Karla

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El estruendo de un disparo la despertó y aunque a sus cortos diez años ya está acostumbrada a los disparos y bullicios del barrio, este fue diferente, este fue más cerca, como nunca antes había sido. Un pequeño corazón que le late fuerte, tan fuerte que da la impresión de que saldrá de su débil, pequeño, hambriento, maltratado e inocente pecho.

Karla, inmediatamente va en busca de su muñeca preferida, que aunque de trapo y negra por el sucio en el que le ha tocado vivir, es la que le trae serenidad y es con la que siempre comparte sus secretos, esos inocentes secretos puros de su infancia. Para desagradable sorpresa de ella la muñeca no está, no está en su lugar habitual, LA MUÑECA HA DESAPARECIDO.

Con la poca luz de la mañana que entra por las rendijas de la madera carcomida la busca debajo de la cama. Lo hace con cuidado para evitar golpearse con los bloques de cemento que sostienen la cama, pero no está, definitivamente LA MUÑECA HA DESAPARECIDO.

Un frío se apodera de su corazón, sus ojos ya están nublados y llenos de lágrimas, pero encuentra un consuelo, recuerda a su hermana Masiel y le ruega a Dios, tal cual como lo hizo la noche anterior para que las cuidaras, que ella sea quien la tiene. La nueva esperanza dura poco porque al mirar a la cama se percata de que Masiel descansa y duerme sobre la cama, su misma cama, la cual también comparten con su hermanito mayor y no está, LA MUÑECA HA DESAPARECIDO.

La angustia aumenta en Karla, una angustia que hacía unos días no sentía, una angustia más fuerte que aquella que sienten junto a sus dos hermanos cuando se acerca el medio día y el fogón que yace en el patio aún no se ha ajuntado y encendido.

Las horas pasan y su muñeca nada de aparecer, LA MUÑECA HA DESAPARECIDO. Ve a su padre llegar a casa, sereno, barbudo, también maltratado por la vida y como le han enseñado que él es el protector, el que debe velar por su bienestar y seguridad corre a sus pies, le cuenta lo que está sucediendo pero este la ignora, no le presta ni la más mínima atención porque la mugrienta y negra muñeca de Karla es solo un objeto más el cual no es digno de su valioso tiempo y esfuerzo.

La tarde ha llegado y Karla llora desesperada porque aun nada de encontrar a su gemela en alma. Ya ha revisado toda la casa y patios vecinos y nada. Es como si el viento se la hubiese llevado, LA MUÑECA HA DESAPARECIDO.

Ya doce horas han pasado y Karla ha perdido las esperanzas. Todos en casa son indiferentes a tan noble causa y Karla tendrá que dar por perdida la muñeca de su alma.

Llego la hora de ir a la cama, Karla va a ella sin sueño y sin alma, porque alguien entro a la casa y sin permiso alguno le robo su muñeca y con ella la otra mitad de su alma.

KarlaWhere stories live. Discover now