pero ninguna que conozca o llegue a ver lo suficiente para retener su imagen en mi mente.

    Claramente también hay reptiles, pero cada vez que consigo verlos, aunque sea por error, automáticamente retiro la mirada.

    —Tengan cuidado con las rocas —La voz de Eze consigue filtrarse a través de mis pensamientos, junto con el armonioso ruido del arroyo—. Abby quiere que ponga un puente, pero eso arruinaría un poco el ecosistema, así que prefiero cruzar pisando las piedras que sobresalen.

    —Por suerte no vine de tacos —Cara se ríe mientras sigue a Eze.

    En ese momento frente a mí, el bosque se abre, dejando a la vista el arroyo que se escuchaba más atrás, es ancho, como de unos dos metros, en algunos momentos se puede ver el fondo, sin embargo, hay partas más profundas donde no se ve.

    Lo pasamos haciendo como nos había dicho Eze, saltando de una piedra a otra, él termina tan seco como llegó, igual que yo, pero Cara y Ema se salpican un poco.

    —Cuando lleguemos recuérdame entrenar en circunstancias como estas —Ema me gruñe.

     —Si quieres te enseño, no resulta tan difícil —No puedo evitar reírme.

Anastasia y el mundo de él (#1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora